jueves, septiembre 02, 2010

...Una Foto... Capítulo 27: Adiós al amor que Nunca Fue. La libreta perdida.

Esa era la última noche que Darío pasaba en casa de sus padres. Esa era la última noche que Darío Soñaba con Corina. Un bello bosque repleto de flores, iluminado por un radiante sol de primavera, Corina tomaba su mano, caminaban sin rumbo alguno, se escuchaba la melodía de las aves. Vestían de blanco, la bella cabellera negra de Corina volaba con el viento. Darío la observaba caminar, no hablaban, podía oler su perfume. Se detuvieron. El viento no soplaba. -Debes seguir sólo, yo me quedaré aquí, ella te está esperando. Por Siempremente- decía Corina mientras soltaba la mano de Darío. La chica caminaba hacía el cargado bosque lleno de árboles. Darío se quedaba ahí, parado viendo como el amor de su vida se alejaba, otra mano tomaba la suya. Era una mujer, sabía que la conocía, pero no lograbaa identificaba. Darío despertó, pensó en Corina y entendió. Era la última noche que Darío soñaba con Corina y ese sueño fue la señal que el chico necesitaba para salir adelante.

La mañana siguiente el chico vistió su suéter favorito, de rayas. Tomó su maleta, se despidió de sus padres y sin prisa se dirigió a la universidad, debía recoger sus documentos. Al llegar a la institución la observó bien, vagó por cada pasillo, se sentó en cada banca, tal vez esa sería la última vez que pisaba su universidad, le tenía mucho cariño. Por último, decidió depedirse de su profesor de fotografía publicitaria quien había acompañado al chico a lo largo de sus estudios universitarios. A pesar de haberse distanciado en los últimos semestres, Darío sentía un aprecio muy especial por dicho profesor, además estaba muy agradecido con el por haberle regalado las fotos de Corina.

Caminaba lentamente por la universidad, admirando cada defecto,cada agujero, cada pared, cada salón de clases. Llegó por fin al estudio fotográfico donde tomaban aquel curso. Entró y sentado en el escritorio se encontraba el profesor. -¡Darío! pasa pasa, que gratificante es volver a verte- dijo el profesor. -Igualmente profesor, vengo a despedirme y a agradecerle por todo lo que me enseñó en estos años- contestó el chico acercándose al escritorio. El profesor se púso de pie y agarrando al chico del brazo, le dijo. -Gran labor tenemos los fotógrafos, capturar momentos, y no sólo eso, sino emociones, sentimientos, pensamientos, tristezas, alegrías, triunfos y porque no derrotas. Es una gran labor, que estoy seguro estás listo para desempeñarla, sal al mundo y demuéstrales lo que tus fotografías pueden hacer- terminando de hablar el profesor abrazó a Darío y el chico salió del estudio. 

Al salir uno de sus papeles voló por el pasillo, cuando lo alcanzó escuchó abrirse la puerta de la cabina radiofónica, era un rechinar bastante ruidoso al cual no prestó atención, sin embargo quien salía por aquella puerta llamó, desde antes de que la escuchara sabía que era ella. -¡Darío Hola!- dijo Isabella. El chico saludó a la chica como de costumbre, con un caluroso abrazo. -Pensé que no te volvería a ver en mucho tiempo- dijo la chica mientras tomaba asiento en la banquita que estaba fuera del estudio. -Ven, sientate conmigo- invitó Isabella al chico. Darío no podía evitar sentir nervios cada vez que estaba con Isabella. A pesar de todo lo que había pasado le seguía gustando. - Siempre quise volver a ir contigo en alguna clase- dijo la chica mirando fijamente a Darío. -Yo siempre quise tener una oportunidad contigo- respondió Darío, no sabía de donde salía ese valor, pero de pronto sintió  que tal vez la chica se su sueño podía ser Isabella.   -Sabes que siempre fue complicado- dijo la chica volteando su rostro para evitar ver a Darío. -Lo sé, me lo dijiste, pero nunca logré entender porqué- contestó Darío, perdiendo la ilusión de que Isabella fuera la chica de su sueño. -Darío, te quiero y quiero ser tu amiga por mucho tiempo, espero algún día encuentres alguien que sepa valorar lo que yo no pude, eres alguien muy especial- dijo Isabella mientras acariciaba la mejilla del chico. -Entiendo, lo entendí desde hace mucho tiempo, sólo que mi corazón a veces  no entiende que ya entendí, perdóname Isabella- dijo Darío una vez más, desilusionado. -Darío... eres... eres tan lindo- dijo Isabella quien se acercó al chico y lo besó tiernamente. Darío había esperado ese momento desde el día en que conoció a Isabella, y sin embargo, no fue como lo esperaba, se sintió bien, pero en sus labios no había amor, no había magia, no había deseo. -Lo lamentó, no quería hacerlo, lamento de verdad ilusionarte, pero eso no debió haber pasado; sólo podemos ser amigos- dijo Isabella cuando sus labios se separaron de los del chico. -No te preocupes, entiendo. Te saludaré si te encuentro algún día por la calle, te felicitaré por tu cumpleaños y te enviaré una tarjeta de navidad; pero no me pidas que vaya a tu boda, al cumpleaños de tus hijos o a tu fiesta de aniversario, porque siempre estará en mi mente la idea de que aquel hombre con quien compartas tu vida pude haber sido yo- dijo secamente Darío poniéndose de pie dispuesto a marcharse. -No te vayas, quiero darte algo- dijo Isabella levantándose también y sacando una hoja de cuaderno de su bolso. - Perdón por deshacerme del cuaderno, creí que esto era lo realmente importante; se que debí habértelo devuelto pero, de cierto modo me gustaba verla. Gracias Darío, deseo de todo corazón que seas muy feliz- y diciendo esto Isabella entregó al chico la fotografía que él había perdido hace algunos meses, esa fotografía donde aparecían los dos, sonriendo. Esa fotografía, decorada por Darío con amor y romanticismo. Sin decir una palabra más la chica se marchó, y mientras Darío contemplaba con desconcierto la fotografía, Isabella desapareció del pasillo.


Sabiendo que no tenía nada más que hacer en la universidad, Darío dijo adiós a las aulas, los pasillos y jardines que guardaban un trozo de su vida. Y aun con la fotografía en mano se marchó, en la puerta de la universidad logró observar de lejos a Isabella por última vez, la chica iba de la mano de un joven mayor; segundos después el joven besó tiernamente a Isabella y doblaron la esquina. El chico no logró evitar sentir esa ligera sensasión de rabia y coraje que sentía cada vez que veía a Isabella con alguien más, para su fortuna, era la última vez que la sentiría. 

Ya más tranquilo, en camino al apartamento comenzó a pensar en sus deseos de triunfar, en sus planes por trabajar y en su sueño de pronto encontrar a la mujer indicada con quien compartir cada irrelevante segundo de su vida. "Pronto llegarás" pensó el chico antes de abrir la puerta del apartamento.

Sofía y Andrea platicaban tranquilamente en el sofá, ambas miraron a su amigo quien corrió a abrazarlas; por fin, después de tanto tiempo y aunque Sofía ya sabía, Andrea platicó con lujo de detalle lo que había sucedido con Luis. Sofía confesó la hermosa noche que había vivido con Fausto y Darío platicó su sueño con Corina y el adiós a Isabella.

Sin saberlo, los tres amigos acababan de cerrar un ciclo muy importante en sus vidas; y no me refiero a la universidad. Ese día, Darío, Andrea y Sofía por fin habían dicho adiós a sus incorrectos e imposibles amores de universidad...

...Esperen pronto el Desenlace de esta Historia...

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