domingo, agosto 29, 2010

...Una Foto... Capítulo 25: La Noche después de la Graduación

Nadie esperaba lo que estaba por pasar los próximos días...

Darío durmió mal toda la noche, tenía sueños donde bailaba con Isabella y de la nada Corina aparecía. Despertó varias veces por la madrugada.

Andrea no abrió la carta, la hizo pedazos y al llegar a casa la tiró al cesto de basura. "No me arruinarás mi vida otra vez". Pensó la chica mientras veía como caía cada pedacito de papel.

Sofía bajó la ventanilla de su auto. -Veo que tienes problemas, no sé nada de mecánica, pero si quieres te llevo a tu casa y mañana venimos por él y lo llevamos a algún taller- dijo Fausto a la chica con un leve aliento a alcohol. -Está bien, déjame cerrarlo bien y ahora bajo- dijo Sofía tratando de contener su incontenible emoción.

-Creo que alguien bebió bastante en la fiesta de graduación ¿No quieres que conduzca?- dijo la chica en cuanto subió al auto de Fausto. -En primera solo fueron dos copas, y en segunda no, no quiero que conduzcas, además tu no sabes el camino- Sofía se extrañó con dicha respuesta de Fausto, sin embargo la emoción la embargaba y no discutió. -¿Por qué te detuviste? ¿Sabías que era yo? o de verdad eres una buena persona- preguntó Sofía después de un largo e incómodo silencio. -¡Ay Sofía! Es obvio que sabía que eras tú, identifico tu auto entre miles, es el único al que siempre le robaba el lugar del estacionamiento en la universidad- contestó Fausto arrogante y orgulloso como siempre.

-¿Se puede saber a dónde vamos?- preguntó la chica cuando desconoció el camino que Fausto había tomado. -Arruiné el día de tu cumpleaños, esta noche enmendaré mi error- dijo Fausto justificando el porque había tomado otro camino. -Espera Fausto, tu no arruinaste nada- replicó Sofía algo confundida. -Entonces, si no arruiné nada quiero que disfrutes conmigo esta noche, será de las últimas que pase en la ciudad y quiero divertirme- explicó Fausto a la chica.

Después, El chico informó a Sofía de sus planes futuros.-En una semana me iré a vivir con mi madre, trabajaré con ella, en Moscú- platicó el chico a Sofía, quien al instante se extrañó y hasta llegó a pensar que era broma, pero no era así, Fausto tenía ya todo listo para su extremo cambio de residencia. Siguieron platicando acerca de los planes que tenían ya que habían terminado sus estudios.

Después de unos minutos el auto se detuvo. -Espero corramos con suerte y nos dejen entrar, casi siempre es necesario reservar- dijo Fausto mientras estacionaba el auto. Sofía pudo ver el lugar por la ventanilla, era el codiciado club donde hace casi 5 meses había festejado su cumpleaños. -No bajes del auto hasta que yo venga por ti- indicó Fausto a Sofía mientras se abrigaba para salir del auto. La chica esperaba impaciente, aunque estaba consciente de que era el mismo Fausto de siempre, su actitud la había descontrolado por completo, aun así, estaba decidida a dejarse llevar por el momento.

Mientras el cielo caía, Sofía esperaba inquieta, ya habían pasado diez minutos y no había rastro de Fausto. En la entrada del club algo sucedía, el chico peleaba por conseguir un par de accesos, con su actitud engreída logró molestar a los agentes de seguridad del lugar, quienes jalonearon a Fausto lejos de la multitud y lo golpearon salvajemente abriendo una leve herida en el labio del chico.



 
Cuando Sofía se percató de lo que sucedía era demasiado tarde, bajó del auto y ayudó a Fausto a levantarse. -Estoy Bien, ahora mismo los pondré en su lugar- dijo el chico tratando de mantenerse en pie. -Basta Fausto, te llevaré a tu casa y curaré esos golpes- respondió Sofía con tono serio. La chica no imaginaba que pasaría la noche curando a Fausto, pero no podía dejar al chico y menos después de lo que habían vivido juntos las últimas horas. Con ayuda de Sofía, Fausto subió al auto. La chica condujo y cuando no supo a donde ir el chico le indicó el rumbo. Era extraño para Sofía ver así a Fausto, débil, sin defensas, sin arrogancia. Si, era extraño verlo así, pero no por eso menos atractivo.

Por fin llegaron a casa de Fausto, era una hermosa residencia con un enorme jardín. El chico abrió la puerta, todo indicaba que no había nadie en casa. Después de tomar asiento en un extravagante sofá el chico explicó a Sofía donde se encontraban los materiales de curación. Sofía subió las escaleras y pudo ver una pared llena de fotografías, en todas aparecían solamente hombres, supuso que el joven que salía casi siempre al lado de Fausto era su hermano, aparecía también un señor maduro quien se parecía muchísimo a Fausto, era obvio que de trataba de su padre. También aparecía su abuelo, un señor de avanzada edad pero con las mismas facciones en el rostro. No había no una sola mujer en todas las fotografías. Extrañada, pero a la vez entendiendo porque la forma de ser de Fausto, Sofía siguió su camino y regresó con el chico a curar sus heridas.

Cuando Sofía terminó el silencio incómodo volvió a invadir la noche. -Te agradezco, nunca una mujer se había preocupado tanto por mi- dijo Fausto con la mirada desviada, para no encontrarse con los ojos de Sofía. -Desde la separación de mis padres he vivido con él, es extraño que ahora, después de tantos años vuelva a vivir con mi madre, no sé si me agrada del todo la idea- explicó el chico mientras miraba una fotografía realmente grande donde aparecían su hermano, su padre y él. -Creo que tu madre se llevará una gran sorpresa al ver que te has convertido en un gran hombre- dijo Sofía mientras acercándose a Fausto. -¿De verdad piensas eso?- preguntó el chico. -Siempre lo he pensado- respondió Sofía.

Y ahí, en medio de la obscura estancia y mientras el cielo caía, la chica besó suavemente a Fausto. Fue un beso suave, Sofía tenía miedo de lastimar el labio de Fausto. Sin embargo el chico respondió, poco a poco sus cuerpos se acercaron más y más. El chico tomó a Sofía por el cuello, la chica se agarró con fuerza de la espalda de Fausto. No era la primera vez los labios de Sofía rozaban a los de Fausto, sin embargo, la chica sentía la diferencia. Éste era un beso sincero, apasionado, sin miradas curiosas; a pesar de ser los mismos labios y los mismos sentimientos, no era un beso como aquel que había sucedido en la fiesta de fin de Semestre. Fue un beso largo, único, irrepetible; Sofía sabía que ella y Fausto no podían ser algo. Pero en ese momento no importaba el futuro, no importaban las consecuencias o repercusiones.

-Creo que es muy tarde, pediré un taxi- dijo Sofía unos minutos después. -Sofía, en unos días me voy a Moscú, quédate, platiquemos, no quiero estar sólo lo que resta de la noche- pidió Fausto a la chica, quien más nerviosa no podía estar. A Sofía le encantaba tomar riesgos, pero en esta ocasión era algo diferente. Tenía miedo de lo que pudiera llegar a pasar si se quedaba. Aun así con un suave. -Está bien- la chica accedió a quedarse.

Habían pasado ya dos horas desde que Sofía había decidido quedarse, dos horas que se fueron volando mientras la chica y Fausto platicaban. Hubo varios momentos en los que estuvieron a punto de besarse, pero ella o el chico reaccionaban y se separaban uno del otro.

En el jardín comenzaron a escucharse los primeros sonidos de las aves y levemente la gran puerta que daba al jardín comenzaba a iluminarse. Las heridas de Fausto iban bastante bien, el chico se sentía mucho mejor. -Está amaneciendo- dijo el chico mirando a la ventana. -Vamos me siento mejor, te llevo a tu casa- completó Fausto.

-¿Quieres que me vaya?- preguntó Sofía esperando no haber metido la pata. -Por supuesto que no, pero pensé que ya era tarde- respondió Fausto. -No tengo prisa- y diciendo esto Sofía volvió a besar a Fausto.

Después se dirigieron a la cocina, entre besos, risas y pláticas preparaban de desayunar. La mañana estaba hermosa después de la tormenta. -Desayunaremos afuera- dijo Fausto abriendo la gran puerta que daba al jardín. El chico extendió un mantel en el verde y húmedo pasto. -Tendremos un día de campo- avisó a Sofía mientras llevaba los alimentos al exterior.

Después de desayunar la pareja se recostó encima del mantel mirando el despejado cielo. -Es gracioso, tu y yo, aquí en el suelo, vestidos con ropa elegante- dijo Fausto besando a Sofía. -¿Qué pasará mañana? Tu pronto te irás- preguntó Sofía al chico. -No sé que pasará mañana, en unos días me iré y  lo único que te puedo prometer es que jamás olvidaré esta noche- respondió Fausto. Eso no era precisamente lo que Sofía quería escuchar, pero sabía que tal vez por ahora no podía pedir más. Los chicos siguieron platicando, pero cuando Fausto intentó besar a Sofía ella lo evitó, quería comenzar a olvidar sus labios.

-Debo irme- dijo la chica decidida a marcharse, arreglar su automóvil y seguir su nuevo camino, sin Fausto. -Está bien, te ayudaré con tu auto, pero antes quiero darte algo- dijo el chico, quien subió por las escaleras y tardó un par de minutos.

-Me dieron esto hace unos meses, nunca me había importado tanto como hoy- dijo Fausto a Sofía mientras le enseñaba una fotografía de la fiesta de fin de semestre, donde, precisamente, los dos aparecían besándose. -Quiero que esta foto sea un recuerdo de esta noche, de lo que fue y lo que no será y de lo agradecido que estoy contigo por permitirme conocerte- dijo el chico mientras rompía la fotografía en dos. Extendió su mano con una mitad de la foto hacia Sofía, la chica la tomó y la observó detenidamente. Era ella, con los ojos cerrados, besando a alguien que ahora ya no estaba.

Fausto guardó su parte de la foto en la bolsa de su camisa, tomó a Sofía de la mano y caminaron hacia el automóvil. Llegaron a donde estaba el auto de Sofía, lo llevaron a un taller mecánico y Fausto llevó a la chica a su apartamento.

-Tu auto estará listo mañana, lo bueno es que el taller está a un par de calles... Supongo que es todo - dijo el chico cuando se encontraban justo afuera del edificio. -Gracias Fausto- dijo sinceramente Sofía; el chico besó su mejilla, muy cerca de la boca, y con un simple. -Adiós- se marchó.

Mientras subía lentamente las escaleras Sofía pensaba en que era el final de su amor por Fausto, que las cosas sucedieron de una manera muy extraña y que no se repetiría una noche como esa y,  si de algo estaba segura, es que había terminado de la mejor manera posible.

Buscó en su bolso sus llaves y al encontrarlas encontró también la mitad de foto que Fausto acababa de regalarle. La tomó con fuerza entre su mano y dio un gran suspiro.

Unas horas antes Andrea llegó al apartamento con bastantes cajas, se extrañó al percatar la ausencia de su amiga pero comenzó con su mudanza. Estaba casi terminando de desempacar cuando llamaron a la puerta

... Esperen pronto el Desenlace de esta historia...

No hay comentarios:

Publicar un comentario