miércoles, agosto 18, 2010

...Una Foto... Capítulo 19: El Secreto de Flora

El jilguero y el verde pinzón revoloteaban cantando alegremente esa mañana, Flora los miraba recargada en los barrotes de su ventana. Hoy, por quinta ocasión había ido a dormir a su casa, sabía que no era correcto el modo en el que había manejado las cosas; pero sabía también que lo que más deseaba en todo el mundo era ser tan libre como las aves que alegres le presumían su libertad.



-Es que no puede ser posible, otra vez no llegó a dormir, y sin contar las veces que ha llegado de madrugada. Andrea tienes que decirnos que pasa con Flora- Darío estaba bastante contrariado por el comportamiento de Flora, lo mismo, lo llevo a desconfiar de la chica. Por ello pedía explicaciones a Andrea. -Darío tiene razón. Lo que sea que haga Flora no es bueno y tenemos el derecho de saberlo- apoyó Sofía a su amigo. -¡Basta Chicos! Se que la forma de vida de Flora los desconcierta, pero juré que no diría nada, lo único que puedo decirles es que no está metida en algo malo, pero ¿Por qué no le preguntan ustedes mismos? Entiendo que merecen una explicación y Flora debe dárselas- Andrea se encontraba en un dilema, por un lado había prometido a Flora no decir nada, y por otro Darío y Sofía eran sus mejores amigos y no podía mentirles.

-Eso es lo que haremos, le exigiremos una explicación- dijo Darío mientras escribía un mensaje de texto dirigido a Flora:

"Flora, nos urge hablar contigo, creemos que para poder seguir viviendo con nosotros debes explicarnos que sucede. Te vemos en el apartamento a las 7 de la noche. Darío"

A las siete de la noche en punto ya se encontraban Darío, Sofía y Andrea sentados en el comedor. A pesar de que Andrea ya no vivía en el apartamento decidió asistir tanto para persuadir a Flora que contara todo y para pedir a Sofía y a Darío que no fueran tan severos con la chica. -¡¿ Qué pasa con Flora ?!- preguntó Darío un poco desesperado, ya habían pasado quince minutos y la chica aun no llegaba. Los ánimos ya estaban bastante tensos en el comedor, el reloj marcaba las ocho menos quince y no había ni pista de Flora. Intentaron llamarle sin obtener éxito. A las ocho en punto Darío se puso de pie. -No pienso esperar más, tendremos que buscar un nuevo compañero de piso, Flora se va- dijo el chico con determinación. En ese instante la puerta se abrió y Flora apareció en el apartamento.

-Disculpen la tardanza, no podía venir antes, ¿De qué quieren que hablemos?- dijo la chica tomando asiento. -Iré por unas bebidas-  dijo Sofía poniéndose de pie. -Flora, necesitamos saber que sucede contigo, porque tus desapariciones tan repentinas, porque tus constantes llegadas en la madrugada, necesitamos saber que pasa o tendremos que desalojarte- dijo Darío seriamente; el chico se lamentaba hablarle así a Flora, ya que, a pesar de llevar poco tiempo viviendo juntos se habían hecho buenos amigos, sin embargo, Darío creía que si el tema no se hablaba con seriedad no podrían llegar a un acuerdo.

-Está Bien- dijo Flora después de unos minutos de meditarlo. -Les contaré la historia desde el principio- y así la chica comenzó a hablar acerca de su misteriosa vida. -Hace ocho años mi hermana mayor se enamoró perdidamente de un chico, yo veía ami hermana muy feliz, creo que era amor de verdad. Sin embargo, había a alguien que no le parecía esa relación, ese alguien es mi padre. Los meses pasaron y el noviazgo de mi hermana fue mejorando día con día, sucedió lo que tenía que suceder y mi hermana resultó embarazada.- La chica hizo una pausa, sus amigos la miraban con interés.

-Yo fui la primera en saberlo, en ese entonces mi hermana tenía sólo diecisiete años y yo unos trece, prometí que no contaría el secreto, pero no pude hacerlo y le conté a mis padres- los ojos de la chica comenzaron a llenarse de lágrimas. -Yo tuve la culpa de todo, cuando mi papá se enteró, prohibió a mi hermana ver a su novio y un día no muy especial mi hermana escapó y desde entonces no hemos vuelto a saber nada de ella. No sabemos si tuvo a su bebé, no sabemos en donde está, no sabemos siquiera si está sana y salva- Flora secó sus lágrimas y de su bolso sacó una fotografía recortada.

-Esta fue la última foto que tomamos de mi hermana, fue en su fiesta de cumpleaños- El silencio reinó en el comedor todos Sofía y Darío estaban desconcertados, sin embargo aun no comprendían que tenía esa historia que ver con la inestable vida de Flora en el apartamento.

Desde ese día...- continuó relatando Flora -...mi papá nos comenzó a sobreproteger de una manera increíble a mis hermanas, a mi madre y a mí, nos lleva y nos recoge a todos lados a donde vamos, no nos deja salir con nuestros amigos, hasta puso barrotes en nuestras ventanas. Al principio lo comprendía, sabía que haber perdido a su hija mayor era un dolor muy fuerte, y que no soportaría si algo nos pasara. Pero con el paso de los años quise empezar a hacer mi vida, a soltarme de esas cadenas, cosa que no había podido hacer.-

Darío y Sofía se miraron, creían haber comenzado a entender. -Entonces, ¿Tú también escapaste?- preguntó Sofía suavemente. -No- contestó Flora. -Hace unas semanas, me ofrecieron trabajo en un bar como cantante, una oportunidad  única, es un bar muy reconocido y decente. Estaba contenta por la oportunidad que se me presentaba. Para mi fortuna, mi padre recibió una invitación para dirigir una unidad de cardiología fuera del país; el es cardiólogo y aceptó a pesar de tener que dejarnos por varios meses. Así fue como comencé a trabajar en ese Bar, sentía espectacular cuando me aplaudían y me pedían que no parara de cantar. Por fin, mi sueño hecho realidad. Comencé a ganar dinero y Andrea me comentó que estaban buscando quien ocupara la habitación, con mi inmenso deseo de salir de casa y sin que nadie se enterara, llegué a vivir aquí con ustedes. Mi madre y mis hermanas me apoyaron y decidieron guardar mi secreto siempre y  cuando yo regresara cada vez que mi padre viniera a la ciudad a visitarnos y así lo hice. Ahora trabajo con menos frecuencia en el bar, es por ello que suelo llegar muy de madrugada. Y cuando no llego a dormir, es porque paso la noche en mi casa, ya que mi padre está de visita.- 

El silencio volvió a invadir la estancia tras un suspiro Flora finalizó.-Ya conocen mi historia. Espero puedan entenderme y les ruego que por favor no corten mis alas- Sofía y Darío la miraron. -Como lo dije la primera vez que te vi, yo no tengo ningún problema, la habitación es tuya- dijo Sofía tomando la mano de Flora. Darío estaba serio, callado simplemente miraba a la chica. - Y si necesitas algo, no dudes pedirlo, y por favor, avísanos cuando no vayas a llegar- dijo el chico con una sonrisa.

Los secos días de Octubre dieron paso a los primeros días de un frio y lúgubre Noviembre. Ahora era muy común ver a los cuatro chicos juntos en la universidad, desde que Flora había contado su historia los chicos estaban más unidos. -Ni crean que me acercaré a saludarlos- dijo Andrea una mañana que estaban sentados en una banquita del patio principal. La chica se refería a Daniel y a Bianca, quienes estaban sentados un par de banquitas adelante. -Pero si no tiene nada de malo, el es tu ex-novio y ella fue tu compañera en el concierto, mínimo deberías saludarlos de lejos, de nada sirve que hagas como si no existieran, ¿Tengo Razón Flora?- dijo Darío abrazando llamando a Flora con el codo. -Si Andrea, Darío tiene razón no puedes hacer como si no existieran, aunque también te entiendo porque como vas a saludar a tu ex en frente de su novia- aconsejó Flora, como siempre, acertadamente. Los  cuatro chicos rieron y entre Sofía y Darío intentaban acercar a su amiga Andrea a Daniel. Sabían que en el fondo, pero muy en el fondo, Andrea seguía sintiendo algo por su ex-novio.

Esa tarde los cuatro amigos se juntaron a comer en el apartamento, platicaban amenamente sobre como festejarían el cumpleaños de Flora que estaba cerca. -Si me toca cantar en el Bar estoy perdida- dijo la chica. -Claro que no, que mejor manera de festejar que haciendo lo que más te gusta, además obviamente iríamos a verte cantar- propuso Darío. Siguieron platicando hasta que comenzó a anochecer. -Iré a darme un baño y a prepara mis cosas, hoy tengo que ir a cantar- dijo  Flora levantandose de la mesa. Los tres amigos recogían y lavaban los platos mientras platicaban de Daniel y Bianca. Escucharon a lo lejos sonar el teléfono móvil de Flora pero no prestaron atención. -Ya llamaran de nuevo si es una emergencia- dijo Sofía mientras guardaba los vasos limpios en  la alacena. El teléfono sonó otro par de veces pero ahora los chicos no lograron percibirlo. Andrea se marchó a su casa sin poder despedirse de su amiga Flora.

Flora salió del baño y revisó su teléfono, las llamadas perdidas eran de su casa, también había llegado un mensaje de texto, era una de sus hermanas:

"Flora, mi padre llegó de visita sorpresa, lo sabe todo, la abuela le contó sin querer. Va en camino al Apartamento. ¡Escapa!"

La chica tomó su maleta y comenzó a guardar todas sus cosas, tenía que desaparecer para que su padre no la descubriera. Algo la detuvo, se imaginó a su padre sufriendo por no encontrarla, siguió empacando pero sin intenciones de escaparse, no dijo nada a sus amigos y esperó que tocaran a la puerta.

Sofía se encontraba en la estancia haciendo tarea y observó las luces de una patrulla por la ventana, se asomó y percibió que un señor muy molesto iba entrando al edificio. Llamó a sus amigos para que juntos vieran por la ventan lo que sucedía. -¿Qué pasa?- dijo Darío saliendo de su habitación. Sofía se disponía a responder cuando tocaron la puerta estridentemente, parecía que querían derribarla.

-¡¿En Dónde está mi Hija?!- gritó bastante exhaltado el señor. -¡Tú! Muchacho, de seguro tu la enamoraste y la trajiste a este nido de ratas- el señor se abalanzó en contra de Darío. -¡Papá Basta! ¡Él es solo mi compañero de apartamento!- gritó Flora desde el pasillo que daba a las habitaciones. -¡Flora, como te atreves, después de lo que me hizo tu hermana! ¡Ahora mismo vienes conmigo!- el señor estaba completamente fuera de control, jaloneó a Flora del brazo y salió del apartamento sin siquiera tomar las pertenencias de la chica. Sofía y Darío bajaron tras ellos. Flora lloraba amargamente. -Papá me estás lastimando, me iré contigo, ahora suéltame por favor- el padre de Flora no la soltó hasta haberla subido al auto. -Oficial, creo que no fue necesaria su intervención, Gracias por acompañarme- dijo el señor mientras subía a su automóvil.

Darío y Sofía observaron al auto desaparecer de la avenida y a sirena de la patrulla desvanecerse entre los autos. En silencio subieron al apartamento esperando que Flora estuviera bien.



El jilguero y el verde pinzón revoloteaban cantando melancólicamente esa mañana, Flora los miraba recargada en los barrotes de su ventana. La chica lloraba tristemente.Sabía que amaba a su padre y no quería que sufriera nuevamente el mismo dolor. Pero sabía también que lo que más deseaba en todo el mundo era ser tan libre como las aves que alegres le presumían su libertad . Libertad que había perdido la noche anterior, donde sus alas fueron cortadas regresando así a su jaula... Esperen Pronto el capítulo 20...

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