sábado, agosto 13, 2011

Memorias de Portarretrato... Capítulo 17: Desde el Hospital

No es muy placentero visitar un hospital, mucho menos visitarlo frecuentemente. Con sus pasillos siempre oliendo a desinfectante, con el ambiente lleno de miedo, preocupación  e incertidumbre, decenas de personas cumplen el irónico ciclo de llegar a la vida, luchar por ella y en ocasiones abandonarla en un cuarto de hospital. Y ahí estaban, en el cuarto piso del hospital, Flora, Paulo y Greta esperando al neurólogo que atendía a la chica; habían pasado dos semanas del accidente y los resultados estaban listos, por fin sabrían lo que provocaba las constantes caídas de la chica. Unos diez minutos después Franco entraba por la puerta de la planta baja al área de "Urgencias". Su hijo menor, Maximiliano se había lastimado la pierna jugando fútbol y con un intenso dolor, llegó al centro médico apoyándose en su padre. Justo cuando el médico revisaba la pierna de Maximiliano, Leonora entraba por la puerta que daba al estacionamiento. Como cada martes, visitaba a su marido; a pesar de que los médicos no habían dado ninguna esperanza de que él despertara, Leonora no perdía la fe y esperaba que un milagro ocurriera y pudiera pedirle perdón a su esposo. Sin embargo, lo más inexplicable de asistir a un hospital es la misteriosa manera en que esta  simple visita puede cambiar nuestras vidas...

Lejos de las ambulancias y las enfermeras Darío esperaba en la puerta de la Academia de baile donde trabajaba Bianca, iba con todas las intenciones de persuadirla para que se convirtiera en la profesora de Danza de su escuela de Arte que abriría en el verano. Las jovencitas comenzaron a salir por la puerta de madera que daba a la calle y curiosamente Darío creyó ver a Aurora cruzar la calle, los padres de la chica llevaban dos semanas buscándola, la chica apenas se había comunicado con ellos para anunciar que se encontraba bien y que no iba a revelar su paradero. No fue hasta un par de minutos después cuando a Darío se le ocurrió una idea y dejó de esperar a Bianca para seguir al automóvil al que Aurora se acababa de subir. Sabía que su relación con la chica no era muy cercana, pero tal vez hablando con ella podría hacerla regresar. Y así, Darío subió a su automóvil hasta llegar a una exclusiva zona residencial, el automóvil donde Aurora viajaba entró por el portón de una inmensa casa, instantes después Darío tocó el timbre, sólo para encontrarse con quien de un principio estaba buscando y menos esperaba. -¡¿Darío?! ¿Qué haces aquí? No te veo desde aquella reunión hace unos diez años. ¡Adelante!- recibió alegremente Bianca a Darío. -¡Bianca! Perdóname, pero es que creí ver entrar a alguien, tal vez estoy confundido- respondió él sin comprender lo que sucedía. -¿Quién es Bianca?-preguntó Aurora asomándose por la puerta. La chica palideció en cuanto vio a Darío y entró a la casa al instante. Bianca miró a Darío comprendiendo lo que sucedía. -Se que crees que soy un horror de persona, pero no podía dejarla ir, está muy desubicada- se excusó ella. -Bianca ¡Sus padres llevan buscándola dos semanas! ¡Andrea está muy angustiada! Si no te molesta, voy a llevármela- dijo Darío decidido entrando a la fuerza. -¡Darío por favor! ¡He vivido sola en esta casa más de diez años! ¡Ella me ha devuelto una vitalidad cómo no te imaginas! ¡Al menos permítenos explicarte!- suplicó Bianca. Darío no dijo ni una sola palabra y entró muy efusivo a la casa. Tomó a Aurora por los hombros. -¿¡Tienes idea de cómo está tu madre!? ¡¿Qué haces aquí!? ¡Vamos te llevaré a casa!- gritó él, parecía haberse transformado en otra persona. Bianca golpeó la espalda de Darío con todas sus fuerzas. -¡Darío suéltala! ¡Tranquilízate o tendré que pedirte qué te vayas!- gritó decidida. El terror invadía el rostro de Aurora y Darío recapacitó y la soltó. -Espero tengan una buena explicación para esto- dijo más tranquilo. Aurora habló de la razón por la cual se había escapado de casa, Bianca sirvió unas tazas de té y Darío escuchó un buen rato la historia que la chica estaba contrando. -Ahora que lo pienso, cuando vivía en Milán, tu madre me contó acerca de esa relación con Ignacio de la Parra, lo que no comprendo es porque no quieres ver a tus padres- preguntó Darío contrariado. -Darío, tiene dieciocho años, a esa edad tus problemas no son más que haber reprobado una materia o no tener que ponerte para una fiesta; es complicado- excusó Bianca sonriente. -Se que no suena coherente, pero de verdad, no puedo poner una sonrisa en mi rostro y fingir que he perdonado que me ocultaran la verdad todo este tiempo. Los amo, pero para perdonarlos primero tengo que sanar- explicó Aurora muy convincente. -Creo que después de todo tienes razón, pero deberías aunque sea visitarlos, llamarlos más frecuentemente, algo que los tranquilice- propuso Darío. -Lo haré, lo prometo, pero por favor, no les diga en donde estoy, aun no estoy lista- pidió Aurora tranquila. -¿Y cuándo piensas estar preparada Aurora?- preguntó Darío desafiante. -Te aseguro que no se tardará tanto en olvidar como tú con Corina- respondió Biianca sarcástica. Aurora los miró sin entender. Darío se sorprendió muchísimo.
-Creo que puedes subir a descansar un rato, puesto que tal vez no entiendas esta conversación- dijo Bianca a Aurora, la chica asintió sin decir una palabra.

En un cuarto de un privado pero elegante hotel, Sofía y Fausto rompían por cuarta vez su promesa de "distanciarse" durante el proceso de divorcio de ella. Sofía se encontraba recostada en el pecho de Fausto. -¿Cómo va el divorcio?- preguntó Fausto mientras acariciaba el cabello de ella. -Si todo sale bien, la próxima semana seré una mujer libre- dijo entusiasmada. Con el ajetreo de la escapada pasional a la hora de la comida Sofía no se percató de que había olvidado su teléfono móvil en el escritorio de su oficina. -No se si esté en tus planes, pero después de las elecciones podríamos organizar una íntima boda, no podemos escondernos en hoteles por siempre- propuso Fausto de una  manera un poco inusual. -¿Estás hablando en serio?- preguntó Sofía incrédula. -Entiendo si no quieres, salir de un matrimonio para entrar a otro, no debe ser tu ideal más próximo- dijo Fausto. Sofía miró su reloj. -¿Te importa si hablamos de nuestra boda después? Tengo una cita en veinte minutos con unos inversionistas japoneses, te llamo después- dijo Sofía levantándose de prisa de la cama.
 Fausto se quedó ahí acostado, pensando en que ella no había descartado del todo la idea de casarse.


-¿Cómo te enteraste de eso?- preguntó Darío extrañado. -Entre los amigos de la universidad se corren muchos chismes, y cuando volviste a la ciudad, empecé a recibir varios rumores de porque te habías divorciado- confesó Bianca. -Vaya, no tenía ni idea de que mi historia fuera tan popular- dijo Darío irónicamente mientras sorbía un poco de té. -¡Vamos! el chisme siempre ha sido el pan de cada día, así como cuando se corrió el rumor de que Paco Suárez abusó de una menor, o cuando nos acusaron a los de la obra de teatro por consumir anabólicos- alentó Bianca. -¿Paco Suárez? ¿El qué iba en mi clase de medios?- preguntó Darío incrédulo. -Él mismo- dijo Bianca mordiéndo una galletita de una bandeja que había servido en la mesa de centro de la sala. -Siempre supuse que los peores errores sólo se cometían cuando jóvenes- dijo Darío pensando en los errores que había cometido a lo largo de su vida. -Vaya que sí, al menos yo, me arrepiento de una sola cosa- dijo Bianca suspirando. -Déjame adivinar ¿Tiene algo qué ver con qué no tengas familia?- supuso Darío casi seguro. Bianca asintió y comenzó a llorar. -Después de todo siempre tuviste razón; si no hubiera abortado, si hubiera tenido a mis bebés- dijo ella llorando melancólicamente. -¿Bebés?- preguntó Darío. A lo que Bianca respondió la historia de sus múltiples embarazos interumpidos. -Es por eso que ahora que está Aurora conmigo, es lo más cercano que he sentido a ser madre- confesó Bianca secando sus lágrimas con una servilleta.-Pero ella tiene que regresar al lado de Andrea y Luis, debe hablar con Ignacio en caso de que sea su padre- explicó Darío renuente. -Lo sé, y te prometo que en cuanto sepa que esté lista yo misma la llevaré a hablar con ellos, pero por ahora quiero disfrutar esta fantasía de ser su madre, aunque sea por poco tiempo- dijo Bianca casi implorando. Después hablaron de la propuesta que Darío tenía para ella en la escuela de Arte hasta que Darío decidió marcharse. -Entonces, ¿Te interesa el proyecto?- preguntó Darío directamente antes de salir por la puerta. -Siempre me han entusiasmado tus ideas, pero creo que está vez no podré aceptar, para esas fechas no pienso estar aquí- respondió Bianca muy segura. -¿Cómo? ¿A dónde irás?- preguntó Darío intrigado. -Pienso descansar un año en La Academia y tomarme unas vacaciones- respondió Bianca sonriente. -Me gustaría que cambiaras de opinión. Y en cuanto a Aurora, no te preocupes, yo hablaré hasta que ella esté lista- cedió Darío no muy convencido. -Darío, Gracias por Todo-  agradeció Bianca sinceramente. -Sólo espero de verdad que Aurora se recupere pronto, me duele ver a Andrea angustiada- confesó Darío.- Así será, te lo aseguro- prometió Bianca y Darío salió de la casa...

-¡¿Qué sucedió!? ¿¡Dónde está Maximialiano!?- preguntó Sofía angustiada en cuanto llegó al hospital. -¿Por qué no respondías  al celular?- preguntó Franco molesto. -Salí a comer y lo dejé en la oficina, ahora quiero ver a mi hijo- respondió Sofía impaciente. -Le acaban de dar un calmante y está dormido, el dolor es un pcoo intenso, se fracturó el tobillo- explicó Franco tranquilamente. -De acuerdo, esperaré a que despierte, mientras haré  algunas llamadas, dejé a inversionistas esperándome en la sala de juntas- explicó Sofía. -¿Sabes algo Sofía?- preguntó Franco desafiante. Ella giró su cabeza para mirarlo fijamente. -Cada día que pasa, estoy más convencido de que divorciarnos es la mejor idea que se nos ha ocurrido en años- dijo secamente Franco respirando fuertemente. Sofía no pudo mirarlo más, agachó la cabeza y salió de la salita de espera...

-No debemos volver a hacer esto- dijo Miguel. Estaba en una de las bodegas de mantenimiento de la universidad. -Es la tercera vez que me dices eso en esta semana- dijo Monserrat mientras lo besaba apasionadamente y se abotonaba la blusa. -Tu me has prometido tres veces que dejarás a Ricardo- dijo Miguel molesto separando sus labios de los de la chica. -Lo sé, pero me es  imposible, de verdad, por más que lo he intentado no puedo, es un gran chico- se justificó Monserrat. -Odio decir esto, pero te entiendo, por más que he tratado de ser cortante y mal amigo con él, el muy ingenuo sigue queriendo ser mi amigo. ¡Rayos! Soy un asco de persona- se dijo Miguel a si mismo. -Hagamos una promesa- dijo la chica. -No volveremos a venir a esta bodega hasta que deje a Ricardo y tu dejes de ser su amigo. ¿De acuerdo?- propuso Monserrat extendiendo su mano. -De acuerdo- dijo Miguel no muy convencido y estrechó su mano con la de la chica. -Ahora, me voy a casa- dijo la chica besando sensualmente la mejilla de Miguel y saliendo de la bodega...

-Si conocieras a Darío, es tan divertido, se llevarían muy bien, los dos son muy elocuentes y bromistas- decía Leonora a su esposo mientras acariciaba su rostro. -Mañana vendrán los doctores a hacerte otro chequeo, al parecer hay un tratamiento alternativo que podría ayudarte- hablaba Leonora. -Estaba pensando si te molestaría si Darío y yo... Olvídalo, soy una tonta, tu eres mi esposo, así lo juramos, hasta que la muerte nos separe- Leonora no podía evitar sentir lo que estaba sintiendo por Darío. Y a la vez no quería dejar a su esposo sólo, en cama, inconsciente. -¿Sabes algo? A él es al único que le he contado nuestra historia, y se ha mostrado muy comprensivo, salir con él me hace recordar las primeras veces que salimos juntos ¿Y te confieso algo? Podré tener muchas primeras citas, pero ninguna será como la nuestra, perdóname, perdóname por todo...- diciendo esto, Leonora quitó el respirador que tenía vivo a su esposo por un momento y besó sus secos labios...

Monserrat llegó como cualquier otro día a su casa, saludó a Isabella, su madre y subió a su habitación. Sin embargo al abrir la puerta se encontró con quien menos esperaba. -¡¿Ricardo!? ¡¿Qué demonios haces  aquí!?-preguntó ella asustada. -Entré por la ventana, sólo quería verte, ya casi no te encuentro en la universidad, ni salimos ¡Te extraño!- dijo el chico efusivo intentando besar a su novia. -¡Basta Ricardo suéltame!- gritó ella separándose del chico. -Cálmate, tu mamá podría escucharnos- dijo el chico y románticamente abrazó a su novia y comenzó a besar su cuello. En ese momento a Monserrat se le ocurrió una idea. -Ricardo, ahora no, por favor, detente o voy a gritar- dijo seriamente. -¿Qué pasa? Vamos, se que quieres esto tanto como yo- dijo el chico emocionado y siguió besándola. -¡Basta ya!- gritó la chica. -¡No te entiendo Monserrat! ¡No hemos podido estar juntos desde hace mucho tiempo! ¡Tal vez es lo que le falta a nuestra relación para dar el siguiente paso!- Ricardo estaba muy molesto. -¡Mamá! ¡Ayúdame! ¡Ricardo está en mi habitación! ¡Está cómo loco!- gritó Monserrat desesperadamente. Isabella subió al iinstante y abrió la puerta de golpe. La chica abrazó a su madre asustada y Ricardo se quedó helado del susto. -Señora  Isabella no... no es lo que usted cree- intentó excusarse el chico inutilmente. -No cabe duda que eres igual de obsesivo que tu padre. Vete de mi casa, y si te volvemos a ver por aquí levantaré una orden de restricción. ¡Largo!- ordenó Isabella amargamente. sin decir nada Ricardo salió de la habitación y de la casa...

Leonora seguía conversando con su marido cuando Greta salió junto con sus padres del consultorio. Sin decir ni una palabra, los tres subieron al auto. Una débil lluvia caía en la ciudad a pesar de que el sol estaba en todo su apogeo. Conforme el automóvil avanzaba, Greta recordaba una a una las palabras que acababa de decir el médico. Cerraba sus ojos y volvía a verse sentada en el consultorio. Las palabras del doctor aun recalcaban en su mente. "Debemos comenzar el tratamiento de inmediato" "Es un caso sumamente peculiar, esta enfermedad sólo le da a niños y a varones mayores de veinte años". "Es una enfermedad incurable, pero con rehabilitación y medicamentos puede controlarse". "Poco a poco irá perdiendo la movilidad de sus extremidades, en algunos casos hay dificultad al respirar y al ingerir alimentos" "No debemos perder la esperanza, en cada paciente es diferente" "Estamos a tiempo de alentar los padecimientos lo más posible" "Debo decirles que esta enfermedad al final provoca la muerte, pero la esperanza de vida puede ser muy alta"; y por último Greta recordaba el nombre de la enfermedad, las tres palabras que la acompañarían por el resto de su improbable vida. "Greta, tienes una enfermedad llamada atrofia muscular espinal". Tanto sus padres como ella venían inmersos en sus propios pensamientos. Y con amargas y dolorosas lágrimas en sus ojos Greta comenzó a intentar afrontar su nueva realidad...

La tarde había aclarado comenzando a palidecer por la llegada de la noche. Eran las 6:57 de la tarde cuando los hermanos mayores de un chico que se había fracturado jugando fútbol llegaron a visitarlo a una habitación del quinto piso del hospital. Sus padres quienes apenas iban a divorciarse apenas se dirigían la palabra. 

Para las 7:07 de la noche, tan sólo veinte minutos después del terrible deceso,  la noticia se había distribuido por todo el hospital. Un hombre había muerto en el área de los pacientes que se encontraban en coma, después de tres años de estar vivo gracias a un respirador artificial. Su esposa, una bella psiquiatra se encontraba con él en aquel momento, y como era de esperarse, estaba devastada...



martes, julio 19, 2011

Memorias de Portarretrato... Capítulo 16: La niña perdida

Desde muy pequeña, Aurora había demostrado su falta de miedo a extraviarse , ya fuera en el supermercado o en un inmenso parque de diversiones , Aurora se separaba de sus padres sin avisar, teniendo la certeza de que ellos siempre la encontrarían, así entonces Aurora creció con la idea de que nunca estaría perdida. Lamentablemente aquella tarde era diferente, caminaba rápidamente sobre la lluvia, no sabía si estaba triste, asustada, sorprendida o enojada. Sabía exactamente a cuantas calles de estaba su apartamento, podía llegar con exactitud a la parada del autobús que la podía llevar a casa de alguna amiga y tenía la certeza de que en la estación de policía de la esquina podrían ayudarle. Si, Aurora sabía exactamente donde se encontraba, y por primera vez en su vida se sentía extraviada...
Apenas había tenido oportunidad de tomar la larga gabardina empapada de su padre y sus zapatillas de ballet antes de salir corriendo del apartamento; y mientras la lluvia seguía mojando su rostro, intentaba decidir a donde ir. Sin estar segura de su decisión, comenzó a correr entre los automóviles...

Para Bianca los días de intensa lluvia eran de lo las deprimentes. Después de dar clases en la Academia de baile, regresaba a casa, preparaba un hirviente jarrón de té y se sentaba en el sofá mirando a la ventana. Mientras observaba las gotas correr por el vidrio recordaba, lo que había pasado antes... Muchos mucho tiempo atrás... Y poniendo sus manos en su vientre regresó en su mente a su juventud, el triste recuerdo de los múltiples embarazos interrumpidos voluntariamente por preferir su carrera; se veían opacados cuando revivía los aplausos y ovaciones que recibía al final de cada función o muestra de baile en las que había participado. Recapitulaba también cada uno de sus matrimonios, el primero con un maduro productor de teatro quien la lanzó a la fama, el segundo con un gran hombre de quien estuvo totalmente enamorada pero que la dejó meses después de la boda por su evidente falta de deseos por convertirse en madre y el último, con un atractivo empresario que la trataba como a un vil objeto, y que al morir asesinado misteriosamente, le heredó a su viuda una vieja propiedad donde se realizaban turbias transacciones. Con el sonido que la tormenta provocaba al golpetear todas las ventanas de la inmensa y vacía residencia, con cierto coraje por los hombres,  Bianca recapitulaba como había transformado aquella vieja propiedad heredada en un lugar donde los hombres seguirían viendo como objetos a las mujeres, donde mientras ellos se regocijarían saciando sus bajos placeres, ellas exprimirían cada centavo de su bolsillo y así nació "Venecia". Y finalmente el recuerdo más antiguo, pero más vivo, lamentable y dramático llegaba a su mente al caer de cada rayo, al oír de cada trueno. Era Bianca de niña, asustada por la tormenta, aun podía sentir los abrazos de su madre protegiéndola, tranqulizándola del pavor que le generaba desde pequeña presenciar aquel fenómeno natural. Aquel recuerdo que la había acompañado siempre aun cuando ya  había crecido, aun cuando su madre había partido de este mundo; y tristemente pensaba que ella jamás tendría a quien proteger en sus brazos los días de tormenta...

La tormenta generaba cada vez más disturbios y complicaciones, las avenidas principales comenzaban a inundarse, el agua comenzaba a desbordarse por las alcantarillas y bravos riachuelos eran generados en las calles desiguales o empinadas. Comenzaba a anochecer cuando Natalia en compañía de su padre,  llegaron al hospital a visitar a Greta. - ¿Todo bien Flora? Venimos en cuanto nos enteramos, Sabes que cualquier cosa que necesites, aquí estamos para ayudarte- pregunto Franco a Flora. -Gracias por venir, Greta está bien, sólo fue una pequeña caída, se quedará un par de horas más a que la examinen, a lo mucho hasta mañana- respondió Greta optimista como siempre. -¿Puedo verla?- preguntó Natalia. -Adelante, acaba de despertar hace unos minutos- dijo Flora tomando de la mano a Natalia y sonriendo.  Aunque sabía que no era importante, Natalia no quería encontrarse a Eric por ahí, supuso que estaría ahí, después de todo, él era el novio de Greta y según lo que había entendido, aquel día tenían una cita; sin embargo, para su suerte no encontró al chico en el hospital. -Ya te dijo Aurora que las zapatillas que usas son excesivamente altas, si las sigues usando podrías lastimarte más gravemente - dijo la chica asomándose por la puerta de la habitación donde descansaba Greta. -Creo que saliendo de aquí tendrás que acompañarme a comprar unos zapatos un poco más bajos, espero no parecer abuela- dijo Greta sonriendo. Natalia se acercó a su amiga y acarició su cabello, comenzaron a platicar del incidente y el nombre de Eric salió a la conversación. -Por cierto ¿Sigue aquí? no lo he visto desde que subí a la ambulancia- preguntó Greta intrigada. -No lo vi al entrar, supongo que se marchó- respondió Natalia como queriendo evadir el tema del chico. -¿Sabes algo? Aunque llevamos muy poco tiempo saliendo, creo que me estoy enamorando de él- confesó Greta sonriente. -¿Qué estás diciendo Greta? No puedes enamorarte tan rápido. Además debo contarte algo sobre Eric- decidió Natalia armándose de valor. -¿Qué sucede con él?- preguntó su amiga extrañada. -No es nada grave, sólo quiero que lo sepas- dijo Natalia quien suspiró fuertemente y dijo. -Yo conocí a Eric hace unos años. Se acababa de cambiar de casa a mediados de secundaria, dejo la escuela donde tu lo conociste, y llegó a la escuela donde yo lo conocí... -la chica hizo una pausa, esto le estaba costando más trabajo de lo que creía. -Natalia, no entiendo nada, por favor, se más clara- pidió Greta muy contrariada. -Resulta ser que Eric es... fue el chico de quien les he hablado, el único de quien he estado enamorada, hace algunos años Eric y yo fuimos novios...-confesó Natalia por fin, y comenzó a contar su romántica historia, desde el día que se conocieron, los constantes rechazos de la chica hacia Eric y la conmovedora manera en que el chico le pidió fuera su novia en el patio de la escuela frente a decenas de alumnos. Además, Natalia contó a su amiga, el día en que Eric terminó con ella, un día antes de San Valentín, cuando ella no quiso dar el siguiente paso en su relació . -¿Estás segura de lo que dices?¿Estás hablando de mi Eric?- preguntó Greta tratando de dar crédito la historia que acababa de escuchar. -Así es y no es que no quisiera, . Eric ha sido el único chico al que he amado de verdad, ha sido mi único novio, pero me estaba presionando mucho, no estaba lista- explicó Natalia. -Vamos Natalia, eso pasa todos los días, los chicos así son, incluso a mi me lo han hecho, dos veces, y si a ti no te importa que esté con Eric a mi no me afectará el pasado que vivieron juntos- animó Greta a su amiga. -Lo que no pasa todos los días es que te propongan matrimonio a los quince años- confesó Natalia con la mirada baja. -¡¿Te pidió qué te casaras con él?!- preguntó Greta exaltada. Natalia asintió avergonzada. -¿¡Pero por qué!?- volvió a cuestionar Greta. -Verás, Eric es un gran hombre, lo sé y estoy segura de que puede hacerte muy feliz. Desgraciadamente tiene un gran defecto, no sabe de límites cuando se empeña por conseguir algo, puede hacer cualquier cosa para lograr lo que se propone- explicó Natalia. -¿Estás diciendo qué...- Greta iba a preguntar y Natalia la interrumpió. -Si, Eric me llenó de fantasías y falsas promesas sólo para que yo me entregara a él, y yo le creí, pero cuando se dio cuenta de que no iba a conseguirlo, me dejó y me echó todas sus mentiras en cara ¿Y sabes qué es lo peor? Que a pesar de todo el daño que me hizo, el día que lo vi en tu fiesta, no pude evitar sentir el mismo cosquilleo que sentía al verlo hace tres años- confesó Natalia. -¿Por qué me dices esto entonces? ¿Vas a luchar por él?- preguntó Greta un poco confundida. -No Greta, te lo digo porque eres mi amiga, y porque en una amistad debe haber lealtad y si te hace algo parecido no me perdonaría no habértelo dicho- respondió Natalia tratando de calmar las dudas de su amiga.
-Vaya, hiciste tu buena acción del día, además ¿Lealtad? Tu que sabes de una amistad si nunca me tuviste la confianza para decirme que estabas interesada en Ricardo- dijo Greta a la defensiva, el rostro de Natalia se puso blanco como el papel. -Eso no es verdad, además, estoy saliendo con Ramiro, el amigo de mi hermano Miguel- es excusó Natalia inútilmente. -¿Y qué? ¡Por favor! todos sabemos que te interesa Ricardo y de seguro sales con Ramiro porque no tienes alternativa, Ricardo está enamorado de Monserrat y Eric se está enamorando de mi, se te acabaron tus opciones ¿No?- dijo Greta levantándose un poco de la cama  con una mirada desafiante. -¡Pero que tonterías estás diciendo!- exclamó Natalia ofendida. -¡Ah Claro! y por eso veniste a hacerte la víctima con toda esta historia de Eric y tú, para que yo me alejara de él y pudieras intentar recuperarlo, pero ¿Sabes qué Natalia? ¡No te va a funcionar!- gritó Greta bastante enfurecida. Natalia no sabía que responder, se empezó a llenar de coraje y a la vez no podía creer que la mente de Greta imaginara esas cosas, estuvo a punto de llorar; quería responder pero no tenía idea de que decir; sin decir una palabra salió de la habitación y le pidió a su padre que se marcharan...

-Perdóname por molestarte, no tenía a quien más acudir- dijo Aurora empapada, con los ojos hinchados de tanto llorar, vestía la larga y mojada gabardina de su padre y sus zapatillas de ballet desamarradas que habían pasado de un color pulcro rosado a un desigual gris percudido. -Vamos no hay ningún problema, ven aquí, te pondremos ropa seca y tomaremos un té caliente- dijo Bianca sonriente y comprensiva. -Dime ¿Qué sucede? ¿Por qué has llorado tanto?- preguntó Bianca mientras sacaba de una armario una blusa para Aurora. -Bianca, tu conocías a mis padres mucho antes de que yo naciera ¿Cierto?- preguntó Aurora usando su lógica. - Así es, incluso tomé algunas clases con tu madre en la universidad pero ¿A qué viene esto? Dime porqué has llorado- preguntó Bianca sin entender. -Hubo un futbolista, Ignacio de la Parra, que al parecer tuvo una relación con mi mamá ¿Es cierto eso?- preguntó nuevamente Aurora con mucha insistencia. -Si, lo recuerdo, fue muy curioso, porque terminaron y los dos desaparecieron, ella de los escenarios y el de los campos de fútbol, se decía que estaban muy deprimidos, pero esa versión se desmoronó cuando tu madre y tu padre dieron la noticia de que se habían casado y que pronto convertirían en padres. Pero no entiendo nada Aurora, por favor explícame ¿Qué importa eso ahora?. - pidió Bianca cada vez más confundida. -¿Hace cuántos años exactamente fue eso?- preguntó Aurora cada vez más histérica. -¡Hace unos quince años más o menos!¡Yo qué sé! ¡Ahora dime qué te sucede Aurora sino, no podré ayudarte!- Bianca comenzaba a subir su tono de voz. -Ese futbolista es mi padre- afirmó Aurora secamente, mucho más tranquila y mientras los rayos se reflejaban en la ventana, comenzó a contar a Bianca todo lo que había sucedido, con sus padres, con su supuesto hermano, y el desubrimiento de la peluca que utilizaba para trabajar en "Venecia"...

-Al parecer ya dejó de llover- dijo Sofía mirando a la ventana desde su oficina, ya era de madrugada y los automóviles en las inundadas avenidas comenzaban a fluir más fácilmente. -Creo que llamaré a una grúa  para que me ayude a transportar mi automóvil- dijo Fausto mientras se ponía de pie. Habían conversado por horas. -¿Qué sigue Fausto?- preguntó Sofía angustiada. -Sofía, tu estás muy confundida, apenas hoy recibiste los papeles de tu divorcio, no quiero entrometerme y hacer este proceso más difícil. Quiero estar contigo, pero a fin de cuentas hemos esperado muchos años, creo que podríamos esperar un poco más- dijo Fausto mientras tomaba a Sofía por los hombros. -¡Fausto!- dijo Sofía en un tono completamente enamoradizo y besó dulcemente a Fausto. -En lo que se arreglan las cosas, creo que sería mejor que no hiciéramos eso muy seguido ¿No lo crees?- replicó Fausto con una sonrisa. -Creo que tienes razón- asintió Sofía. -¿Tienes el teléfono de alguna grúa?- preguntó Fausto con su teléfono móvil en vano. -Es tarde, te llevaré a tu apartamento y mañana  vendrás por tu auto ¿Te parece?- ofreció Sofía. Fausto accedió y salieron de la oficina tomados de la mano...

-Comprendo que estés molesta con tus padres, pero salirte de esa manera fue totalmente irresponsable- dijo Bianca después de escuchar lo sucedido. -Es que no comprendo nada, siento que no soy nadie, les perdí toda la confianza - dijo Aurora dramática mientras por sus mejillas derramaba un par de lágrimas. -No seas tonta Aurora, tu sabes quien eres, y enterarte de que Ignacio de la Parra es tu padre, no te hace diferente, entiéndelo- alentó Bianca acariciando la mejilla de la chica y secando sus lágrimas. -Quiero entenderlo, pero no logró hacerlo, algo en mi interior evita que toda esta rabia se vaya y que pueda hablar las cosas con mis padres- dijo Aurora sinceramente. -Tarde o temprano tendrás que hacerlo, al fin de cuentas, ellos te aman incondicionalmente y sea o no la misma sangre la que fluya por sus venas, ellos te seguirían amando igual o más- dijo Bianca abrazando a la chica.
-Puede que tengas razón, pero por ahora no quiero apresurarme, quiero pensar las cosas, tranquilizarme, y después, hablar con ellos- decidió Aurora. -Si lo deseas aquí puedes esperar todo el tiempo que sea necesario- dijo Bianca gentilmente. -¿Quieres decir qué puedo quedarme?- preguntó Aurora emocionada. -Hasta cuando lo necesites y sólo si me prometes que arreglarás las cosas con tus padres- sonrió Bianca, y se abrazaron fuertemente...

Los días subsecuentes siguieron con un clima desastroso, casi titánico. Aun así nadie dejo de hacer sus cosas, menos Darío quien estaba entusiasmado por poder abrir su centro cultural muy pronto. Aunque la remodelación del edificio y la búsqueda de profesores para impartir los diferentes talleres no le dejaban casi tiempo libre, Darío no dejaba de pensar en Leonora. Una noche tranquila y libre de lluvia Darío llegó decidido a los consultorios donde tomaba sus terapias y esperó en su automóvil a que Leonora saliera. Tenía claro que no podían ser más que amigos y tenía claro también que no quería perder dicha amistad, así que compró un cigarrillo a un vendedor ambulante, prendió el radio de su automóvil y espero... Para su suerte, Leonora salió del consultorio unos cinco minutos después de que él llegara. -¡Leonora!- gritó Darío desde la ventanilla del auto. Ella lo saludó de lejos con la mano e intento caminar velozmente a su automóvil. Darío descendió y corrió hasta tomarla por el brazo. -Por favor, no me hagas esto, ya entendí que no podemos ser más que amigos, te lo juro; además necesito urgentemente tu ayuda, no sé si pintar mi oficina color "azul océano" o "verde mojito"- dijo Darío entusiasmado. Leonora rió un poco. -¿Verde mojito? ¿Qué piensas pintar la habitación de un bar para adolescentes?- respondió Leonora sarcástica. -Huele a cigarro- dijo ella olfateando. -Lo siento, soy culpable, sólo lo hago cuando tengo una mezcla de enojo, inseguridad, vértigo y adrenalina- explicó Darío. -No pienso volverte un adicto al tabaco así que, vamos muéstrame los colores que quieres para pintar tu oficina y decidamos- dijo ella sonriente y juntos subieron al automóvil de él.

Después de varias discusiones amables sobre la elegancia del "Rojo Delirio" y lo aburrido que era el "Verde Guacamole", Leonora y Darío conversaban como si nada hubiera sucedido, riéndose de los elocuentes nombres de colores de pinturas. -No quiero que creas que es coqueteo pero... tienes un poco de chocolate aquí- dijo Darío mientras tomaba una servilleta y limpiaba los suaves labios de Leonora, habían comido en un restaurante donde de postre servían un delicioso pastel de chocolate.
-Darío, lo estás haciendo otra vez- dijo ella mientras se alejaba de la mano con la servilleta que limpiaba su boca. -Lo siento Leonora, es que no comprendo, me gustas, y se que te gusto pero no comprendo porque no podemos intentarlo- preguntó Darío desconcertado. Leonora suspiró y de su bolso sacó una pequeña fotografía donde aparecía ella al lado de un hombre en lo que parecía una boda, le mostró la pequeña imagen a Darío. -¿Estás casada? ¿Por qué no me lo dijiste?- preguntó él contrariado. -Nos separamos hace dos años- dijo ella. -¡¿Entonces?!- preguntó Darío un poco esquizofrénico. -Es complicado, el no sabe que estamos separados- dijo ella, su alegre sonrisa se había marchado y dejó lugar a un demacrado y deprimido rostro. -Explícate porque no te entiendo- ordenó Darío. Leonora suspiró y comenzó a contar una historia que ninguno de sus pacientes conocía. -Lo conocí cuando apenas comenzaba a dar terapia,era un paciente bastante sincero, y a pesar de que él era mi paciente, desafié mi ética profesional y nos enamoramos, nos casamos cuando apenas teníamos un año de conocernos, los primeros años fueron fantásticos, pero después de cinco años el amor simplemente se fue, conocí a otro hombre y... se que fui muy mala, tuve que haberle dicho, tuve que haberlo encarado a tiempo- Leonora hizo una pausa mientras contenía el llanto. -¿Le fuiste infiel a tú marido?- preguntó Darío mucho más tranquilo. Leonora asintió y continuó con la historia. -Seguí viendo a aquel hombre y dejé que lo poco que quedaba de mi matrimonio se desmoronara; yo siempre creí que mi esposo tampoco me amaba, pero estaba equivocada. El día de nuestro aniversario mi marido venía de regreso del trabajo, yo ni siquiera recordaba que cumplíamos cinco años de casados, estaba arreglando todos los papeles para ese mismo día pedirle el divorcio y ahí sucedió todo, poco antes de llegar a la casa sufrió un accidente de auto terrible. Cuando me enteré de lo sucedido corrí al hospital, aun pude verlo consciente. Sólo me dijo "Gracias por estos cinco años. Eres la mujer de mi vida, prométeme que estaremos juntos por siempre". No pude prometérselo, pero hasta ahora, la culpa, la tristeza y la esperanza de que despierte y de que pueda perdonarme, me han hecho cumplirle lo que tanto deseaba- contó Leonora llorando desconsoladamente. -¿Qué... qué tiene?- preguntó Darío conmovido. -Duró ocho meses en coma, después el médico le declaró muerte cerebral, pero yo sé que despertará, ¡algo me dice que lo hará! - dijo Leonora llorando aun más. Darío tomó su mano. -¿Por qué nunca me contaste esto? De haberlo sabido yo, hubiera respetado tu decisión - dijo Darío sinceramente mientras acariciaba la mano de Leonora. -Perdóname por no contarte, es algo que aun me cuesta trabajo decir- confesó ella secando sus pequeñas lágrimas. -Antes que otra cosa, somos amigos, y de ahora en adelante no seremos más que eso, lo prometo- dijo Darío mientras pensaba en cerrar cualquier posibilidad de entablar alguna relación sentimental con ella...

jueves, junio 23, 2011

Memorias de Portarretrato... Capítulo 15: El Ritual del Café

Hay un viejo ritual que existe hace décadas; incluso antes de que Darío, Sofía o Andrea nacieran. Este afamado ritual bien puede servir para despabilarse y comenzar el montón de tareas de la oficina, así como para pensar en nuestros planes fututos y llenarnos de energía para emprenderlos, y porque no, para conversar por horas con una entrañable amistad; lo cierto es, que ya sea cargado, tostado, caliente o liviano, el ritual del café siempre nos da un nuevo aliento y aroma de esperanza...

Increíblemente, aunque el café era delicioso, y la atmósfera de la cafetería inspiraba a pláticar tranquila y cómodamente, Darío estaba totalmente aburrido. Contemplando la boca de Isabella hablar y hablar, de su perfecta vida, de como le propusieron matrimonio en un viaje a Inglaterra poco después de la universidad, de como compró la casa de sus sueños antes de cumplir treinta años, de la bendición de tener hijos con el amor de su vida. Un entero comercial de la vida perfeta. -Festejamos este año nuestro aniversario con una segunda luna de miel por las Islas Malvinas- dijo Isabella recordando alegre mientras sorbía un poco de café. -Pero vamos Darío, casi no has hablado cuéntame ¿Qué ha sido de tu vida?- dijo ella aun sonriente. Darío sabía que no podía comparar su vida imperfecta con la hermosa historia con final feliz que Isabella acababa de contarle, así que por un momento pensó fingir, maquillar la realidad un poco, pero no podía, no debía hacerlo, suspiró y comenzó a hablar. -Pudiera decir que mi vida era igual de perfecta que la tuya hace un par de años, cuando vivía en Milán todo era fantástico, llegaba del trabajo y recibía un beso de mi esposa, mis hijos corrían a darme un fuerte abrazo, lo que siempre soñé estaba ahí, pero no fue para siempre. Mi esposa  y yo nos separamos, y aunque ahora tengo la fortuna de que mis hijos vivan conmigo, son adolescentes independientes, ya no son los niños que corrían a abrazar a su padre en cuanto cruzaba la puerta de la casa, por ahora estoy en busca de cumplir proyectos profesionales, en fin, esa es mi vida...-dijo Darío mientras bebía un poco de café. Isabella lo miró con un dejo de compasión en sus vibrantes ojos. -Lo siento mucho Darío, no pensé que tu vida fuera así- dijo ella tomando la mano de él. Darío río un poco. -No, no lo sientas- dijo - a mi manera he sido y soy feliz, lo único que puedo decirte es que tu también lo seas, espero que tu vida siga igual de perfecta, pero no sabemos si el día de mañana lo sea- Darío hablaba serio pero convincente. Isabella lo miró, extrañada, sorprendida. La plática se tornó bastante incómoda, Isabella se sentía un poco ofendida, pero no podía evitar pensar que Darío tenía un poco de razón. Darío sabía que había ido demasiado lejos por eso prefirío guardar silencio. Curiosamente, Darío llamó a su padre anunciando lo que había sucedido en la fiesta y Darío e Isabella salieron de la cafetería...

Muchos invitados se habían marchado de la fiesta, Ricardo y Monserrat esperaban a que sus padres llegaran por ellos. -Te vi distante toda la noche, te he visto distante estos días ¿Todo bien?- se acercó Ricardo a preguntar sutilmente. El chico la abrazó y besó suavemente su cuello. -No pasa nada- dijo ella, separando su cuello de los labios del chico. -Ricardo yo...- dijo titubenado. -Creo que sería mejor que nos separemos por un tiempo- Monserrat no sonaba muy decidida, era extraño escuchar nerviosismo en su voz. -¿Qué estás diciendo?- preguntó Ricardo contrariado. -Tal vez ya no deberíamos estar juntos, deberíamos pensar mejor las cosas- dijo Monserrat con la mirada baja. Sabía que estaba haciendo mal, quería a Ricardo, pero no podía evitar las apasionadas sensaciones que Miguel le provocaba. -¿Pensar? ¿Pensar qué? Yo te amo Monserrat, eso es lo único que tenemos que pensar, ¿O acaso tu no me amas?- preguntó Ricardo desesperado. - No es que no te ame Ricardo- dijo ella casi llorando. -¿Entonces? Mira Monserrat, no hay nada que supere al amor ¿De acuerdo? así que mientras nos amemos no importa que tan distantes, enojados o indecisos estemos, estaremos juntos porque nos amamos- dijo Ricardo decidido quien secó las lágrimas de la chica y la besó suavemente.
-Ya llegaron- dijo la chica separándose de Ricardo. Darío e Isabella los esperaban en sus respectivos autos. Ricardo besó la mejilla de Monserrat, la acompañó hasta la puerta. -El amor lo supera todo, no lo olvides- dijo el chico antes de abrir la puerta a la chica para que subiera al auto...

-Todo está en orden, las cortadas fueron muy leves, no será necesario hospitalizarla- explicó el doctor a Flora y a Paulo. Greta había dormido bien toda la noche, sin embargo para asegurarse de que todo estaba en orden, sus padres decidieron llevarla a la clínica por la mañana. -Entonces ¿Ya podemos llevárnosla?- preguntó Flora aliviada. -Así es, sólo me gustaría platicar un poco con ustedes, aun no entiendo bien como sucedió el incidente- preguntó el médico. -A ciencia cierta no sabemos, dijo Paulo, simplemente soltó el vaso y cayó al suelo- explicó Paulo. -Debo decirles que es extraño, ya que generalmente cuando caemos, solemos meter las manos como reflejo para protegernos. Greta no se desmayó, simplemente cayó, no comprendo porque Greta no buscó la forma de protegerse para evitar lastimarse - explicó el médico confundido. -Perdone Doctor pero no entiendo ¿Eso es importante ahora?- preguntó Paulo contrariado. -Lo que importa ahora es que mi hija está bien ¿No es así?- preguntó Flora. -Verán, tengo la inquietud de que este accidente haya sido más bien provocado por un desorden neurológico y me gustaría hacer algunos estudios para estar seguros de que estoy equivocado-explicó el doctor tranquilamente. -Mi hija está bien doctor, sólo había bebido un poco, no es necesario, ahora, si no le molesta, iré por mi hija- respondió secamente Paulo y se marchó por Greta.
-Disculpe señora, pero es mi deber como médico informarles acerca de todas los posibles padecimientos que su hija pudiera tener, entiendo si no están de acuerdo con mi trabajo pero le recomiendo que si no es conmigo, revise a su hija con otro médico- dijo el doctor sinceramente. -Está bien, le agradezco mucho- dijo Greta quien segundos después se marchó...


Como cada noche, Miguel llegó al apartamento de Aurora para ir juntos al trabajo. La chica descendió de las escaleras muy enfadada. -Que te quede claro, que es la última vez que vienes por mi, desde ayer no te conozco y sigues siendo el mismo indigente rockero patán que insultó a Greta- dijo Aurora decidida. -¿Qué te sucede?- preguntó Miguel extrañado. -¿Qué me sucede? Si no recuerdas, ayer te vi besando a la novia de tu mejor amigo, por lo tanto, en lo que a mi me compete no eres más que un incómodo compañero de trabajo- explicó Aurora muy molesta. -Calma Aurora, te prometo que tiene una explicación, se que está mal pero...-Miguel no pudo terminar de hablar. -Pero nada Miguel, Ricardo podrá ser muy ingenuo, pero es tu mejor amigo, y estoy segura de que el no te haría lo que tu le estás haciendo ¿Sabes por qué? Porque el es un hombre, no un intento de macho que no sabe controlar sus necesidades carnales- dijo Aurora más seca y molesta que antes. -Por favor, no vayas a decirle nada- suplicó Miguel. -No lo haré, pero créeme que no lo hago por tí; la noticia devastaría a Ricardo; además yo si se lo que significa lealtad y sea como sea, tu guardaste mi secreto, así que debo ser leal por más que me moleste- dijo Aurora enojada y subió a la motocicleta...

Cuando escuchó el timbre sonar, Natalia jamás pensó que Ramiro, el amigo de Miguel era quien estaba del otro lado de la puerta. Por lo regular, aunque fueran muy buenos amigos, casi nunca visitaba la casa de Miguel. -¡Hola Ramiro! Miguel no está, ya se marchó a trabajar- dijo Natalia cortésmente. -Hola Natalia, bueno yo, no venía a ver a Miguel, mira, te traje esto- dijo el chico muy nervioso mientras mostraba a Natalia una bella flor naranja. -Ayer me la pasé fantástico platicando contigo y quería regalarte algo- confesó Ramiro casi sudando. -¡Muchas Gracias! Pero no era necesario- agradeció Natalia modesta. -Eso no es todo, traje otra rosa para tu amiga, su accidente fue lamentable, creí que querrías ir a visitarla ¿Vamos?- invitó el chico mientras extendía su brazo para que Natalia lo tomara, y en su otra mano cargaba la rosa para Greta. Natalia se sonrojó bastante. -Es un gesto muy lindo, además no he visitado a Greta. Vamos- aceptó Natalia y tomó el brazo del chico...

A la semana siguiente una inexplicable tormenta comenzó a caer en la ciudad por varios días. La intensa lluvia no paraba y había generado ya algunos percances en la ciudad. Avenidas  inundadas, apagones en algunas zones y algunos árboles caídos. Sofía entró a su oficina escurriéndo un paraguas y mientras desabrochaba su abrigo se percató del sobre que estaba en su escritorio. Al abrirlo encontró unos documentos que destrozaron su corazón. Tomó el teléfono y desesperada marcó un número telefónico. -¿Me puedes epxlicar que hacen en mi escritorio unos papeles pidiéndome el divorcio?- preguntó Sofía molesta al teléfono. Hablaba con Franco. -Lo lamento, mi intención era informarte, de verdad- dijo el al teléfono, la señal era bastante mala. Discutieron unos minutos hasta que la señal comenzó a deteriorarse. -Casi no logro escucharte pero dime ¿Es definitivo?- preguntó Sofía deshecha. Le parecío escuchar un >>Si, lo siento<< del otro lado del teléfono, sin embargo, no pudo rectificarlo puesto que la llamada se cortó. La lluvia arreció y una tormenta eléctrica comenzó a caer; una serie de rayos caía bastante cerca de la oficina de Sofía. El clima empeoraba minuto a minuto. Un hombre entró empapado a la recepción. -Sofía, se que no debo estar aquí, pero mi automóvil se descompuso a a unas calles de distancia,  la tormenta está terrible y pensé que sería mejor esperar a que se calme un poco- dijo Fausto mientras se secaba con una toalla que la recepcionista le había proporcionado.
-Calma Fausto, no hay ningún problema-  dijo Sofía mientras ofrecía a Fausto una taza de café. -Se que la campaña va muy bien, me han comentado que los resultados son bastante favorables- dijo Sofía intentando comenzar una conversación. -Así es, si todo sale como lo esperamos indudablemente obtendré el triunfo, pero ¿Sabes? he pensado estas semanas, y aunque me convertirme en gobernador es una de mis grandes metas, creo que no seré del todo feliz- confesó Fausto mientras disfrutaba su taza de café caliente. -¿Si? ¿Por qué crees eso?- preguntó Sofía interesada. -De verdad Sofía, creo que no deberíamos hablar de eso- intentó evadir Fausto. -¿Por qué lo dices?- preguntó Sofía. -Te lo voy a decir, porque creo que mereces saberlo, pero estoy completamente consciente de que no va a suceder nada, y créeme que es lo menos que estoy buscando- explicó Fausto. -Adelante- accedió Sófía. -Desde que te volví a encontrar, la meta más importante de mi vida dejó de ser la gobernatura. Me di cuenta que nada vale la pena si no tienes con quien compartir tus triunfos. Y si te soy honesto, me hubiera gustado escribir nuestra historia de otra manera y que hoy en día, estuviéramos juntos para compartir juntos nuestras metas- dijo Fausto decidio bebiendo otro poco de café. Un rayo volvió a car extremadamente cerca, tanto que la oficina se iluminó con su luz, las ventanas retumbaron por el sonido del trueno y Sofía besó dulcemente al empapado Fausto...

En alguna cafetería cerca del centro de la ciudad Leonora y Darío se protegían de la lluvia. -Esa construcción me fascinó para la escuela- dijo Darío mientras pedía un par de tazas de café en la abarrotada cafetería. -Parecía ideal, lástima que la lluvia nos impidió terminarla de ver- respondió Leonora mientras limpiaba sus gafas que se habían mojado un poco. -Gracias por acompañarme- agradeció Darío sinceramente. -Créeme que es divertido y a la vez todo un reto acompañarte, eres tan indeciso como una mujer- confesó Leonora en tono de burla. -¿Eso crees? Pues déjame decirte mi querida terapeuta, que tengo decidido el lugar desde hace ya unos días- dijo Darío decidido. -¿En verdad? ¿Y por qué seguimos conociendo lugares?- preguntó Leonora intrigada. -Porque, como tu lo has dicho es divertido que me acompañes, me fascina estar contigo- dijo Darío mientras sonreía. -Me tengo que ir, al parecer la lluvia se tranquilizó, gracias por el café- dijo Leonora un poco molesta mientras se ponía de pie. -¿Dije algo malo?- preguntó Darío extrañado. -Lo siento Darío, pero creí que había quedado claro que sólo podemos ser amigos, deberías no seguir perdiendo el tiempo si quieres abrir pronto tu escuela. Adiós- se despidió secamente Leonora...   

-¡Estás muy mojado! ¡Corre a cambiarte!- dijo Andrea a Luis quien recién había llegado de una importante jornada con la disquera. -Eso no importa ahora, tengo noticias magníficas- dijo Luis con una sonrisa de oreja a oreja. -Vamos, pondré agua a hervir para café y mientras te cambias me platicas- dijo Andrea tomándolo de la mano. -Esta mañana acabo de grabar mi primer tema para el nuevo disco. mi regreso es un hecho- dijo Luis emocionado. -¿De verdad Luis? Entonces es definitivo- preguntó Andrea entre emocionada y preocupada. -Totalmente, y si todo sale bien, podremos poner nuevamente un gran árbol de navidad en la sala de nuestra casa- dijo Luis aun más feliz. -¿Qué dices?- preguntó Andrea incrédula. -Nadie ha comprado la casa, hablé con el propietario y está muy accesible, así que en algún par de meses podré darle un jugoso anticipo y podremos regresar a casa- explicó Luis irradiente de alegría. -¡Luis es maravilloso! ¡Qué felicidad!- gritó Andrea emocionada mientras abrazaba a su marido. La puerta del apartamento se abrió y entró Aurora mojada por la tormenta.
-¡Mi mochila está totalmente mojada! ¡Mis zapatos de ballet van a arruinarse!- gritó Aurora molesta. -Vamos vamos, corre a cambiarte, yo pongo a secar tus cosas. Aurora entregó su mochila sin pensarlo y  corrió a su habitación y empezó a desvestirse. Un pensamiento invadió su mente, y sin pantalón, con un sólo calcetín corrió hacia donde estaba su mochila, pero era demasiado tarde. Andrea estaba pálida,  sostenía en una mano la peluca que Aurora utilizaba para trabajar en "Venecia" y en la otra mano tenía la fotografía de Ignacio de la Parra. -¿Quién te dio esta fotografía?- preguntó Andrea sumamente asustada. -Mamá, cálmate ¿Por qué te pones así?- preguntó Aurora extrañada. -¡No me contestes con una pregunta! ¡Dime quién te dio esta fotografía!- gritó Aurora desesperada. -¡¿Entonces es verdad?!- preguntó Aurora gritando histérica. -¡EL ES MI PADRE!- gritó la chica llorando. La tetera comenzó a silbar en la estufa. -Tenemos que hablar Aurora, vamos a tomar un café- dijo Andrea temblando de nervios. -¡No quiero hablar contigo! ¡No quiero una maldita taza de café!- gritó Aurora y salió corriendo del apartamento. Luis intentó alcanzarla pero fue imposible...

Después  del pequeño accidente en su fiesta Greta había intentado hacer su vida normal; seguía saliendo con Eric, comenzaba a sentir algo por él, aunque seguía ignorando qué el chico había sido el único amor de su amiga Natalia. Aquel día descendía apresurada de las escaleras de su casa ya que Eric había llegado por ella para ir al cine. Flora y el chico conversaban bajo las escaleras mientras la esperaban. Casi a la mitad de la escalera, Greta sintió un ligero descontrol en sus piernas y tropezó fuertemente rodando por las escaleras. Tanto Flora como Eric intentaron detenerla sin lograrlo. Ya en el piso, Flora se percató que su hija tenía una herida en la ceja y llamó apurada a una ambulancia. Mientras esperaba en el hospital alguna noticia llegó Alberto. -Te traje un café mamá- dijo el chico. Flora tomó el vasito y bebió sin importarle la temperatura. Realmente la cabeza de Flora estaba en otro lado, recordaba como su hija se había accidentado en la fiesta, de como notaba últimamente Greta se tropezaba muy seguido y tiraba las cosas, como si su torpeza hubiera aumentado, y ahora este incidente en las escaleras. Flora estaba realmente preocupada. -¿Estás bien mamá?- preguntó Alberto preocupado. -Todo tiene que salir bien-dijo Flora sonriendo. Minutos después el doctor se acercó a informarles que todo estaba bien y que la herida había sido cerrada con unas leves puntadas. Sin que Alberto se percatara, Flora se acerco al doctor y le dijo. -Doctor, me gustaría que hiciera los estudios pertinentes a Greta para descartar algún tipo de enfermedad neurológica- el médico asintió y comenzó a preparar todo para llevar a cabo dichos estudios...

Hay un viejo ritual que existe hace tiempos remotos; incluso antes de que esta historia comenzara. Este cotidiano ritual tiene múltiples finalidades, lo curioso es que ya sea en una cafetería, en casa o en una máquina expendedora, siempre trae consigo más que una taza de café...

miércoles, junio 08, 2011

Memorias de Portarretato... Capítulo 14: La fiesta de cumpleaños de Greta

Todos los que escuchaban a "Los viajeros de Neptuno" pensaban algo en común: Era una gran banda con un nombre muy largo.

Los viajeros de Neptuno era una banda de rock con toques eléctricos en la que Miguel tocaba la batería desde hace ya un par de años. Ramiro, un chico alto, flacucho y de nariz prominente tocaba el bajo. Julián se encargaba de la guitarra, Martín de las mezclas y los teclados y Javier era cantante y tocaba una guitarra más. Se reunían a ensayar una vez por semana en una vieja bodega del padre de Ramiro que habían acondicionado y convertido en su guarida. En dicha bodega existían muchas diversas reglas; sin embargo la más importante y prioritaria era una, no utilizarla con fines románticos y amorosos.

Esa mañana dicha regla sería quebrantada...

-¿Dónde demonios estamos?- preguntó Monserrat asustada al despertar y percatarse de que esa no era su habitación. -Lo que importa ahora es qué demonios hicimos- dijo Miguel avergonzado, incrédulo de que estuviera semidesnudo en aquel colchón con la novia de uno de sus mejores amigos al lado. -Estábamos muy borrachos, simplemente nos dejamos llevar y pasó- dijo ella mientras se vestía. -No es excusa- respondió Miguel muy enojado. -Yo se que no y me siento terrible pero tengo que ir a casa, mis padres van matarme ¿Te importa si aclaramos después las cosas?- dijo Monserrat asustada viendo el reloj. -Acabamos de traicionar a una de las mejores personas que conozco ¡Ricardo te ama!- gritó Miguel enojado, jalando su cabello de coraje. -Yo se que lo que hicimos estuvo mal pero de verdad, ahora no es momento para hablar- dijo Monserrat angustiada. -Me acabo de acostar con la novia de mi mejor amigo - dijo Miguel con la cabeza baja. -Tranquilo, sólo fue eso y no más, fue un error y no volverá a suceder - dijo Monserrat levantándose y caminando hacía la salida de la bodega donde Miguel y su banda ensayaban. Justo antes de que Monserrat girara el picaporte, la puerta se abrió e inmersos en un apasionado beso entraron Martín y Javier, integrantes de la banda, quienes no habían notado la presencia de Miguel y Monserrat por estar "en su asunto". -¿¡Con un demonio!?- gritó Miguel sorprendido. Javier y Martín se separaron al instante. -¿¡Miguel qué haces aquí!?- preguntó Javier extremadamente nervioso. -¿Quién es ella? Quedamos que no traeríamos aquí a nuestras conquistas- preguntó Martín molesto. -Será mejor que me vaya- Monserrat salió de la bodega y se marchó. -¿¡Todavía te atreves a preguntarle quién es ella!? ¿Y qué vengan aquí a hacer sus cochinadas no rompe también la regla?- preguntó Miguel con una mirada de asco y desprecio. -Lo único cochino aquí es tu banda mediocre y si no fuera por Javier ya me hubiera largado hace mucho- dijo Martín tomando a Javier por el hombro. -Si tan cochina les parece no se preocupen, porque ya no forman parte de ella- dijo Miguel decidido. -Tienes que preguntarle a los demás, tu no puedes tomar decisiones así- se defendió Javier molesto. -Apuesto a que se largarán por decisión propia, no creo que quieran que Ramiro y Julián se enteren de que son un par de...- Miguel estaba apunto de decir una palabrota cuando Martín lo tomó por los hombros. -¡Te vas a callar! ¡No voy a tolerar una falta de respeto! ¡Y si quieres decirle a Ramiro, a Julián y a medio mundo no nos interesa! ¡De cualquier forma ya estábamos hartos de tu banda! ¡Quédatela y métetela por donde más te quepa!- gritó Martín muy enojado; pateó el estómago de Miguel, tomó a Javier por el brazo y se marcharon. A partir de aquel día "Los viajeros de Neptuno" no sería lo mismo, incluso podría decirse que fue el inicio de su disolución...

Por la noche en "Venecia" Miguel cintentaba recabar la mayor información de los recuerdos que había perdido por culpa del alcohol, para ello, preguntó a Aurora un poco insistente.. -Greta se ofreció a llevarme y me fui con ella; tu también ibas a marcharte y Monserrat tomaría un taxi, fue cuando le dijiste que la llevarías, después ignoro que haya sucedido ¿Pero por qué tanto interés?- preguntó Aurora intrigada. -Por nada... Simple curiosidad- contestó Miguel mintiendo. -Como sea, iré a vestirme para el show- dijo Aurora entrando a su camerino...

-Por favor no vayas a gritar, no te haré daño, lo prometo- dijo una voz masculina en el camerino de la chica, era el joven que la había acosado desde ya hace algún tiempo. Aurora estaba a punto de gritar asustada por su presencia, siin embargo la curiosidad la invedió de sobremanera. -¿Qué haces aquí? ¿Qué demonios quieres de mi?- preguntó Aurora enojada y asustada a la vez. -No se por donde empezar, es algo complicado- dijo el chico nervioso. -Tal vez puedes empezar explicándome por que me persigues de esta manera- dijo Aurora decidida y seriamente. -Lo primero que debes saber, es que jamás he intentado dañarte o asustarte; pero por más que lo intentaba no lograba acercarme a ti. -A todo esto ¿Cómo te llamas?- preguntó Aurora notando que el chico iba completamente indefenso, en son de paz. -Me llamo Esteban, Esteban de la Parra- contestó el chico más tranquilo. -Entonces Esteban ¿Te gustaría apresusrarte? El espectáculo comienza en diez minutos- dijo Aurora un poco apurada puesto que no se había vestido. Esteban sacó de su bolsillo una vieja fotografía donde un joven futbolista sonreía. -El es Ignacio de la Parra, mi padre- dijo mientras le daba la fotografía a Aurora. -¿Y?- preguntó la chica impaciente. -¿No lo notas? ¡El y tu son muy parecidos! -exclamó Esteban. -¿Sabes qué? No comprendo lo que quieres decirme y sinceramente no me
interesa, tengo que arreglarme, vete si no quieres que llame a seguridad- dijo Aurora decidida.
-Tu madre es Andrea Gómez ¿Cierto? Verás, mi padre adoptivo y tu madre tuvieron una relación amorosa hace unos veinte años- explicó Esteban sutilmente. -Déjame entender ¿Estás diciendo qué este hombre podría ser mi padre? ¿Y esperas qué te crea? Mi padre se llama Luis Alcázar ¿Entiendes?- gritó Aurora desesperada. - ¡Vamos! No suena tan descabellado, todo comenzó cuando mi padre las miró a ti y a tu madre en la televisión cuando internaron al tal Luis en la clínica de rehabilitación, desde ese entonces te he estado buscando, observa bien la fotografía ¡Son muy parecidos!¡Todo encaja!- dijo Esteban intentando hacer entrar en razón a la chica. -No quiero escucharte más ¡Lárgate!- dijo Aurora nuevamente asustada. -Espero de verdad pronto entres en razón, como te dije, puede que haya sido un poco estúpida y acosadora la manera en la que me acerqué a ti, además, si tan segura estás de que Luis es tu padre, no tendría porque afectarte esta noticia o ¿Acaso dudas un poco?- dijo Esteban en un tono de reto pero intentanto persuadir a Aurora. -¡Qué te largues!- repitió la chica abriendo la puerta. -En el reverso de la fotografía vienen mis datos, mi padre está desahuciado y no quiere morir sin saber si realmente eres su hija- dijo Esteban quien salió del camerino. Aurora miró la foto y la metió en su bolso intentando ignorar y borrar de su mente todo lo que acababa de escuchar...

-Así es, ya tengo casi todo listo, en dos semanas tendré la mejor fiesta de cumpleaños del mundo- dijo Greta entusiasmada mientras conversaba con Natalia el lunes por la mañana en la universidad. -¿Y a quién has invitado?- preguntó Natalia mientras hacía unas anotaciones en una libreta. Greta estaba por contestar cuando tiró accidentalmente su bolso. Natalia le ayudó a levantarlo. -Soy una torpe, pero te decía, más bien a quien no invité, media universidad estará ahí, espero puedas conseguir un galán, había invitado a muchos chicos, pero dados los sucesos del viernes, creo que ya no necesitaré conocer a nadie- explicó Greta sin dar mucha importancia al accidente que le acababa de suceder. -¡Hola chicas! ¿No han visto a Monserrat?- saludó Ricardo alegre. -No la hemos visto, pero aprovecho para invitarte a mi fiesta de cumpleaños, será dentro de dos viernes y estará fantástica- dijo Greta entusiasmada. -Por cierto ¿No has visto tu a Miguel? necesito hablar con él, pienso que sería genial que Los viajeros de Neptuno tocaran en la fiesta- preguntó Greta. Ricardo movió la cabeza negando y Natalia respondió por él. -Dudo que la banda pueda tocar ese día, más bien dudo que toque nuevamente- dijo la chica. -¿Por qué dices eso?- preguntó Ricardo extrañado. -Miguel no durmió el viernes en casa, y a la mañana del sábado llegó furioso, gritando que la banda era una porquería y que jamás volvería a tocar con ellos, al parecer el tecladista y el vocalista decidieron dejar la banda y eso molesto bastante a Miguel, no se que haya sucedido aquella noche, pero lo que haya sido fue bastante fuerte para provocar que se separaran- explicó Natalia un poco triste por su hermano. -Que extraño, el viernes en la madrugada Miguel estaba muy contento, estábamos juntos en un club, celebrando el cumpleaños de una amiga- comentó Greta intrigada. -Pues será mejor que le preguntemos a el ¿No creen?- propuso Ricardo quien unos segundos después corrió a clase...

Darío tocó a la puerta del consultorio de Leonora. -Adelante- dijo la terapeuta leyendo el nombre de Darío en su lista de pacientes. -Buen día- dijo él mientras entraba al consultorio. -¡Vaya! Me sorprende mucho que estés aquí- confesó ella indicándole que tomara asiento. -Antes que nada quiero decirte que fui un poco grosero la última vez; no debí hablarte así, lo único que querías era ayudarme- se disculpó Darío. -Entiendo que para ti fue difícil hablar como si fuera tu terapeuta de toda la vida, pero dime ¿A qué se debe tu visita?- preguntó Leonora interesada. -Verás, antes que comencemos quiero pedirte que no seas la terapeuta, creo que la vez pasada funciono  hablar más con Leonora y no tanto con la Doctora Camargo- pidió Darío. -De acuerdo, aunque, debes tomar en cuenta que esta "plática casual" no debe durar más que una sesión común y corriente- explicó Leonora. -Trato hecho- respondió Darío sonriente y comenzó a contar a Leonora todo lo sucedido con las fotografías en aquel mirador...

-¡Miguel!- gritó Ricardo a su amigo en un receso de clases. El chico llevaba puestos los audífonos por lo cual no escuchaba ningún ruido. Ricardo lo alcanzó y lo tomó por el hombro. -Si sigues escuchando la música a ese volumen pronto tendré a un amigo sordo- bromeó Ricardo. Miguel apenas sonrió, ni siquiera podía mirar a su amigo a los ojos después de lo sucedido con Monserrat. -Creo que tienes razón, estoy acostumbrado a escuchar la música muy fuerte- respondió Miguel como intentando librarse de una plática con Ricardo. -Natalia me comentó lo de la banda ¿Todo en orden?- preguntó Ricardo al percatarse que su amigo no estaba muy animado. Miguel apenas asintió con la cabeza, se sentía fatal. -Igual y es una mala racha para tu banda, pero aun quedan varios integrantes ¿No es así? Vamos Miguel, tocan muy bien y pronto podrán encontrar reemplazos... - Ricardo intentaba animar a su amigo cuando éste lo interrumpió. - ¿Sabes? No es buen momento, me tengo que ir- dijo Miguel mientras ponía nuevamente su música a todo volumen y caminaba rápidamente...

-Si te soy sincera tuviste mucho valor al romper aquellas fotografías, aunque no borran lo recuerdos que tienen de lo que has vivido, significa que poco a poco estás dejando ir al pasado- opinó Leonora después de conocer la historia de las fotografías. -También, me puse a pensar que si voy a cerrar algunos círculos en mi vida, debo abrir otros- dijo Darío. -¿Ah si? Suena interesante, y dime ¿Qué tienes pensado?- preguntó Leonora interesada. Darío suspiró, y con una sonrisa de oreja a oreja dijo.
-Pondré un centro de integración artística- dijo decidido. Leonora lo miró.- Suena interesante aunque ¿No crees qué hoy en día el arte es un ámbito un poco desvalorizado?- preguntó incrédula. -Ese será mi luchar día con día, hay gente muy creativa, yo sólo quiero brindarles el espacio que necesitan para expresarse- explicó Darío como si ya hubiera ensayado aquella respuesta. -Debes pensarlo bien, puede ser una decisión precipitada- advirtió Leonora. Darío preparó unos segundos su respuesta, suspiró nuevamente y dijo. - Desde muy pequeño supe que era una persona muy creativa, muchas veces dicha creatividad fue bloqueada por mis padres, por las diferentes escuelas que asistí, por la sociedad, incluso por la misma universidad, siempre buscaba un espacio en el cual pudiera aprender a hacer arte, y por fin expresar todas mis ideas creativas; estoy seguro de que existen muchísimas personas como yo, y quiero brindarles el espacio que yo siempre busqué para hacerlo- explicó Darío soñador e inspirado como siempre. -Si es así, me da mucho gusto, y espero que pronto veamos ese centro en acción- respondió Leonora satisfecha. -De hecho, por la tarde quedé de verme con unos amigos que trabajan en bienes raíces para que comenzaramos a buscar el edificio donde podría estar el centro, y me encantaría que fueras conmigo, verás suelo ser un tanto indeciso- invitó cordialmente Darío.
-Sabes muy bien que los pacientes no pueden relacionarse con los terapeutas- recordó Leonora creyendo apagar las esperanzas de Darío. -Si mal no recuerdo, te pedí que no fueras mi terapeuta- respondió Darío astutamente con una sonrisa. -Mi última consulta es a las cinco- dijo ella intentando evadir una vez más. -¿Paso por ti a las seis?- propuso Darío. -A las seis está bien- respondió Leonora cayendo indefensa a la atenta invitación de Darío, que después de todo no le parecía mala idea...

Como hojas de árbol en otoño, la asistente de Sofía desprendía las hojas del calendario que se encontraba en el escritorio de su jefa. Para Sofía era bastante motivador ver que los días avanzaban bastante rápido. A pesar de que tenía un par de semanas sin ver a Fausto, sabía que estaba aun presente en su vida, y quería que saliera de la misma para así, no tener más dudas y reconciliarse con Franco. Las elecciones para gobernador de la ciudad estaban cada vez más cerca y eso sería sinónimo de que, ganara o no, Fausto dejaría de ser un cliente. Ricardo estaba cada vez más preocupado por su amigo Miguel, parecía molesto, los últimos días ni siquiera se habían saludado en la universidad. Para Miguel era bastante difícil sus ánimos estaban por los suelos, sentía que se había convertido en el peor de los traidores, y por si no fuera suficiente, estaba su banda, o lo que quedaba de ella, quienes habían decidido no ensayar hasta que encontraran reemplazos para Martín y Javier. Monserrat había decidido seguir su relación con Ricardo a pesar de lo que había sucedido en la bodeja de Los viajeros de Neptuno; aunque en los días subsecuentes Ricardo intentaba consumar su amor, ella lo evitaba. Quería gritar la verdad y dejar a Ricardo para siempre, pero no era tan valiente. Leonora y Darío siguieron buscando en conjunto el lugar ideal para el centro de Darío, poco a poco, comenzaron a convertirse en buenos amigos, y ambos disfrutaban el momento que pasaban juntos. Para sorpresa de Luis, la disquera decidió darle una segunda oportunidad, y estaba en diversas juntas para planear el posible lanzamiento de un nuevo álbum después de tantos años, a Andrea no le parecía del todo la idea, pero apoyaría a su  marido lo mejor posible. Aurora se sentía atormentada por lo que Esteban le había dicho, sin embargo la Academia de baile y Venecia ocupaban la mayoría de sus pensamientos, aunque la duda iba creciendo, prefería no darle mucha importancia. Y así, las hojas del calendario del escritorio de Sofía indicaron el día de la fiesta de cumpleaños de Greta...

El jardín de casa de Flora y Paulo estaba repleto de globos de colores metálicos, habían decenas de elegantes mesitas y un show de luces espectacular, la música era perfecta. Pronto comenzarían a llegar los invitados. -Te ves hermosa amiga- dijo Aurora quien usaba un diminuto vestido morado y había rizado su corto cabello. -Lo se, tengo que lucir perfecta está noche- dijo Greta segura de si misma, quien vestía un entallado vestido rojo y unos altos tacones negros. -Perdón por llegar tarde ¿Ya terminaste de arreglarte?- dijo Natalia del otro lado de la puerta. -¡Dios mío! me imagino que quien falta arreglarse es otra- dijo Aurora cuando abrió la puerta de la habitación para que Natalia entrara. -¿Qué? ¿Me veo mal?- preguntó Natalia, quien vestía un blusón naranja y unos pantalones cafés. -Creo que tenemos trabajo que hacer, si quieres conseguir que un chico se fije en ti, definitivamente no puedes ir vestida así- dijo Aurora decidida. -Pero...- trató de evadir Natalia. -Pero nada, debemos lucir hermosas esta noche- dijo Greta con una sonrisa...

-De verdad papá, no debías venir a dejarme- dijo Ricardo un poco apenado por ver que los invitados llegaban por su cuenta y el llegaba con Darío, quien se empeñaba a bajar a saludar a Flora. -Prefiero mil veces dejarte y recogerte, a que mueras por un accidente de coche, además así te diviertes más ¿No?- preguntó Darío optimista. Justo cuandoo Darío se disponía a subir a su automóvil, Monserrat descendió del automóvil de atrás. -Monserrat ¡Hola!- saludó Darío desde lejos. La chica se acercó a Darío. -Buenas Noches señor Darío, permítame presentarle a mi madre, fue quien me trajo- dijo la chica tomando a Darío por el brazo y acercándolo al auto de donde había descendido. -Mamá, es el padre de Ricardo- dijo la chica por la ventanilla, y la madre de Monserrat descendió del auto para presentarse. -Esto no puede ser posible- dijo Darío al verla. -¡Darío! ¡Qué grata sorpresa!- dijo Isabella en cuanto bajó del auto. -Isabella, sigues idéntica, parece que no han pasado veinte años- dijo Darío con una sonrisa mientras abrazaba a Isabella. -No comprendo ¿Se conocían?- preguntó Monserrat desconcertada. -Así es, Darío es... un viejo compañero de universidad- respondió Isabella tranquila.
-Bueno, los dejo para que se pongan al corriente, entraré a la fiesta- dijo Monserrat con una sonrisa.
-Diviértete- se despidió Isabella. -Quien lo iba a pensar, nuestros hijos, enamorados, curioso ¿No?- dijo Darío aun sin creer que estaba frente a ella después de tantos años. -Se ven muy bien juntos, pero cuéntame ¿Tu cómo has estado?- preguntó Isabella con esa gentil y amable sonrisa característiica de su rostro. -Te parece si platicamos con una taza de café, hay una cafetería deliciosa cerca de aqui- propuso Darío. -Supongo que no vendría mal mientras esperamos que salgan los muchachos- respondió ella, y juntos se marcharon a la cafetería...

-Me veo fatal, esta no soy yo- dijo Natalia molesta en cuanto se miró frente al espejo. Vestía un vestido color verde esmeralda, tacones morados y su cabello había sido perfectamente alaciado. -No sabes lo que dices, te ves hermosa, ahora vámonos, todos están esperando- dijo Greta asomándose por la ventana. -No te preocupes Natalia, luces perfecta- dijo Aurora mientras tomaba a su amiga de la mano. Las tres chicas salieron de la casa y fueron hacia el jardín, por un momento Natalia y Aurora se asustaron ya que Greta estuvo a punto de caer al verde pasto, justo cuando todos la miraban. -Malditos zapatos- dijo la chica sonriendo a sus amigas. En cuanto se mezclaron con los invtiados, Greta saludó muy apasionadamente a un chico y Natalia se quedó petrificada. -¿Pasa algo?- preguntó Aurora al ver la reacción de su amiga. -Es Eric, el novio de Greta es Eric- dijo Natalia mientras los miraba besarse.
-No sabía como se llamaba pero ¿Quién es Eric?- preguntó Aurora sin entender. -El único novio que he tenido, y al único chico de el que he estado enamorada- dijo Natalia con un nudo en la garganta. Aurora abrazó a su amiga y la alejó de ahí... Del otro lado del jardín Ricardo y Monserrat platicaban sobre su relación. -No se, pensaba, si tu quieres, podemos desaparecernos un momento, de verdad Monserrat, muero de ganas por estar contigo- dijo Ricardo al oído de la chica. -No creo que sea posible esta noche, voy al baño, no tardo- dijo Monserrat alejándose rápidamente para entrar al baño de la casa.

-¿Natalia?- preguntó Ramiro, el amigo e integrante de la banda de Miguel. -Hola Ramiro, no pensé que estuvieras aquí- dijo Natalia mientras se secaba las lágrimas. -Miguel me pidió que viniera con él, últimamente está muy enojado y pensó que esto podría divertirnos, pero ahora fue al baño, y tu ¿Estás bien?- preguntó el chico mirando como la chica observaba sus dedos manchados de maquillaje por las lágrimas. -No... no es nada, cosas de chicas- respondió Natalia. -No deberías dejar que se te arruine el maquillaje, hoy te ves espectacularmente hermosa, aunque para ser sincero no lo necesitas, así como eres tu, eres sensacional ¿Me explico?- alentó el chico sinceramente. -No, pero sea lo que sea que me hayas querido decir, me levantó el ánimo- dijo Natalia mientras se abalanzaba sobre el chico y lo abrazaba efusivamente, Ramiro respondió sin duda a aquel caluroso abrazo... 

-Vamos, no tengo toda la noche- dijo Monserrat tocando la puerta del baño impaciente. -Lo siento, adelante- respondió Miguel mientras abría la puerta sin percatarse de que era ella. Ambos se miraron y el chico la tomó por la mano y la metió al baño junto a él. -No podemos seguir así- dijo él desesperado. -¿Así cómo? Te dije que no fue nada ¡Sólo nos acostamos! ¡Fue todo!- gritó ella. -Es que eso estuvo muy mal- dijo Miguel enojado. -Lo sé, pero ¿Qué quieres que haga para remediarlo? No podemos hacer nada, así que si no te molesta, tengo que usar el baño- dijo Monserrat impaciente. -De acuerdo, perdóname Monserrat- Miguel estaba por salir del baño cuando la chica lo tomó de hombro, giró su cabeza y plantó un beso en la boca del chico. -¿Qué te sucede?- dijo Miguel separándose al instante. -Lo siento, se que esto está mal, pero no seamos idiotas, nos gustamos desde qué nos conocemos- dijo ella completamente desarmada, transparente. Miguel negó con la cabeza, intentó responder pero no encontró las palabras y salió del baño. Justo cuando abrió la puerta, Aurora estaba fuera, esperando poder entrar e indudablemente miró que ambos se encontraban juntos en el baño y salió corriendo...

A pesar de lo que estaba sucediendo en la fiesta, la atmósfera era exageradamente divertida, decenas de jóvenes bailaban al ritmo de la música, bebían alcohol, reían, disfrutaban... Y ahí, justo en medio de la abarrotada pista Greta sintió un ligero temblor en sus piernas al intentar bailar; sin quererlo soltó su vaso, y de repente, cayó de rodillas; el moviemiento de la pista la tiró completamente y alguien sin quererlo pateó su cabeza. Justo en ese momento todos comenzaron a detenerse y alejarse, Alberto, quien también estaba en la fiesta, se percató de lo que había sucedido a su hermana y corrió a levantarla inmediatamente. Sus piernas sangraban por los vidrios del vaso y estaba muy asustada. Rápidamente Alberto fue a curarla...

El jardín fue quedando más y más sólo con el paso de los minutos; al parecer la fiesta había terminado bastante temprano...

En la puerta Ricardo se encontró con Miguel. -¡Hey! no te vi en toda la fiesta- dijo Ricardo a su amigo. -Estuve con Ramiro y unos amigos, me voy a casa- dijo Miguel dándole una palmadita en el hombro a su amigo. -Espera Miguel, quería proponerte algo- dijo Ricardo emocionado. -¿Dime?- preguntó Miguel fingiendo interés. -Los viajeros de Neptuno es un nombre muy largo; supongo que la banda puede llamarse Los Neptuno, no soy muy bueno cantando, pero canté casi todos los años en el coro de la escuela en Milán, así que tal vez pueda ser reemplazo temporal como vocalista de la banda y Natalia toca el piano ¿No? puede ser suplente del tecladista- propuso Ricardo convencido. -No, no es necesario- respondió Miguel desanimado. -Vamos Miguel, estas semanas has estado muy mal por lo de la banda, te aliviaría un poco tener a una banda aunque fuera temporal, soy tu amigo y quiero ayudarte- epxlicó Ricardo a su amigo. -Como si estuviera así por la banda, por favor hermano, no te metas en mis asuntos ¿De acuerdo?- dijo Miguel irónicamente subiendo a su moto...

Todos los que escuchaban a "Los viajeros de Neptuno" pensaban algo en común: Era una gran banda con un nombre muy largo. "Después de todo Los Neptuno no suena mal" pensó Miguel, mientras corría en su motocicleta a su velocidad; sin embargo, sabía que aunque cambiara de nombre, de integrantes o de canciones,  "Los viajeros de Neptuno" no sería lo mismo, empezando por él, que ya no era el leal y apasionado chico que tocaba la batería y que no tenía nada que ocultar...



miércoles, mayo 18, 2011

Memorias de Portarretrato... Capítulo 13: Una Oportunidad...

Todos rogamos por una oportunidad, por una diminuta luz esperanzadora que ilumine algún momento de oscuridad y buscamos ansiosamente que de la nada, las oportunidades lleguen a tocar nuestra puerta; algunas veces obteniendo respuesta, otras más simplemente esperando... Lo malo es que de tanto esperar una oportunidad, la esperanza se apaga...

Miguel practicaba batería en su habitación, Maximiliano jugaba fútbol en el jardín y Natalia tocaba el piano en la sala de estar...
 -¡Chicos! ¡Intento trabajar! ¿Podrían dejar de hacer tanto ruido?- gritó Sofía asomándose por la puerta del estudio. Natalia detuvo sus manos al instante y se quedó mirando a su hermano jugar por la ventana. Miguel abrió de golpe la puerta de su habitación y se dirigió al estudio. -¡Es domingo mamá! Se supone que estos días la gente puede distraerse y descansar ¡Ah, claro! Y también estar con la familia.- dijo Miguel irónico a su madre. Sofía giró y lo miró. -Se supone que los hijos no le hablan así a su madre- respondió secamente y totalmente ofendida. El chico no dijo nada y corrió de regreso a su habitación y volvió a salir con unacbaqueta en la mano. El timbre sonó y Natalia fue a abrir. -¿Aurora qué haces aquí?- preguntó la chica sorprendida al ver a su amiga. -¿No puedo venir a invitarte un café?- preguntó Aurora inocente. -¡Claro! Es solo que me sorprendió tu visita, subiré por un suéter y vamos a la cafetería ¿Te parece?- propuso Natalia. -¡Claro! Aquí te espero- dijo Aurora mientras se sentaba en un sillón. Miguel descendió las escaleras bastante enojado. -¿Qué haces aquí?- preguntó Miguel de mal modo a la chica. -En primera no me hables así; en segunda vengo a ver a tu hermana, y en tercera te conseguí el empleo en "Venecia"- dijo Aurora con una sonrisa en su rostro. Miguel cambió de inmediato su molesto semblante. -¿De verdad? Vaya que tienes un gran poder de persuasión ¿Y cuándo empiezo?- preguntó Miguel interesado. -Este viernes, ocho de la noche, pero hay una condición- respondió Aurora. -¿Una condición? ¿Cuál?- preguntó Miguel nuevamente. -Verás, mi papá ha estado muy inquieto con mi trabajo y quiere ir por mi todas las noches, claro que si le decimos que tu me llevarás creo que lo convenceremos- explicó Aurora. -Supongo que no habrá problema si te llevo a tu casa pero ¿De qué trata  el empleo? ¿Qué tendré que hacer?- preguntó Miguel. -Aurora no pudo responder ya que Natalia bajaba por las escaleras. -Listo, vámonos- dijo la chica con una sonrisa. Aurora apenas se despidió de Miguel con la mano y salieron de la casa...

 -No quiero ni verla, estoy tan avergonzado- dijo Ricardo a su amigo Miguel a la mañana siguiente en la universidad. El chico había puesto al tanto a su amigo del fallido intento de San Valentín. -Perdóname hermano pero aun no logro entender por qué te detuviste- confesó Miguel a su amigo. -Sonará trillado pero, sentí que no era el momento ni el lugar indicado- confesó Ricardo con la mirada baja. Miguel se rió. -¿De verdad? ¿No estás bromeando? Amigo, mi primera vez fue en los baños de secundaria, en el receso ¿O acaso no te he contado aquella vez que me metí a un probador con una de mis novias? Créeme que  el momento y lugar es lo que menos importa- explicó Miguel irónicamente. -Yo no quería que mi primera vez fuera en ese lugar, estaba fantástico, pero no- dijo Ricardo justificándose.-¡Vaya! ¿¡Tu primera vez!? ¿Quieres decir qué tu no..?.- preguntó Miguel riendo incrédulo -Nunca se ha presentado la oportunidad- evadió Ricardo. -Y ahora que se presentó no la tomaste, no entiendo- Miguel estaba realmente sorprendido. -¿No será que te dio miedo? No saber como...- supuso Miguel. -Dudo que sea la primera vez de Monserrat- confesó Ricardo. -Crees que ella ha vivido un poco más y quedarás en ridículo por no saber que hacer- dedujo Miguel. -Algo así- dijo Ricardo avergonzado. -Pues... Eso podemos solucionarlo- propuso Miguel. -Conozco tus métodos para "solucionar" las cosas, y si tu solución tiene que ver con pagar por sexo o ir a una casa de citas prefiero no hacerlo; me voy al salón, ya te dije que no quiero encontrarla- dijo Ricardo sarcásticamente mientras entraba al edificio de aulas. -¡No la puedes evadir por siempre!- gritó Miguel a su amigo mientras se alejaba...

Al abrir la puerta de su oficina Sofía encontró un ramo de flores en su escritorio, rápidamente se acercó y pensando que eran de parte de Franco, tomó la tarjeta en sus manos: "No quiero agobiarte, se que pasas por tiempos difíciles, Gracias por tu excelente trabajo y perdona por todo lo que provoqué. Fausto" Sofía releyó y corrió a la oficina de el Licenciado Uribe. -Buen día Uribe ¿Cómo va la campaña de Rivapalacio?- preguntó Sofía. -Los últimos resultados son fenomenales, cada vez Fausto se perfila como posible ganador, tenemos un par de entrevistas planeadas- explicó Uribe entusiasmado. -Perfecto, en cuanto venga a verte, dile que pase a mi oficina- pidió Sofía. -No creo que eso sea posible Sofía, verás, Fuasto me pidió arreglar todo por teléfono y correo electrónico, dice que prefiere no crear malos entendidos, por lo sucedido con Miguel -explicó Uribe gentilmente. -Entiendo, y me parece buena idea- dijo Sofía. -¿Quieres qué le diga algo si se comunica?- ofreció Uribe. -No te preocupes, no es necesario- y diciendo esto Sofía salió de la oficina... Al entrar de regreso a la oficina Darío ya la esperaba. -Que bueno que pudiste venir- saludó Sofía a su amigo. -Te noté un poco estresada anoche en el teléfono- dijo Darío a su amiga. -No sabes lo complicado que es trabajar en casa, pero tengo que adaptarme- dijo Sofía resignada. -¿Y para qué necesitabas verme con tanta urgencia?- preguntó Darío a su amiga. -Necesito tu ayuda, nuestro fotógrafo acaba de ser papá y dejó de trabajar un par de días- explicó Sofía mientras revisaba unos documentos. -¿Qué tipo de campaña es? ¿Qué hay que fotografiar?- preguntó Darío interesado. -Más bien es a quien hay que fotografiar- dijo Sofía mirando a su amigo. Darío la miró expectante. -No es nada del otro mundo, son para la campaña de Fausto- explicó. Darío guardó silencio y hojeó una revista que estaba en el escritorio. -¿De verdad no puedes esperar a que tu fotógrafo regrese? ¿Tan urgentes son?- preguntó Darío sarcásticamente. -Se que no es santo de tu devoción y si no quieres hacerlo adelante, pero he visto tu trabajo, y confío en ti en lo absoluto- confesó Sofía. -De acuerdo, lo haré, pero no me pidas que lo trate como mi viejo amigo de la universidad- condicionó Darío. -Sólo toléralo, vamos ¿Quieres un café?- dijo Sofía con una sonrisa. -¿Cómo sigues después de la partida de Eva?- preguntó Sofía mientras servía dos tazas de café de la cafetera. -Aun sigo un poco confundido, pero hoy iré a ver a mi terapeuta- contó Darío a su amiga. -¿De verdad? No pensé que te hubiera afectado tanto- confesó ella. -Lo sé, pero por eso quiero acabar de una vez por todas con mis confusiones y si te soy sincero no se como puedes estar tan tranquila después de lo que sucedió con Franco- confesó Darío. Sofía suspiró. -Aunque no lo creas tengo la fe en que un día, cuando regrese del trabajo, estará ahí- confesó. -¿Has hablado con él?- preguntó Darío. -Casi nada, apenas hablamos cuando va por los chicos- respondió Sofía. -Verás que pronto se solucionarán sus problemas ¿Por qué no dejas de trabajar si es lo que a él le molesta?- preguntó Darío creyendo conocer la respuesta. -Dejar de trabajar por que el me lo pide sería renunciar a uno de mis sueños, a una de mis metas, no sólo es dejar un empleo, es dejar una parte de mi que amo, y de la que él mismo se enamoró hace años- dijo Sofía intentando hacer a su amigo comprender. -Entiendo- contestó simplemente Darío, pensando que tal vez Fausto era una de las principales razones por las que su amiga no dejaría la agencia...

-¿Qué tal la escuela? ¿Ya te acostumbraste a lidiar con niños pequeños?- preguntó Luis a Andrea cuando ella regresó al apartamento después del trabajo. -Todo bien, sólo fue un día un poco agotador- respondió Andrea mientras masajeba sus párpados con sus dedos. -Hoy hablé con la disquera, les propuse me regresaran mi puesto como productor, creo que no están muy interesados- platicó Luis mientras servía un vaso de agua a su esposa. -Calma Luis, pronto encontrarás un buen empleo, no te precipites- alentó Andrea a su esposo. -Bueno, en verdad no les interesa mucho que sea productor, pero tuvieron la loca de idea de proponerme que regrese como cantante- contó Luis entusiasta. Andrea lo miró fijamente y bebió el agua precipitadamente rápido.-¿Estás hablando en serio?- preguntó. Luis asintió sonriente. -¿Y te gusta la idea?- preguntó Andrea aun más sorprendida. -No me parece del todo mala- admitió Luis. -¿De verdad quieres regresar? Pensé que eso había quedado atrás, muy atrás- dijo Andrea no muy convencida. -La próxima semana tengo cita con los ejecutivos, puede ser una buena oportunidad- dijo Luis tratando de hacer cambiar de opinión a Andrea. -Eso espero- dijo ella nada convencida...

Por la tarde Darío llegó al consultorio que no visitaba desde hace ya un buen tiempo, recordaba muy bien la primera vez que había cruzado aquella puerta, abatido, incrédulo y a la vez decidido en olvidar a Corina de una vez por todas; recordaba toda y cada una de las sesiones que lo habían ayudado. Sabía de sobra que ahora las cosas eran diferentes y que no podía estar tan afectado por lo sucedido con Eva, pero sabía también que su terapeuta podría ayudarle a tranquilizar sus pensamientos. -Buen día señorita, vengo a una cita con el Doctor Olivera- dijo Darío a la secretaría, quien buscó en el registro y le pidió que tomara asiento un momento. Pasados unos minutos la secretaria pidió a Darío lo acompañara y entraron al consultorio.
-¿Darío Vivanco?- preguntó una bella mujer de cabello rubio y ondulado, tez excesivamente blanca y mirada imponente que estaba sentada en escritorio del doctor. -¿Nos conocemos? ¿Dónde está el doctor Olivera?- preguntó Darío extrañado. -Soy la doctora Leonora Camargo, el doctor Olivera tuvo un infortunado accidente por la mañana y estoy cubriendo sus consultas- explicó la doctora con una sonrisa en el rostro.
-¿Se encuentra bien?- preguntó Darío preocupado. -Lo está, se recuperará en un par de días, pero no venimos a hablar de él; he leído fragmentos de tu expediente ¿Quieres conversar?- incitó la doctora. Para Darío era una situación incómoda y extraña. -No quisiera molestarla pero, preferiría a que el Doctor Olivera volviera, creo que podré esperar a que se recupere- confesó diplomáticamente. -Puedes tutearme sin ningún problema, y créeme que te entiendo perfectamente- dijo Leonora con una sonrisa mientras miraba el expediente de Darío. Nadie dijo nada. -De acuerdo, un placer conocerla, perdón, conocerte- dijo él mientras le extendía la mano para despedirse. Leonora estrechó su mano y Darío se dirigió a la puerta.
-¿Darío?- dijo Leonora antes de que él saliera. Darío volteó la mirada y puso atención en el bello rostro de Leonora. -No conozco bien tu historia con la chica que murió en el terremoto, pero lo poco que logré leer me resultó exageradamente conmovedor, espero que pronto tu esposa pueda perdonarte- dijo Leonora sinceramente. -¡Vaya! Leíste más de lo que había creído; no es una historia que suela contar a gente que no conozco; pero gracias por tus palabras- respondió Darío. -¿Has hablado con ella? ¿Con tu esposa?- preguntó Leonora estratégicamente. Darío regresó, y sin sentarse, se puso frente al escritorio. -Las pocas esperanzas que tenía se esfumaron hace unos días- confesó Darío pesimista y sin quererlo, comenzó a platicar su historia...

-Tengo que empezar a organizar mi fiesta de cumpleaños, el día está muy cerca- dijo Greta a Natalia al salir de clases. -Me imagino que invitarás a media universidad- dijo Natalia bromeando. -Sólo a los necesarios para que conozcas a alguien- respondió Greta mientras reía. -Hasta cuando entenderás que no necesito un novio- dijo Natalia negando con la cabeza. -No creo que pienses lo mismo cuando veas a todos los galanes que voy a invitar- respondió Greta. En ese instante, el teléfono móvil de Natalia empezó a sonar. La chica buscó rápidamente en su bolso de manta guiándose por el sonido. Sacó una libreta, una bolsita y un pequeño librillo. El teléfono paró de sonar. -Era yo quien estaba marcando, Ricardo me llevará a la casa ¿Quieres venir con nosotros?- dijo Miguel mientras se acercaba a su hermana junto con Ricardo. La chica tomó el librillo y sus demás cosas y las guardó rápidamente en su mochila. -Creo que me quedaré un rato más con Greta, pero gracias- respondió Natalia sonrojada. -Está bien, te veo en casa- dijo Miguel dándole a su hermana una palmadita en el hombro. -¿Cuánto tiempo más piensas evitarme?- preguntó una voz a espaldas de Ricardo. Era Monserrat. -¡Hola! ¿Por qué dices eso?- preguntó Ricardo fingiendo no comprender. -¿Te importa si hablamos a solas? Anda, llévame a mi casa- propuso Monserrat. Ricardo miró a su amigo.
-Adelante hermano, no te preocupes- dijo Miguel comprendiendo lo que su amigo trataba de decirle con los ojos. -Está bien, vamos, te llevo- contestó Ricardo nervioso; se despidió y se marchó con Monserrat...

-En conclusión, esperé tanto la oportunidad, y cuando llegó no pudimos reconciliarnos- dijo Darío después de haber contado su historia a grandes rasgos. -¿Y crees qué ella aun te ama?- preguntó Leonora más como amiga, al parecer la terapia había pasado a segundo plano y se había convertido en una plática. -No lo sé, pero después de Corina, Eva es el amor de mi vida y no me resigno a perderla- confesó Darío. -¿Sabes qué es lo curioso? Según tu, ambas son el amor de tu vida,  no es muy común escuchar algo así- dijo Leonora mientras jugaba sutilmente en la silla giratoria. -Para ser honesto, a veces creo que Corina fue y será mi único amor; en otras ocasiones siento que ni la misma Corina logra superar a Eva; y en el peor de los casos siento que ninguna es realmente el amor de mi vida, si una lo fuera estaría a mi lado y yo no tendría jamás esta conversación contigo- confesó Darío, expresando sus pensamientos más profundos. -¿Y si has creído que ninguna de ellas es el amor de tu vida por qué no sigues buscándolo?- preguntó ella. -No lo sé, simplemente no quiero olvidarlas, no me gustaría que fueran sólo un recuerdo- contestó Darío inconscientemente. -Yo nunca he perdido a alguien tan importante; pero si me permites decírtelo eres muy cerrado- dijo Leonora sutilmente. -¿Si? ¿Eso crees?- preguntó Darío a la defensiva. -Entiendo perfectamente que no puedas resignarte a perder a Eva, ¿Pero Corina? ¿Darle a alguien qué conociste hace tanto tiempo un lugar tan importante? ¿Y Si aquella persona qué estará contigo hasta el fin te está esperando allá afuera esperando que la encuentres? Déjame decirte que mientras Eva y Corina estén en tu mente encontrarás a nadie- Leonora hablaba dulcemente, explicando, motivando. Darío sólo la miraba. -Creo que no eres nadie para decirme todo esto- dijo él un poco molesto. -¿Por qué? Sólo date cuenta que hay más opciones, que Corina y Eva no son las únicas dos mujeres que existen en este planeta- respondió ella mirando fijamente a Darío.
-Será mejor que me vaya- dijo él poniéndose una vez más de pie. Leonora se levantó al mismo tiempo y lo tomó por el hombro. -Creo que eres un buen hombre, mereces que alguien esté a tu lado, pero si no aprendes a cerrar definitivamente un capítulo en tu vida, no podrás abrir otro- dijo ella suavemente. -Tal vez es porque no tengo el mínimo deseo de abrir otro capítulo- respondió Darío zafando su hombro de la mano de ella y acercándose a la puerta. -A Eva le dolió lo que le hiciste, pero siguió adelante y mírala ahora, cumpliendo uno de sus sueños. Te aseguro que Corina hubiera hecho exactamente lo mismo- dijo Leonora desistiendo de todo intento por hacerlo recapacitar. -Disculpa si no tomo en cuenta tus consejos, pero entenderás que no eres mi doctora y a fin de cuentas acabo de conocerte- y diciendo esto Darío salió del consultorio y se marchó...

El auto de Ricardo estaba estacionado a unas cuadras de la casa de Monserrat, llevaban unos veinte minutos conversando. -Para serte sincera me sentí rechazada, y jamás nadie me había rechazado- confesó Monserrat. -Yo jamás te rechazaría, eres hermosa, y me encantaría estar contigo, pero quiero que sea especial- explicó Ricardo mientras acariciaba la mejilla de su novia. -Así sea un muro sucio, una suite presidencial o un simple asiento de coche, el momento será especial para mi- dijo Monserrat dulcemente.
-Es que,para ser honesto, tengo miedo- Ricardo palideció un poco. -¿Qué pasa Ricardo?- preguntó Monserrat. -Olvídalo- dijo Ricardo y la besó apasionadamente, comenzaron a acariciarse, los movimientos se tornaron un poco salvajes. -¡Calma! Estás muy nervioso- dijo Monserrat cuando logró separar su boca de la de Ricardo. -Quiero estar contigo pero yo no...- dijo Ricardo pero no logró terminar la frase. -¡Vaya! Lo entiendo y no hay problema, pero no por eso debes ponerte tan efusivo- dijo Monserrat sorprendida.
-Sólo déjate llevar- dijo ella y lo besó tranquilamente, acarició el cuello del chico, jugó con su cabello, él la tomó por la cintura. Un beso, otro beso, Monserrat comenzó a acariciar el pecho del chico, él hizo lo mismo con la espalda de ella. Las respiraciones de ambos comenzaban a ser más ruidosas, el ritmo de sus movimientos comenzaban a sincronizarse cada vez más. Monserrat bajó su mano hasta la cintura de Ricardo y comenzó a subir la playera del chico; él por su parte metió su mano dentro de la blusa de su novia. Ambos sentían su piel en sus manos. Ricardo comenzó a besar el cuello de la chica y alguien tocó la ventanilla de auto. Se detuvieron al instante y giraron sus miradas para conocer de quien se trataba. El policía pidió que bajaran la ventanilla. -Se supone que no deben hacer lo que estaban haciendo en vía pública ¿Lo sabían?- reprendió el policía. -Disculpe Oficial, tiene toda la razón, nos dejamos llevar pero no volverá a suceder- explicó Ricardo muy nervioso. -Sus identificaciones- pidió el oficial secamente. Ambos chicos comenzaron a buscarlas. -Por lo que más quiera oficial no nos haga nada, de verdad lo sentimos, no volverá a suceder se lo aseguro- imploró Ricardo. El policía hizo caso omiso. -Todo es mi culpa, después de salir del hospital por la terrible cirugía no habíamos intentado hacerlo- dijo Monserrat a Ricardo lo suficientemente fuerte para que el policía escuchara. Ricardo la miró extrañado. -Lo sé, debí esperar a que llegáramos a tu casa, pero después de que tu hermanito de cinco años nos descubriera no creí que fuera buena opción y como en mi casa te odian - siguió inventando la chica. -De acuerdo, váyanse, pero no los quiero volver a ver por ahí haciendo lo que estaban haciendo- dijo el policía devolviéndoles sus documentos. Ricardo prendió el automóvil y arrancó rápidamente. -¿De dónde sacaste lo de la cirugía? ¿Mi hermanito de cinco años?- preguntó Ricardo riendo. -Calla que gracias a eso nos salvamos- dijo Monserrat seriamente. -Tienes razón, gracias por hacerlo, estaba muy asustado- dijo Ricardo sinceramente.-Noté como tu rostro se puso blanco- dijo Monserrat burlándose. -Que graciosa- dijo Ricardo molesto mientras estacionaba el auto fuera de la casa de Monserrat. -Entonces ¿En qué estábamos?- preguntó el chico mientras se acercaba a besar a su novia. -En que no quiero volver a mentir para salvarnos de un policía, ya es tarde y mi mamá está en casa- respondió Monserrat irónicamente. -Te veo mañana- dijo la chica, después besó a su novio y bajó del automóvil...

-¿Qué haces husmeando mi mochila?-Preguntó Natalia cuando vio a Miguel buscando algo en la mochila de la chica. -Sólo buscaba una pluma, sabes que las pierdo cada dos días- explicó Miguel despreocupado. -En el estudio hay miles de plumas ¡Dame mi mochila!- exclamó Natalia mientras jalaba su bolso de un asa, provocando que cayeran varias cosas, entre ellas un bolígrafo y el pequeño librillo que Natalia cargaba constantemente. -Calma, esto era lo que quería- dijo el chico y tomó la pluma en sus manos, observo el pequeño un librillo. -Un momento- dijo tomándolo entre sus manos. -¡Deja eso! ¡Es mío!- decía Natalia mientras forcejeaba. Miguel logró deshacerse de las inquietas manos de su hermana y hojeó el pequeño librillo de fotografías. Era muy similar a uno que él ya había visto, sólo que en este caso, al hojear rápidamente el pequeño libro, era una chica la que vagaba por la ciudad, encontrando al final al chico del otro libro. -Este libro, es el que le regalaste a Ricardo- aseguró Miguel sorprendido. -Por supuesto que no, simplemente se parecen, lo compré porque me gustó- evadió Natalia nerviosa. -Claro, comprendo ¿Desde cuándo te gusta Ricardo?- preguntó Miguel desafiante. -¿De... De dónde sacas eso?- preguntó la chica fingiendo no entender. -Vamos Natalia, le regalaste a Ricardo un libro exactamente igual donde al final el chico encuentra a esta chica- recordó Miguel convencido. -Ricardo no me gusta, y si tengo este libro es porque ya te dije que me gustó, además no tengo porque darte explicaciones- dijo Natalia molesta, tomó sus cosas y subió a su habitación...

Un par de días después Darío esperaba a Fausto en su estudio. Para él, era una situación extraña, puesto que Fausto nunca le había caído en gracia, aun recordaba un par de momentos que habían vivido en la universidad donde estuvo apunto de golpearlo. Alguien tocó la puerta. Era Fausto, quien intentó saludarlo como si fueran grandes amigos que no se veían desde hace mucho tiempo. -Tenemos sólo un par de horas, tengo un trabajo por la tarde- explicó Darío secamente. -El tiempo necesario, soy muy fotogénico- dijo Fausto orgulloso. Darío no dijo nada y lo dirigió a su estudio. -Casi no eres apasionado de tu profesión ¿verdad?- dijo Fausto al entrar al estudio y mirar una pared repleta de fotografías. Una vez más Darío guardo silencio. -Vamos a trabajar- dijo Darío seriamente mientras le indicaba a Fausto donde debía sentarse. Durante un largo rato la situación era bastante tensa, Darío daba instrucciones específicas y ambos hablaban lo necesario. Después de casi una hora Darío comenzó a apagar las luces de iluminación. -Con esas tomas son necesarias- dijo mientras descolgaba la cámara de su cuello. -¿Es todo? ¿Tan bueno eres?- dijo Fausto con el mismo tono irónico usado antes. - Por favor Fausto, nunca hemos llevado una buena relación, termminamos rápido y fue lo mejor- explicó Darío fingiendo acomodar su desbaratado escritorio. 
-Deberíamos intentar llevarnos mejor, al fin de cuentas estaré cerca de Sofía cerca, muy cerca- dijo Fausto haciendo un especial énfasis en la palabra "muy". Darío lo miró fijamente. -Pronto terminará tu campaña, pronto dejarás de verla- dijo Darío en un tono más molesto aun. -¡Claro! pero sabemos que Sofía y yo no somos indiferentes, estoy seguro de que algo podría darse- dijo Fausto con una sonrisa en su rostro.
-Pueden volverse buenos amigos- Darío comenzaba a enojarse bastante. -Si, buenos amigos, y porque no, algo más. Claro, que tal vez tu no lo entiendas, después de enamorarte de alguien que está muerta y del fracaso en tu matrimonio, no te pueden quedar esperanzas para reencontrar el amor- dijo Fausto acomodando su saco. Darío salió de si, lo miró fijamente y lo tomó por el saco. -¡Escúchame bien! ¡Sofía es una mujer casada y sé que ella y Franco se aman! ¡No voy a permitir que le faltes al respeto en mi presencia! ¡Y lo qué sea de mi vida no es algo que te importe! ¡¿Entendiste!?- gritó Darío rojo de furia, sacudiendo a Fausto de un lado para otro. Fausto lo miró también bastante enojado, con ganas de comenzar una pelea de golpes; sin embargo no dijo nada, volvió a acomodar su saco y salió del estudio...

El viernes por la mañana Ricardo sorprendió a Monserrat con un exquisito ramo de flores. -¡Sorpresa!- dijo el chico -Son hermosas- agradeció Monserrat. -Se que lo que pasó hace unos días en el auto estuvo extraño, pero quiero que sepas que me muero de ganas de estar contigo- dijo Ricardo bajando la voz y acercándose al oído de su novia. Monserrat sonrío nerviosa. -Hoy por la noche, lugar sorpresa, pero aseguro que nada ni nadie nos interrumpirá- dijo él tomando la mano de la chica. -¡Ricardo hoy no puedo!- dijo ella desilusionada. -Iré a festejar el cumpleaños de una amiga a un club- explicó. -¿Y por qué no le habías contado?- preguntó el chico decepcionado. -Justo te iba a preguntar si me acompañabas- se justificó Monserrat. -De acuerdo, te hablo en la tarde y paso por ti, espero pronto podamos continuar lo que dejamos pendiente- dijo Ricardo y después besó a la chica. Miguel apareció al lado de ellos y Monserrat se marchó a su clase. -¿Y? ¿Cómo va todo?- preguntó Miguel en cuanto Monserrat se marchó. Ricardo contó a su amigo acerca del incidente con el policía y del deseo que sentía por Monserrat.-¡Vaya! ¿Qué te hizo estar de repente tan seguro?- preguntó Miguel a su amigo. -Nada en si, sólo creí que si no me arriesgaba nunca iba a suceder, amo a Monserrat y es hermosa, no tengo nada que me impida hacerlo- explicó Ricardo...

-¿Me puedes explicar por qué le contaste todo acerca de mi vida?- Darío estaba bastante molesto y aprovechó para hablar con Sofía cuando ella fue a su casa a recoger las fotografías. -Lo siento Darío, simplemente me preguntó que había sido de ti, de Andrea, preguntas sin sentido- se justificó Sofía. -Debes alejarte de Fausto, el no tiene buenas intenciones- dijo Darío desconfiado. -Yo puedo cuidarme sola Darío, no tienes porque preocuparte, te lo prometo. Ahora ¿Vamos por las fotografías?- dijo ella tranquilamente. Darío accedió y caminaron juntos al estudio. Sofía pocas veces había visitado aquel lugar, pero le parecía fantástica la pared repleta de fotografías. Podía verse ella junto a su amigo en la universidad, bellos paisajes de Milán y otros países; donde aparecía Eva,  Ricardo y Leonel de pequeños, y claro, aquel lugar en la carretera. -¿No crees qué tus recuerdos no son suficientes?- dijo ella contemplando una fotografía donde aparecía Corina. -¿De qué hablas?- preguntó Darío mientras acomodaba las fotografías de Fausto. -Se que para tí ha sido muy duro, y se también que la fotografía es tu pasión, pero ¿Por qué te martirizas viendo una y otra vez estas fotografías?- dijo Sofía señalando el rostro de Eva y después el de Corina. -Es lo único que me queda para recordarlas- dijo Darío seriamente. Por eso te pregunto ¿Los recuerdos de tu mente no son suficientes?-preguntó Sofía una vez más...

-¿De todos los empleos del lugar este fue el qué me conseguiste?- preguntó irónicamente Miguel en cuanto le informaron que se encargaría de cuidar el baño en "Venecia". -Fue todo lo que pude hacer por ti ¿O querías salir bailando en ropa interior con lentejuelas?- preguntó sarcásticamente Aurora. -Pues no pero...- dijo Miguel inconforme. -Pero nada rockero, es un lugar para caballeros; por lo mismo no es muy común que aquí trabajen hombres ¿Si entiendes verdad? Bueno, ahora, si no te molesta, me tengo que ir a cambiar, te veo terminando el show- dijo la chica mientras caminaba a los camerinos...

Después de que Sofía se marchó de casa de Darío el tomó una libreta y comenzó a escribir:

"Borrar los recuerdos de la mente... Recordar con fotografías... Recuerdos tristes, intensos que provienen de fotografías... Adiós."

Decidido se puso en pie y corrió a su estudio, miró la pared y comenzó a despegar algunas fotografías, busco otras más en los cajones y tomó las que le había mostrado a Ricardo unos días antes, en todas aparecían Corina o Eva, o cosas que le recordaba a una de ellas. Después de tomar todas las fotografías salió como bólido de la casa y subió al automóvil desesperado...

-Nada más me visto, le aviso a mi papá y paso por ti- decía Ricardo al teléfono al llegar a casa después de ir al cine con su hermano. Al darse cuenta que su padre no estaba en casa y al leer lo que había escrito en la libreta se asustó bastante. Leonel llamó a su padre al teléfono móvil sin lograr contactarlo. -Creo que no podré llevarte, debo encontrar a mi padre- dijo Ricardo unos minutos después; tomó las llaves de su auto y junto con Leonel salió a buscar a su padre... 

-Pensé que nunca iba a regresar, y estoy aquí- dijo Darío hablando a la nada, entre arbustos y árboles, sólo podía verse la iluminación nocturna de la ciudad. -Me encantan las fotografías, han sido mi pasión toda la vida, pero hoy, después de tantos años logré comprender algo que no había entendido- dijo reflexionando.-No necesito una fotografía que me ayude a recordar , para eso tengo mi mente y aunque me vaya de este mundo, tengo la fe en que sea lo único que me pueda llevar, mis recuerdos - finalizó; después sacó de su bolso el montón de fotografías que había seleccionado del estudio, una a una las observó y comenzó a romperlas en pedacitos. El aire se llevaba los diminutos trozos de papel que descendían al bosque, a la ciudad o regresaban hacia la carretera. Darío levemente sonreía, estaba consciente de que jamás volvería a ver esas fotografías, pero para él ya no eran necesarias...

Cuando el espectáculo había terminado en "Venecia" Aurora intentó acercarse a Miguel. -Me acaba de llamar Greta, me invitó a un club que curiosamente está cerca de aquí ¿Vamos al salir?- preguntó la chica animada. -¿De verdad? ¿Quieres que vaya?- Miguel estaba contrariado. -No es que realmente goce de tu compañía pero, sino después quien me lleva a casa- dijo la chica excesivamente honesta. -Bueno, si quieres ir adelante, te acompaño- accedió Miguel. -De acuerdo, recojo mis cosas y nos vamos- dijo Aurora y caminó por el diminuto pasillo que llegaba a los baños; justo antes de salir de dicho pasillo, alguien tomó fuertemente su brazo. -¿Qué te pasa?- dijo la chica intentando soltarse. -¡Tranquila! No quiero hacerte nada, solo quería verte- dijo el chico que la tenía agarrada del brazo. -¿Tú otra vez? Ya te dije que no me interesa conocerte- dijo Aurora molesta logrando soltarse de él. -¡Pero a mi si! ¡Y no permitiré que me rechaces!- dijo el chico, el mismo que la miraba todas las noches, que la asediaba. La tomó nuevamente del brazo y la acercó a su cuerpo. -¡Suéltame!- gritó Aurora asustada. Miguel salió corriendo del baño, tomó al chico de los hombros y lo azotó contra la pared. -Sabes que no puedes tocar a las chicas, no vuelvas a poner tus asquerosas manos en una de ellas, porque puede ser lo último que hagas ¿Entendido? - preguntó Miguel furioso, ardiendo en rabia. El otro joven estaba realmente asustado y simplemente asintió con la cabeza. Miguel lo soltó. -¡Lárgate!- gritó, y el chico se fue corriendo. -Gracias Miguel- dijo Aurora mientras lo abrazaba y lloraba asustada. -Ya se fue, no pasa nada- dijo el chico mientras la consolaba y acariciaba su suave cabello...

Habían pasado casi cuatro horas cuando Darío volvió a casa. -¡Papá! Nos tenías muy asustados, salimos a buscarte ¿Dónde esabas?- dijo Ricardo mientras abrazaba a su padre. -Lo siento, se que fue todo tan extraño, pero tenía que hacer unas cosas- explicó Darío relajado. -Que cosas que no podían esperar hasta mañana- dijo Leonel mientras salía de su habitación y corría a abrazar a su padre. -Esa nota sonaba algo suicida- dijo el chico aun asustado. -Todo está bien chicos, todo está muy bien- dijo Darío mientras con unas sonrisa abrazaba a sus hijos...

Casi a la misma hora, en un fantástico club, Greta y Monserrat festejaban el cumpleaños de  una amiga de su salón de clases. -Creo que ya me voy, esto está terriblemente aburrido- dijo Monserrat mientras tomaba su bolso. -No te vayas, Aurora y Miguel vienen para acá ¡Vamos a divertirnos!- dijo Greta un poco bebida mientras bailaba con un chico de su secundaria que curiosamente había encontrado en aquel lugar. Monserrat accedió  pidió otra copa. Al poco rato Miguel y Aurora llegaron al lugar y se acercaron a las chicas. Pasaron un par de horas y los ánimos comenzaron a subir. Greta se besaba ya apasionadamente con aquel chico con quien bailaba. Monserrat y Miguel bailaban muy divertidos. -Bailas muy bien- dijo ella cuando la canción terminó. -Tu muchísimo mejor- dijo él acercándose un poco a ella. La fiesta siguió casi toda la madrugada... 

A la mañana siguiente Darío tomó decidido el teléfono y llamó al consultorio de su terapeuta. -Me da gusto que ya haya regresado el doctor Olivera, pero quisiera tener una consulta con la Doctora Leonora Camargo
¿Es posible? Perfecto, el lunes a las once, ahí estaré- dijo convencido Darío ansioso por contarle a aquella "Doctora desconocida" lo bien que se sentía por haberse deshecho de las fotografías...

...Su cabeza punzaba bastante, sabía que había bebido mucho la noche anterior. Abrió los ojos y se percató de su completa desnudez. Esa no era su habitación. Alguien dormía a su lado, como pudo logro levantarse y asustada preguntó. -¡¿Qué demonios hago aquí?!-.

Todos rogamos por una oportunidad, por una diminuta luz esperanzadora que ilumine algún momento de oscuridad y buscamos ansiosamente que de la nada, las oportunidades lleguen a tocar nuestra puerta; sin embargo, hay veces que una oportunidad llega de manera extraña y diferente a lo que esperábamos, en nosotros está el tomarla o dejarla pasar...