jueves, febrero 03, 2011

Memorias de Portarretrato... Capítulo 6: Escándalo

El Licenciado Rivapalacio; importante pero no muy conocido funcionario político de la ciudad, había estado envuelto en un escándalo silencioso hace unos meses. Todo comenzó cuando su Publicista y asesor de imagen le presentó una atractiva campaña para convertirlo en candidato a Gobernador de la ciudad. Desde siempre la ambición y seguridad habían sido parte de la personalidad de Rivapalacio, así que después de un par de días aceptó convertirse en candidato. Los próximos meses todo avanzó viento en popa. Las encuestas lo perfilaban como el futuro gobernador. Un fin de semana cualquiera, el publicista había saturado la agenda de Rivapalacio con visitas y entrevistas. El escándalo en sí, sucedió aquel fin de semana. Por la mañana, casi de madrugada, Rivapalacio salió de su casa, besó a su esposa y se marchó a visitar una lejana colonia popular. Para medio día el publicista llamó a Rivapalacio, informándole que no podría acompañarlo a las actividades programadas. Eran las cuatro quince de la tarde cuando Rivapalacio decidió regresar a su hogar, harto de tanta gente y hastiado por las entrevistas, realizó un par de llamadas cancelando compromisos por el resto del día. Para las siete menos diez, Rivapalacio llegó a su casa; donde no encontraría más que la imagen de la traición; su esposa en brazos de su publicista. La ira enloqueció a Rivapalacio comenzó a arrojar cosas y a gritar fuertemente...

A las cuatro cuarenta de la madrugada del domingo la esposa de Rivapalacio escapaba con el publicista. A las 5 de la mañana encontraron el automóvil donde escapaban, en la carretera, completamente deshecho... El lunes por la mañana Fausto Rivapalacio enterraba a su esposa en medio de periodistas y cámaras fotográficas. El martes por la tarde Rivapalacio ya buscaba un nuevo publicista... Al que no podría atender hasta dentro de un par de meses... ¿Por qué le urgía a Rivapalacio un asesor de imagen? Por que, a pesar de que lo trataron de ocultarlo lo mejor posible, el escándalo siempre busca agujeros por donde salir a la luz...

Claro que había gente que ni siquiera tenía idea de lo que sucedía con Rivapalacio. Un claro ejemplo de ello era la publicista que le ayudaría de ahora en adelante; quien ya tenía suficientes cosas en la cabeza; su reciente ascenso a la presidencia, el matrimonio de su hija y la llegada de su nieto. Por ello, cuando Sofía leyó el nombre de Fausto, después de tantos años se sorprendió; sin embargo, si hace unas semanas hubiera visto el televisor o el periódico ya sabría que era el mismo Fausto Rivapalacio de quien había estado enamorada en la universidad...

El pasillo de el segundo piso de aquel hospital estaba vacío, no se escuchaba ni un ruido; todos los pacientes dormían, o eso parecía. Carolina estaba despierta, muy débil y cansada; su cuerpo le pedía dormir, pero su dolida alma se lo impedía. Unas horas antes había recibido la noticia de su bebé. Lo había perdido, realmente no habían sido los nervios o el estrés de la boda; ni siquiera subir aquellos escalones; simplemente era el destino. Lloraba silenciosamente con lo poco que le quedaban de fuerzas. Alberto estaba dormido en el sofá al lado de la cama. El chico despertó  con el suavo sonido del llanto de la chica y tomó su mano.       -Ánimo, saldremos adelante- susurró a Carolina y después le besó la frente...

-¿Perdió a su bebé entonces?- preguntó Greta a Ricardo, Miguel y Natalia no habían ido a la universidad aquel día. -Así es; pobre Carolina, dice Miguel que está muy triste- dijo el chico a su amiga quien estaba encendiendo, nuevamente, un cigarrillo . La chica que se había acercado unos días antes, Monserrat, se acercó nuevamente a pedir un encendedor. -Vamos Greta preséntame con ella- casi imploró Ricardo cuando Monserrat de había alejado. -Supongamos que lo hago, ¿Yo qué gano?- preguntó Greta sarcástica. Ricardo no contestó, no tenía que ofrecerle. -¿Y cómo está el pobre de Miguel? Ha de estar devastado- preguntó Greta después de que Ricardo no le hiciera ninguna oferta. En ese momento el chico tuvo una idea. -Si me presentas a Monserrat, te consigo una cita con Miguel- dijo Ricardo muy seguro. Greta volteó a verlo, sus ojos se abrieron demasiado. La chica estaba emocionada y a la vez muy sorprendida ya que jamás había hablado con Ricardo de su atracción por Miguel. -¿Qué te hace pensar que yo...?- preguntó Greta fingiendo desinterés. -Eso no importa ahora; ¿Aceptas? - preguntó Ricardo tendiendo la mano. -Trato hecho- dijo Greta contenta mientras estrechaba la mano de su amigo...

Mientras, en casa de Sofía, regresaban de el hospital. Le habían dado el alta a Carolina y ahora regresaba a su hogar. La chica fingía estar bien, pero cuando entró a su habitación, se derrumbó. Pidió que la dejaran sola unos minutos. Abrió una de las gavetas de su armario y sacó ropa de bebé que había comprado unas semanas antes. La tomó entre sus manos y la apretó fuertemente a su pecho. Comenzó a llorar amargamente... Pasados unos minutos secó sus lágrimas, y aunque sabía que algo estaba roto, pensó en lo fuerte que era y en deseo con todas sus fuerzas que pronto que sanaran sus heridas...

Últimamente Luis había comenzado a asistir frecuentemente a casinos; así como a centros de apuestas. Generalmente le iba bien en los juegos de azar, aunque en los últimos días la suerte no había estado de su lado. Desgraciadamente, cuando se dio cuenta de ello ya era demasiado tarde. El elemento detonante sucedió un día por la tarde; cuando Luis regresó después de una de sus idas clandestinas al casino. Al llegar Luis corrió al despacho, donde guardaban todos los documentos importantes. Andrea extrañada lo persiguió preguntando que sucedía. Luis revolvió los papeles de una gaveta. -¿Me puedes decir que estás buscando?- preguntó Andrea impaciente. Luis no respondió, seguía moviendo papeles. -Necesito las escrituras de la casa- dijo Luis en un tono seco y decidido. -¿Qué estás diciendo? ¿Qué demonios sucede Luis? - preguntó Andrea bastante desconcertada. -Prométeme que no me vas a odiar después de esto- dijo Luis abatido, casi suplicando. -Me estás asustando Luis- dijo Andrea sin comprender aun nada. Luis contó a su esposa acerca de los recientes juegos y apuestas a los que había estado apostando; desgraciadamente, Luis había perdido el control en sus apuestas, arriesgando y perdiendo así su propia casa. -Es la única manera de pagar la deuda; tenemos que vender la casa- explicó Luis mostrando a su esposa una hoja de papel, donde sumaban el pago de una inmensa cantidad. -No puedo creerlo Luis ¿¡La situación en la que estamos y se te ocurre hacer esto!? ¡¿Cómo pudiste poner en juego la casa!?- gritó Andrea tratando de contener el llanto y a la vez el coraje. -No me dejes sólo en esto por favor; te prometo; te juro que recuperaremos la casa; pero ayúdame ¡Por Favor Andrea, ayúdame!- explicó y rogó Luis. -¿Y crees qué pagar la deuda con la casa es la solución? ¡Esa no es la solución a tu problema Luis y lo sabes! ¡Te he visto cómo sales desesperado pra apostar! ¡Tienes una adicción! ¡Esto se convirtió en una enfermedad! - gritó Andrea alterada. -¡¿Qué quieres que haga?! ¡Esto está fuera de mi control!- preguntó efusivamente Luis. Por un momento sólo se miraron a los ojos. -No vamos a poner en riesgo lo que tanto nos ha costado, y si quieres realmente solucionar tu problema, aceptar las consecuencias sería un buen comienzo- dijo Andrea fingiendo fortaleza.  -Si no pago la deuda podría ir a la cárcel- dijo Luis abatido. -Como te dije, asumir las consecuencias puede ser una buena manera de comenzar- dijo Andrea sin poder contener más el llanto...

Debido a que Patrick había decidido quedarse unos días en el apartamento de Eva, Ricardo y Leonel pasaban la mayoría de tiempo en casa de Darío. La noche que Patrick dejó la ciudad, Darío visitó a Eva con el pretexto de dejar a los chicos. -¿Cómo va todo Eva?- preguntó cordialmente Darío. No se habían visto desde aquel embarazoso incidente. -Muy bien Darío; gracias por preguntar- respondió Eva con una sonrisa. -Me da gusto que estés contenta- dijó Darío sinceramente. -Sobre lo de el otro día; de verdad discúlpame, cuando quieras podemos hablar acerca de nosotros- dijo Eva con un tono sutil que pocas veces se le escuchaba. -Creo que por ahora no hay nosotros Eva. Que tengas buena noche- se despidió Darío sin decir una palabra más.

A la mañana siguiente Andrea y Luis hablaron con Andrea acerca de la difícil situación de las apuestas, la chica rompió en llanto destrozada. Abrazó a su padre fuertemente. -¡No quiero que vayas a la cárcel papá!- gritó Aurora dramaticamente. A Andrea se le rompió el corazón al ver esa imagen; a pesar de todo lo que estaban viviendo amaba a Luis y sabía el gran hombre que era. Por su mente pasaron todos los bellos momentos que había pasado junto a él; desde el día del musical en la universidad, hasta su boda, sin olvidar el nacimiento de Aurora. Cuando vio el rostro de Luis en lágrimas Andrea tomó su mano. -Tu padre no va a ir a la cárcel Aurora- aseguró Andrea firmemente. Tanto Luis como Aurora la miraron fijamente. - Quizás perdamos la casa; que tanto esfuerzo nos costó obtener, quizás en estas paredes se quedan trozos de nuestras vidas que nunca volvamos a recuperar, quizás nuestra vida cambie de ahora en adelante; pero nadie, escuchen bien, nadie deshará nuestra familia- dijo Andrea más segura que nunca, al momento que abrazaba a su hija a su esposo.

A las 11 de la mañana Sofía estaba lista; a pesar de los triste que se sentía por Carolina, no podía evitar los nervios que le causaba el simple hecho de leer aquel nombre. Fausto Rivapalacio llegaría en cualquier momento, al verlo entrar por la oficina de cristales transparentes se percató de que sus sospechas eran ciertas. Era él, tan atractivo como siempre, no pudo contener la emoción y corrió a la puerta. -¡Fausto Qué conincidencia!- dijo Sofía exhaltada a la vez que lo saludaba. -¿Tú? ¿No se supone que me atendería el presidente de la compañía?- preguntó Fausto descontrolado. Tomaron asiento y Sofía le puso al tanto de su nuevo cargo dentro de la agencia. Así mismo, Fausto relató el misterioso y trágico suceso que había vivido hace unos meses. -Lamento mucho lo de tu esposa, de verdad- dijo Sofía sinceramente cuando se enteró del accidente. -Aun no me acostumbro a estar sin ella- dijo Fausto. Después Sofía platicó de su familia y descubrió que Fausto no había tenido hijos. Estuvieron platicando un par de horas; en las que solo minutos hablaron de trabajo. -De verdad me alegra bastante encontrarte, se que haremos un gran equipo- dijo Fausto mientras se levantaba para marcharse. -Tenlo por seguro, serás el futuro gobernador- aseguró Sofía. Se abrazaron efusivamente. -Que curioso es el destino; hoy agradezco a aquel escándalo, ya que debido a el te volví a encontrar- dijo Fausto mientras se despedía. -Hasta Pronto- dijo Sofía, quien estaba en una especie de trance. No podía creerlo aun, y esas últimas palabras generaron un impacto en ella.

Cuando Aurora estuvo más tranquila llamó a la maestra Bianca. -Hola maestra, es Aurora; hablo para lo del empleo, ¿Nos podemos ver?- dijo Aurora decidida al teléfono. -De acuerdo, el viernes después de clases hablamos- dijo Bianca sin dar más detalles...

Un par de días después, Andrea y Aurora empacaban sus pertenencias, desgraciadamente habían perdido su casa con la deuda de Luis, quien a temprana hora de la mañana había ingresado voluntariamente a una clínica de rehabilitación. El ingreso de Luis a la clínica fue de lo más escándaloso; a pesar de ser un cantante retirado desde hace ya muchos años, no faltaron los periodistas y fotógrafos amarillistas. Dentro de unos días aparecerían fotografías de Luis, Andrea y Aurora por los periódicos y revistas... Por lo tanto, Aurora y Andrea empacaban cada caja, cada recuerdo, cada vivencia, estaban realmente deshechas; pero eso no les importaba a los periodistas; ya que, sin importar quien salga involucrado, lastimado o beneficiado, un escándalo siempre sale a la luz...

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