lunes, enero 10, 2011

Memorias de Portarretrato... Capítulo 3: No más Lluvia

Cada vez que Sofía hacía un desayuno en la terraza del jardín era porque habían noticias. Ese domingo no sería la excepción... Aquel domingo, pintaba pálidos tristes grises desde que amaneció, a pesar de que un día antes el cielo radiaba con el brillo del sol, aquella mañana presagiaba tormenta...

Para Darío la mañana era magnífica, Ricardo y Leonel habían regresado a la ciudad mucho más pronto de lo previsto, y mientras Eva cuidaba a su madre, los chicos se quedaban en el apartamento de su padre. -Así que se llama Patrick- dijo Darío después de haber conocido la historia de la llegada de sus hijos a Milán. -Si papá, y sabes, no puedo negar que verlo en la casa me llenó de rabia, pero al mismo tiempo, encontrarlo ahí hizo que me percatara de algo. Dijo Ricardo muy decidido. -No tienes porque molestarte Ricardo, al fin de cuentas tu madre y yo estamos divorciados- explicó Darío a su hijo. -No es eso papá, si, me duele que mi madre y tu no estén juntos, pero creo que Leonel y yo comprendemos, y creemos que tanto tu como ella tienen derecho a rehacer su vida, y buscar alguien con quien continuar ¿O no Leonel?- dijo Ricardo serio y a la vez efusivo. -A mi me da lo mismo- dijo secamente Leonel sin poner mucha atención. -Chicos, puede que su madre haya encontrado a alguien con quien rehacer su vida, pero eso no significa que yo tenga que hacerlo, créanme, estoy muy bien- explico convencido Darío, aunque en su interior, dudaba si era verdad lo que decía.

-Bueno, como todos saben, cada vez que organizamos un desayuno en la terraza es porque hay una importante noticia que debe ser escuchada por la familia- dijo Sofía cuando todos habían terminado de desayunar, el nublado cielo les anunciaba la pronta llegada de la tormenta. -Por favor hija, no nos digas que nuevamente estás embarazada- dijo la madre de Sofía en tono de broma. -No madre, ahora, quien me pidió hacer el desayuno fue Carolina, ella es quien nos dará una gran noticia- dijo Sofía cediendo la palabra a su hija. Todos miraban a Carolina, expectantes, curiosos. -Bien familia, quiero decirles, que pronto me casaré, Alberto me ha propuesto matrimonio- dijo la chica un tanto nerviosa pero directa, sin desesperar a su familia que atenta la escuchaba. La madre de Sofía comenzó a aplaudir, Franco miró a su hija atónito. Miguel quedó sorprendido con la noticia y Natalia fue la única que felicitó a Carolina. -Pero eso no es todo; Alberto quería estar presente cuando se los dijera, pero creo que es momento de que se enteren de que pronto se convertirán en abuelos- continuó Carolina con una sonrisa en el rostro mientras miraba a sus padres. Todos se quedaron callados. La madre de Sofía siguió sonriendo y aplaudió aun más cuando escucho la noticia de su bisnieto. -¡¿Embarazada?!- preguntó Sofía incrédula y sorprendida.  -Se que es algo bastante inesperado, pero no me aterra la idea de ser madre- dijo Carolina tocando su vientre; todos comenzaron a levantarse y a meter las cosas a la cocina; parecía como si nadie hubiera escuchado la noticia, las gotas comenzaron a caer más fuertemente -¿Por qué no me lo dijiste Carolina? Creí que confiabas en mí; eso cambia la situación- dijo Sofía con tono aprensivo y a la vez de enfado, su ropa comenzaba a mojaras con la lluvia, Franco las llamaba con la mano, Sofía y Carolina eran las únicas que quedaban en el jardín. -¡El bebé no cambia nada! ¡Alberto y yo nos amamos y tendremos una gran familia! ¡Desde el principio noté tu inconformidad con mi matrimonio!- gritó Carolina a su madre, a quien le escurría agua de el cabello, la tormenta caía en su totalidad. -¡Carolina entiende! ¡Casarse es un paso muy importante en tu vida! ¡No puedes tomarlo tan a la ligera!- dijo Sofía acercándose un poco a su hija. -¿Qué te asusta mamá?- preguntó Carolina empapada, temiendo escuchar la respuesta. -Debes asegurarte que Alberto no se casa contigo por obligación- dijo Sofía más tranquila, pero en tono de advertencia. Sin decir una palabra Carolina se dio la vuelta y corrió hacia la casa, ignorando el llamado de su madre quien iba tras de ella...

La lluvia caía mas débil en otra parte de la ciudad. Darío y sus hijos llegaron a la casa de la abuela; los recibió Gabriel, hermano de Eva. -¿Cómo está tu madre Gabriel?- preguntó diplomáticamente Darío. -No hay cambios, la enfermedad ya está muy avanzada- respondió Gabriel tristemente.
Entraron a la casa, Ricardo y Leonel subieron rápidamente a ver a su abuela. Eva se encontraba en la sala, llorando. Darío se percató de que estaba ahí y decidió acercarse. -¿Estás bien?- preguntó suavemente tocando el hombro de Eva. -¡Darío! que sorpresa, pensé que solo traerías a los chicos- dijo Eva mientras secaba sus lágrimas intentando disimular su llanto. -Me tome la libertad de entrar para ver como van las cosas- respondió Darío sentándose al lado de Eva. -Todo sigue igual, debemos entender que morirá pronto, es el ciclo de la vida- dijo Eva como siempre, intentando hacerse la fuerte. - Vamos Eva, no puedes entender eso, es tu madre, porque no me dices en verdad ¿Cómo te sientes?- preguntó Darío sinceramente. Eva se desplomó, pero por más que deseaba llorar contuvo el llanto. -Ya está muy mal, no come, no duerme, no reconoce a casi nadie, está sufriendo- confesó Eva. -Cuando llegué a verla lo primero que hizo fue preguntarme quien era, no me recuerda- dijo Eva realmente abatida, por el hecho de no poder hablar con su madre porque ella, no la recordaba. -Son los medicamentos, la tienen muy débil, pregunta por mi, pero no me reconoce, estamos esperando que suceda...- explicó Eva a Darío, quien para ese entonces ya la abrazaba. -Se que es duro, pero ya verás que se pondrá mejor y te reconocerá, es imposible olvidar a una mujer tan maravillosa como tu- dijo Darío acariciando el cabello de Eva. Se miraron por un momento, como hace tanto no se miraban. No decían nada, solo miraban sus rostros. Cada poro, cada rasgo, cada marca. Por un momento Eva pensó en besar a Darío, la idea pasó como una ráfaga por la mente de él... -Voy a ver como están los chicos- dijo Eva poniéndose pie e interrumpiendo tan emotivo momento...

La lluvia golpeteaba la ventana de Aurora; la chica llevaba varios días sentada frente al ordenador, buscado un empleo adecuado a su tiempo y a su economía. "Es imposible, aquí no se encuentra nada" pensó la chica mientras cerraba la página web que leía. Aurora sabía que debía encontrar un empleo antes de entrar a la academia, pues de lo contrario su familia se vería en severos problemas económicos, además no podía defraudar a su padre. Eliminó el pesimismo de su pensamiento y siguió buscando. "Aun tengo tiempo, las clases comienzan en un mes" pensó la chica mientras continuaba su búsqueda.

Para el anochecer llovía casi nada. Carolina estaba encerrada en su habitación; después de la discusión con su madre corrió hacia ahí y cerró la puerta con llave; no había hablado con nadie aun; Sofía estaba bastante preocupada por su hija. Así que, junto con Franco decidió tocar la puerta. -Caro, soy yo, por favor abre, llevas mucho tiempo ahí- dijo Sofía suavemente. Carolina no respondió. -Vamos Carolina, debes comer algo, mi nieto no crecerá sano si no te alimentas- dijo Franco intentando por persuadir a su hija. Después de un par de minutos la chica abrió la puerta, y sin decir una palabra regresó a recostarse en su cama. -Entiendo que no te pareció el comentario acerca de tu boda- dijo Sofía en tono de disculpa.-Debes entender que Alberto y yo nos amamos, se que todo fue repentino, pero de verdad mamá como te lo dije, queremos formar una familia- dijo Carolina a su madre, quien ya estaba sentada al lado de ella. -Me encanta la idea, pero quiero que entiendas; formar una familia es una decisión importante, no te casas y tienes hijos todos los días,te apoyaremos sin dudarlo si has decidido casarte; igualmente lo haríamos si hubieras decidido no hacerlo, solo queremos que estés segura de que tus deciciones son las que te harán feliz- dijo Sofía a su hija acariciándole la mejilla. Carolina abrazó a sus padres justo cuando la lluvia cesaba en el exterior...
Para la madrugada ya solo quedaban en las calles los indicios y huellas de la tormenta. El teléfono repicó en el apartamento de Darío, quien contestó adormilado y casi sin entender nada, sin embargo escuchó claramente a Eva decir del otro lado de la bocina: -Darío, mi mamá murió-...

Cada vez que Sofía hacía un desayuno en la terraza del jardín era porque habían noticias. Aquel domingo no había sido la excepción; y aunque había un par de noticias predecibles, hubo otras impactantes e inesperadas...

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