sábado, febrero 12, 2011

Memorias de Portarretrato... Capítulo 7: Vergüenza

Todos tenemos un poco de vergüenza; a lo largo de nuestras vidas pasamos por diversos momentos vergonzosos; como el miedo a hablar en público, caer en frente de varias personas o simplemente la vergüenza que sentimos al equivocarnos; así es, todos pasamos por momentos vergonzosos; que si no existieran, no nos ayudarían a mejorar día con día...

Había una zona en la ciudad que se asemejaba bastante a la época parisina donde los burdeles y espectáculos de bajo mundo se encontraban en cada esquina; claro que, en estos días los burdeles habían pasado a ser clubes para caballeros; bares y centros nocturnos. Si caminabas a la luz del día por aquella avenida, podías encontrar una antigua fachada color ladrillo que pudo bien haber sido un mansión del siglo XIX; sin embargo; al anochecer ese lugar se convertía en un lugar bastante peculiar llamado "Venecia"...



Para el viernes, Andrea y Aurora habían terminado de mudarse, su nuevo apartamento era bastante reducido; tuvieron que ocupar una habitación para guardar todas las cajas que no pudieron ser desempacadas. Andrea había comenzado a buscar trabajo como profesora de música y Aurora tenía incertidumbre acerca de el empleo que su profesora le ofrecería. Y así, aquel viernes después de clases Aurora esperaba a la maestra Bianca. Comenzaba a oscurecer cuando Bianca salió en su automóvil y bajó la ventana para indicarle a Aurora que subiera. A la chica no le daba muy buena espina, pero creía que debía subir al auto y confiar en que la propuesta de su maestra fuera justo lo que necesitaba para ayudar a sus padres. -Vamos, es tarde- dijo Bianca impaciente. Decididamente Aurora abrió la puerta y subió al automóvil. -¿Me puede decir adónde vamos?- preguntó Aurora educadamente. -Pronto lo sabrás, pero antes de que lleguemos debes prometerme algo, aceptes o no aceptes mi propuesta de trabajo no deberás hablar con nadie acerca del lugar al que iremos ¿Entendido?- explicó Bianca seriamente. Aurora se atemorizó aun más; tanto que sintió la necesidad de bajar del auto instantáneamente. -Creo que será mejor ir a casa- dijo Aurora poniendo la mano sobre la manija de la puerta. Bianca detuvo el automóvil. -Adelante, sólo quiero que sepas que no todos los días aparecen oportunidades así; conozco tu talento y sé que eres una gran bailarina, puedes hacer grandes cosas, pero si no quieres seguir estoy de acuerdo- dijo Bianca decidida. Aurora se detuvo un poco a pensar. Había logrado entender que el empleo era relativo a la danza y decidió esperar un poco más. -De acuerdo, sigamos, y está bien, no hablaré con nadie de esto- dijo Aurora esperando estar haciendo lo correcto.

Pasados unos minutos el automóvil se detuvo frente a una fachada que parecía solitaria. Un hombre abrió la puerta a Bianca y ella le entregó la llave. -Vamos- dijo Bianca. Aurora bajó del automóvil y caminó junto a su maestra. Las puertas se abrieron y Aurora quedó impresionada con lo que dicha mansión ocultaba en su interior. Paredes color vino y luz tenue, montones de mesas con pequeñas lamparillas, del lado izquierdo una barra de bar y del lado derecho una escalera en forma de caracol. -Bienvenida a "Venecia"- dijo Bianca con una sonrisa en el rostro. -Algunos lo llaman cabaret, otros club y los más antipáticos le dicen prostíbulo; pero no, Venecia no es nada de eso- explicó Bianca. Aurora estaba impresionada ya que el lugar era realmente hermoso. -Venecia es un centro de espectáculos para caballeros, donde vienen a saciar su erotismo de una manera distinta, no hay contacto, no ponen billetes en tu ropa interior, simplemente disfrutan el espectáculo- explicó Bianca. -No logro entender- dijo Aurora extrañada. -Lo sé, por eso preparé una función especial para ti- indicó Bianca, quien dio una señal al hombre que estaba en el escenario. Al instante las luces se apagaron y Bianca invitó a Aurora a sentarse. En el escenario comenzó el espectáculo, un grupo de bailarinas en diminuta y sensual ropa bailaban al ritmo de la música; realmente eran hermosas, y muy talentosas; después de unos cuarenta minutos y varios cambios de ropa terminó el espectáculo; había sido un espectáculo similar a una obra de teatro musical, con matices sensuales y extravagantes. Las luces se volvieron a encender. -Comprendes ahora que no es un burdel cualquiera, y te preguntarás que tipo de hombre quisiera sólo ver bailar a un grupo de chicas- cuestionó Bianca. -Verás que hay caballeros que aun entienden que las mujeres no somos un objeto o un trozo de carne- explicó Bianca cuando mostró la lista de reservaciones casi llena.

-Maestra Bianca ¿Pretende usted que baile semidesnuda en frente de los hombres?- preguntó Bianca a pesar de ya saber la respuesta. -Antes que nada aquí nadie me llama Bianca, todos me conocen como Madame Parel y lo único que quiero es ayudarte; por un lado aprenderás muchísimo como bailarina; nunca has actuado en un público real, te desenvolverás magníficamente, además créeme, puedes ganar mucho dinero- Bianca había dado en el gancho; el dinero. Aurora siguió escuchando a Bianca, pero aun no estaba segura, sabía que no era un buen empleo. -Por último debes saber dos cosas, si quieres que nuestros invitados no tengan un trato más cercano contigo, no debes subir a la planta alta; además para protegerte debemos crearte un personaje. Vamos, déjame ayudarte- dijo Bianca sinceramente. -Aun no hablamos del sueldo- dijo Aurora apunto de rechazar la oferta. -Claro, lo olvidaba. ¿Recuerdas el pago mensual de la Academia? digamos que podrías pagarlo con unas tres semanas de trabajo- tentó Bianca, sabía que era una oferta alta; pero Aurora era realmente talentosa y bonita, bien valía el precio. Al escuchar esto Aurora se impresionó bastante; era un sueldo que nadie le había ofrecido. -Sólo vendré los fines de semana y no quiero ningún tipo de contacto con ningún hombre- ofertó Aurora mostrando seguridad, aunque por dentro el miedo la invadía. -Trato hecho- dijo Bianca al momento que estrechaba su mano con la de Aurora...

Ahora que Sofía manejaba la campaña política de Fausto, pasaban bastante tiempo juntos, casi diario Fausto asistía a la oficina de Sofía y platicaban de todo menos de la campaña. Ese viernes Fausto se atrevió a hacer una invitación a Sofía. -Llevamos una semana intentando hablar de la campaña y se nos va el tiempo conversando en otras cosas, porque no comemos juntos y hablamos de tu plan de trabajo- dijo Fausto unos minutos antes de marcharse. -Te lo agradezco Fausto pero mi esposo y mis hijos me esperan a comer en casa- se disculpó Sofía. -Vamos, por un día que no vayas a comer a casa no pasa nada; además no me has presentado tus propuestas, y no quisiera cambiar a otra agencia por falta de resultados- dijo Fausto en cierto tono de seriedad y broma; sarcástico pero directo. -De acuerdo de acuerdo, llamaré a casa, dame un minuto- dijo Sofía de mal modo, aunque en el fondo no le molestaba del todo ir a comer con Fausto...

Llegaron a un restaurante francés muy exclusivo, Fausto tenía una mesa reservada en un área especial, apartada de los demás. Tomaron asiento y les sirvieron una copa de vino. -Cuidado con tu forma de beber, no vayas a perder el control como aquella vez- dijo Fausto en tono de broma. Sofía lo miró, no sabía si molestarse o reír. -Lo mismo para ti, puedes tratar de pelearte con quien no te deje entrar- bromeó Sofía refiriéndose a aquella situación que habían vivido hace años; era extraño, pero por un momento ambos perdieron 20 años de edad y platicaban como si hubieran pasado días y no años sin verse. Toda la tarde conversaron acerca de las propuestas de Sofía, bromeando de vez en cuando...

-Gracias por la comida, lo pasé muy bien- dijo Sofía al despedirse en la puerta del restaurante. -Gracias a ti por hacerme compañía- se despidió Fausto, quien intentó dar un beso en la mejilla a Sofía justo cuando ella giró su cabeza para observar si era su auto el que había llegado. Así, el beso de Fausto rozó los labios de Sofía. -Disculpa Fausto, que vergüenza- dijo apenada Sofía. -Discúlpame tu a mi, no era mi intención- se disculpó Fausto. Sin decir nada y absolutamente avergonzada, Sofía subió a su automóvil...

Para el tercer viernes de trabajo en "Venecia", Aurora había perdido un poco de la vergüenza que le daba cada vez al subir al escenario. La chica había convencido a Andrea de que trabajaba en un club como mesera, y cada fin de semana por la noche, con ayuda de una peluca, se convertía en Aura, una bailarina rubia de cabello corto.

Sofía y Fausto comenzaron a trabajar más en la campaña, ya que en unas semanas comenzaría la promoción de Fausto como candidato.

Carolina se había recuperado físicamente y con ayuda de su madre, y Flora, su futura suegra, afinaba los últimos detalles de su boda, que se llevaría a cabo en un par de días...

Todos tenemos un poco de vergüenza; a lo largo de nuestras vidas pasamos por diversos momentos vergonzosos; mostrar nuestro cuerpo en un trabajo indigno, un accidental beso en la boca de alguien que no es nuestra pareja; así es, todos pasamos por momentos vergonzosos; los cuales,pueden afectar el rumbo de nuestras vidas para siempre...

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