martes, febrero 15, 2011

Memorias de Portarretrato... Capítulo 8: Irónico

Un vestido blanco, un pulcro traje negro; un clima perfecto, un regocijo entre todos los invitados. Era el día de la boda de Carolina y Alberto...

Es irónico que te propongan matrimonio porque hay un bebé en camino, es más irónico perder al bebé y seguir con planes de boda, pero es aun más irónico pensar justo cinco minutos antes de la boda si estas haciendo lo correcto...
Cinco meses antes de la boda:
Alberto esperaba impaciente que sus padres llegaran a casa; debía comunicarles la noticia. Fue a medio día cuando Carolina comunicó a su novio su inesperado embarazo. Alberto recibió la noticia con total desconcierto; no obstante, apoyó totalmente a Carolina. Por un momento el chico pensó en aquellos momentos que había vivido unos días antes con su novia; no era la primera vez que estaban juntos. Alberto y Carolina eran la clase de pareja que de niños eran grandes amigos, y que con el tiempo esa entrañable amistad se había coonvertido en amor. Se conocían muy bien, por tanto, Alberto sabía que Carolina sería incapaz de mentirle. Así que jamás dudo de ella ni de su paternidad. Se escuchó el girar de la perilla de la puerta. Había llegado el momento, Flora y Paulo habían cruzado la puerta y aparecieron en el recibidor de la casa. -Mamá, papá. Que bueno que llegaron- saludó Alberto bastante nervioso.      
 -¿Qué pasa Alberto? te noto un poco pálido- preguntó Flora preocupada.
-No se como vayan a tomar lo que les voy a decir- dijo Alberto realmente asustado.          -Vamos Alberto, nos estás asustando- dijo Paulo tomando el hombro de su hijo. La puerta se volvió a abrir. Era Greta, se sorprendió al ver a sus padres, su plan era llegar antes que ellos, la chica olía bastante a alcohol y a cigarro. -Hola a todos- dijo la chica sonriendo y saludando con la mano. Su ebriedad se notaba al caminar. -¡Greta estás borracha!- exclamó Flora sorprendida. -Mamá, tranquila, solo bebí un par de refrescos- dijo Greta barriendo un poco la voz. -No puede ser posible Greta, debes aprender a controlarte- comentó Paulo a su hija. -¿¡Qué no comprenden!? ¡Ya no soy una niña!- gritó Greta intentando subir las escaleras. -Le ayudaré a subir- dijo Paulo olvidando completamente que Alberto intentaba decir algo. -Intentaba hablar con mis papás, gracias por ser otra vez la protagonista- dijo Alberto a su hermana un poco molesto. -¿Tú? ¿Hablar con ellos? Claro, si yo soy la protagonista tu eres el hijo perfecto que mostrará sus inmejorables calificaciones- contestó Greta ofendida. -¡Basta Greta!- dijo Paulo mientras la tomaba del brazo y le ayudaba a subir. -¡No soy hijo perfecto! ¡¿Crees que un hijo perfecto embarazaría a su novia?!- gritó Alberto mientras Greta terminaba de subir con ayuda de su padre. La chica estaba apunto de replicar y enmudeció. Todos lo hicieron. Sus miradas estaban fijas en Alberto. -Vaya, es eso lo que te preocupa, ven aquí- dijo Flora abrazando a su hijo. -Amo a Carolina, quiero tener a ese bebé, pero no estoy listo; tenía tantos proyectos- confesó Alberto a su madre. Paulo había bajado rápidamente para incorporarse a la conversación.   -Sabes que debes cumplir con tu responsabilidad como padre, pero no es una obligación que te cases con Carolina- dijo Flora a Alberto mientras acariciaba su cabeza. -No quiero abandonarla- dijo Alberto. -Tienes dos caminos. El correcto y el fácil. Hazte responsable y forma una familia o contempla a tu hijo como un gasto más por los próximos veinte años- explicó Paulo. Greta intentó hablar; pero al hacerlo tuvo que correr al baño. Cuando la chica desapareció por el pasillo Alberto decidió -Me casaré con ella- dijo el chico mientras levantaba su rostro del regazo de su madre. -¿Estás seguro Alberto?- preguntó Flora incrédula. -Y no lo hago por obligación; de verdad, quiero hacerlo- explicó Alberto con coraje y seguridad. -Hijo, eres un gran hombre- alentó Paulo mientras abrazaba a Alberto.

Cinco semanas antes de la boda:
Carolina podía sentir la ausencia de su bebé en el vientre. Llevaba apenas un par de días en casa y ya había empacado todo lo que había comprado para su pequeño. Aun lloraba de tristeza, sabía que sería algo difícil de superar. La relación con Alberto ya no era como antes. Incluso Carolina sentía un tinte de lástima y compasión por parte de su prometido. La chica empezó a tener pensamientos extraños dudando incluso si amaba en verdad a Alberto.

Con el paso de los días dichos pensamientos desaparecieron y siguió, sin muchos ánimos, preparando su boda. Realmente ya no le interesaba como antes; prácticamente Flora tomaba todas las decisiones en cuanto al menú, la orquesta y los invitados...

Por aquellos días Greta y Ricardo hicieron un trato; la chica le presentaría a Monserrat a su amigo, siempre y cuando Ricardo le consiguiera una cita con Miguel...

Una semana después de que Carolina regresara del hospital; sufrió otra pérdida...Siempre que Natalia llegaba a casa revisaba el buzón; aquel día encontró una carta para su hermana Carolina. La chica revisó el remitente y se cuestionó si sería pertinente mostrársela a su hermana. Guiada por su constante honestidad, Natalia decidió darle a su hermana la carta. -¡Hola Caro! ¿Cómo estás?- preguntó alegre Natalia al entrar a la habitación de su hermana. Carolina no respondió. -¿Recuerdas tu solicitud de beca para estudiar moda en París?- preguntó Natalia para generar interés en su hermana. Carolina miró a su hermana.    
-Claro que la recuerdo, pero no creo haber ganado la beca; además, da igual si la gané o no, si mal no recuerdo, el curso comienza cinco días después de la boda- explicó Carolina a su hermana. -Pues, puedes averiguarlo tu misma- dijo Natalia con una sonrisa mientras estiraba su mano con el sobre. Carolina abrió la carta y leyó rápidamente, pasados unos minutos arrugó un poco la carta y miró a su hermana. -¿Y?- preguntó Natalia. -Me aceptaron Natalia, ¡Me aceptaron!- dijo Carolina emocionada, después de varios días una sonrisa apareció en su rostro. Natalia abrazó a su hermana y ambas sonrieron. -Sólo tengo un problema, como lo pensé el curso comienza cinco días después de la boda- dijo Carolina revisando la fecha en la carta. -Vamos Carolina, es lo que siempre has soñado, veremos como, pero no puedes dejar pasar esta oportunidad- alentó Natalia a su hermana. -Dudo que podamos hacer mucho, voy a casarme Natalia, tendré una vida en común con Alberto, no puedo irme a los cinco días de casados- dijo Carolina seriamente. -Por favor no digas a nadie acerca de la beca. Supongo que mi destino es comenzar mi vida con Alberto- comentó Carolina resignada mientras guardaba la carta en un cajón.

Cinco días antes de la boda:
Después de casi un mes, la tan esperada cita de Greta con Miguel había llegado. Ricardo y Greta "acordaron" que para que las cosas funcionaran mejor, harían una cita doble. A Ricardo le costó bastante trabajo convencer a su amigo Miguel para que asistiera a la cita. -Vamos Miguel, por favor, quiero conocer a Monserrat- imploró unos días antes Ricardo. -Es que... Greta es... Digamos, no es mi tipo, es más tiende a desesperarme- confesó Miguel a su amigo. -¡Vamos Miguel! Has salido con docenas de chicas que tienden a desesperarte- dijo Ricardo en tono de broma. -Lo sé, pero es que Greta no me simpatiza en lo más mínimo- respondió Miguel. -¿Es tu ultima palabra?- preguntó Ricardo desilusionado después de un par de minutos. -¡Está bien! Pero sólo aceptaré si hacemos una cita doble- accedió Miguel.

La cita dio lugar en una bella cafetería al aire libre un día después de clases. Greta se esmeró un poco más en su arreglo aquel día, realmente lucía radiante. Y Ricardo tan pulcro, tan elocuente, tan caballeroso, listo para dar una gran primera impresión a Monserrat. Se realizaron las presentaciones pertinentes y tomaron asiento en una mesita casi al fondo. -Así que también estudias periodismo- comentó Miguel para abrir tema de conversación. -Creo que eso quedó claro cuando Greta dijo que era una compañera de clase- respondió sarcásticamente Monserrat con una sonrisa. -Claro, lo siento, verás, no suelo distraerme pero ante tu belleza es imposible no hacerlo- dijo Miguel cortésmente. Ricardo aniquiló a su amigo con la mirada, y Greta miró a Ricardo con una cara de descontento e inconformidad. Pidieron de comer, un par de cafés y siguieron platicando. A pesar de la personalidad de donjuán de Miguel, Ricardo había logrado entrar a la conversación con Monserrat. Greta era la única sin conversar, raramente se escuchaba su voz y la chica comenzaba a aburrirse. -Así que tu papá es fotógrafo, que interesante- exclamó Monserrat. -Así es y cuando quieras te enseño todos sus álbumes, ha montado exposiciones espectaculares- presumió Ricardo. -Realmente me encantaría- respondió Monserrat con esa sonrisa en su rostro...

Comenzaba a anochecer y la plática entre Ricardo y Monserrat se había tornado más dinámica y estrecha. Greta jugaba con su teléfono móvil y Miguel miraba a todos lados impaciente, de repente comentaba algo. Monserrat se levantó al baño y Greta aprovechó para quejarse. -Pensé que vendría a una cita doble, no a contemplar como cortejabas a Monserrat- dijo la chica a Ricardo. -Lo siento, pero no era mi intención, pensé que tu y Miguel podrían pasarla bien- se excusó Ricardo. -¿Realmente pensabas eso?- preguntó Miguel a su amigo, no había entendido que era una pequeña mentira para tranquilizar a Greta. -Bueno... Algo así- respondió Ricardo. -Es un hecho que no lo pensabas, yo me voy de aquí- dijo Greta en tono molesto mientras se levantaba. -Yo también tengo que irme, entro a trabajar en media hora- dijo Miguel; Greta ya había caminado a la salida del lugar. -Perdón Ricardo, pero te dije que esto no funcionaría, yo jamás podría interesarme en alguien como Greta- dijo Miguel disculpándose con su amigo, sin embargo, el chico no había notado que Greta había vuelto por su teléfono móvil que había olvidado en la mesa y estaba justo parada detrás de él. Greta no dijo nada, tomó su teléfono y salió corriendo mientras por su rostro corrían un par de lágrimas. Miguel intentó alcanzarla pero al salir no pudo verla. Todo fue tan rápido que Monserrat apenas regresaba del baño. -Creo que nos quedamos solos- dijo Ricardo mientras la chica se acercaba. -Yo no tengo ningún inconveniente- dijo Monserrat acariciando el brazo de Ricardo...

Cinco horas antes de la boda:
-No puedo creer que Miguel haya dicho esa grosería, cuantas veces te lo he dicho, es un maleducado y corriente- dijo Aurora a su amiga Greta. Ambas se arreglaban para la boda de Carolina y Alberto, que tendría lugar en unas horas.- Lo sé amiga, pero es que no puedo evitarlo, es tan sexy- dijo Greta como pensando en él. -¡Basta ya Greta! Después de lo que te hizo y sigues así ¡No puede ser!- exclamó Aurora. -Tienes razón amiga, creo que es hora de darle vuelta a la página- respondió Greta sinceramente. -Espero así lo hagas ¿Podrías darme los broches que están en mi maleta?- pidió Aurora mientras se veía en el espejo. Greta abrió la maleta y buscó los broches, sin embargo encontró una rubia peluca primero. -¿Qué es esto?- preguntó Greta levantando la peluca en su mano. Aurora miró a través del espejo y se tensó de momento. -¡NADA! ¡Es para... Para, un musical de la escuela!- dijo Aurora alterada mientras le arrebataba la peluca a su amiga...

En casa de Sofía todos estaban de arriba para abajo. El estilista acababa de llegar y comenzaba a cepillar el cabello de la novia. Sofía entró en la habitación. -No puedo creer que haya llegado el día de tu boda; todo fue tan pronto- dijo Sofía tomando la mano de su hija. La chica parecía concentrada, estaba ausente, sólo mirando su reflejo en el espejo.   -Sabes, estás apunto de cumplir uno de los mejores sueños que una mujer puede tener- Continuó Sofía. -Mamá dijiste "uno de los mejores" ¿Cuál es el mejor entonces?- preguntó Carolina mientras su cabeza se movía por el jalar del cepillo. -No lo sé; en cada mujer es diferente, en algunas puede ser casarse con el amor de su vida, otras creen que no hay mejor dicha que ser madre, unas más piensan que lo mejor de la vida es triunfar profesionalmente; y unas más tienen la loca idea de que los tres sueños son mejores por igual - explicó Sofía. -¿Así como tu verdad? Tu crees que los tres son mejores por igual; yo aun no logro descubrirlo- replicó Carolina desilusionada. -Tal vez aun no lo descubras, por ahora lo que hagas hazlo con amor, y nunca dejes de luchar por tus sueños- aconsejó Sofía a su hija; después besó su frente y se marchó.

Un par de horas después Alberto se observaba frente al espejo. Realmente lucía guapísimo. Pensaba en como sería su vida de ahora en adelante; hace unas semanas había alquilado un apartamento amueblado, ahí viviría con Carolina después de regresar de la luna de miel. Sentía gran pavor por como cambiaría su vida, lo invadía la idea de despertar a la mañana siguiente. Paulo sacó a su hijo de sus pensamientos. -Esa corbata está un poco chueca- dijo Paulo comenzando a acomodar la corbata de su hijo. -Nunca logro que queden perfectas- se excusó Alberto. -Creo que como futuro doctor deberías hacerlo- dijo Paulo refiriéndose al nudo de la corbata. -Papá ¿Crees que después de esto pueda terminar mis estudios? Mi vida cambiará mucho, tal vez no pueda convertirme en el doctor que siempre quisiste como hijo- preguntó Alberto sinceramente. -No veo porque no puedas terminar tus estudios en medicina; y aunque no lo hagas, casarte con Carolina y aun después de la pérdida del bebé, es un acto que sólo haría el hombre que siempre quise tener como hijo- respondió Paulo, quien después abrazó fuertemente a su hijo...

-¡Te dije que te cortaras ese cabello!- gritó Sofía a Miguel al ver contrastar semejante cabellera con el elegante traje. -Revisa como va tu hermana, ¡Vamos es tarde!- ordenó Sofía nerviosa a su hijo. Natalia ayudaba a su hermana con los últimos detalles, Miguel entró en la habitación. -Mujeres, siempre tardan siglos, ¡Apresúrense!- dijo Miguel desde la puerta. Carolina no dijo nada, sólo miró a su hermano a los ojos, como si fuera la última vez que lo veía. -¿Qué pasa Caro? Nunca hemos sido de los gemelos que sienten cuando el otro está triste y cosas así, pero algo me dice que no estás del todo feliz- dijo Miguel, aunque parecía que otra persona hablaba por él. -Es sólo que, voy a extrañarlos- contestó Carolina melancólica. -A nosotros y a tu beca en París- completó Natalia mientras acomodaba el vestido de su hermana. -¡¿Beca en París?! ¿Te admitieron? ¿¡Y aun así te vas a casar!?- preguntó Miguel sorprendido. Carolina solo asintió con la cabeza. -Yo no estaría tan resignado, pero en fin, ¿Lista? Si no bajo contigo del brazo mamá va a matarme- dijo Miguel tomando a su hermana de la mano...

Cinco minutos antes de la boda:
En esta ocasión; a diferencia de todas las bodas, la novia llegó primero, el día era hermoso, el sol brillaba en el horizonte, estaba apunto de ocultarse. Carolina bajó del auto y espero la llegada de Alberto en el patio de la iglesia. Todos los invitados esperaban afuera, riendo, platicando, rebozando felicidad...

El momento había llegado, Alberto y su familia llegaron. El chico descendió del automóvil y buscó a Carolina, quería preguntarle algo antes de la ceremonia. -Se supone que no debes ver a la novia hasta que entre a la iglesia- respondió Franco cuando Alberto le preguntó por Carolina. Decidido a entrar a la iglesia alguien lo llamó discretamente. -Está por aquí- dijo Natalia sigilosamente y lo guió hasta el patio donde Carolina esperaba.

-Carolina- dijo Alberto mientras corría a abrazarla. -Te ves hermosa- aduló el chico. Carolina agradeció con una sonrisa. -Supongo que llegó el momento- dijo. -Creo que si, pero antes quería preguntarte algo- dijo Alberto temiendo hacer lo correcto. -Adelante, pregunta lo que quieras- dijo la Carolina. -Debes prometerme que responderás únicamente con la verdad- pidió el chico. -Vamos Alberto, el sacerdote está por llegar- apuró Carolina. -¡Promételo!- imploró el chico. -¡De acuerdo! ¡Pregunta!- exigió Carolina bastante nerviosa. -Aquí voy- Alberto aclaró su garganta. -Es... ¿Es esto lo que de verdad deseas? Es decir ¿Casarnos? ¿De verdad es lo qué te haría más feliz ahora?- preguntó por fin el chico. Carolina lo miró fijamente asustada. -Alberto, ya estamos aquí, no podemos dar marcha atrás, nos están esperando- respondió Carolina razonablemente. -Sólo responde, sí o no- exigió Alberto...

Cinco días después de la boda:
Carolina desempacaba, sabía que había tomado la decisión correcta. Y estaba feliz de haberlo hecho...

Mientras, Alberto terminaba de recoger sus últimas pertenencias de casa de sus padres, el miedo por lo que sería de su vida después del día de la boda aun estaba latente, pero lo enfrentaba valientemente...

La boda:

Alberto entró a la iglesia, todos los invitados esperaban la llegada de los novios. El sacerdote sonrió al chico quien se paró en frente de él. La orquesta comenzó a tocar la marcha nupcial y Carolina entró del brazo de Franco, tan bella, tan radiante. Franco entregó a su hija. Alberto la tomó de la mano. El sacerdote iba a comenzar y Alberto le hizo una señal para que se acercara. El chico le dijo algo al oído y el sacerdote quedó boquiabierto. Alberto miró a Carolina, ambos se sonrieron y tomados de la mano, corrieron a la puerta de la iglesia. Todos los invitados se pusieron de pie, comenzaron los murmullos, algunos siguieron a los novios.

Cuando la mayoría de los invitados había salido, Carolina y Alberto habían desaparecido. Miguel y Natalia se sonrieron y comenzaron a aplaudir, Ricardo aplaudió junto con su amigo; Flora se unió a los aplausos, pronto muchos aplaudían, incluyendo a Sofía y Franco. Paulo estaba furioso y pese al bello clima una tormenta comenzó a caer y todos comenzaron a correr...

En la entrada de casa de Sofía estaban Carolina y Alberto. -Gracias por todo Alberto- dijo Carolina sinceramente. -Gracias a ti, ahora, es momento de ir a buscar nuestra felicidad- respondió el chico. -A pesar de lo que diga tu padre, eres un gran hombre- dijo la chica y abrazó a Alberto bajo la lluvia, se despidió de él y entró a la casa...

Carolina aceptó la beca y se marchó a estudiar moda a París. Paulo estaba realmente molesto con la escapada de su hijo; corrió a Alberto de casa y a pesar de que Flora estaba totalmente en contra, el chico decidió mudarse al apartamento que había alquilado para vivir con Carolina. No sabían si se amaban, no sabían si en un futuro podrían estar juntos o incluso casarse; sólo sabían que en ese momento, sus sueños eran otros, y que él tiempo les daría todas las respuestas...

Es Irónico que llueva el día de tu boda; es más irónico que tu boda sea cancelada, pero es aun más irónico que estés feliz por ello...
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario