miércoles, enero 26, 2011

Memorias de Portarretrato: Capítulo 4: Un día en el Cementerio

La paz podía escucharse silenciosa en el cementerio, débiles rayos de sol, frescas corrientes de aire jugueteando con las ramas de los árboles, aves revoloteando entre las tumbas, al tiempo que emitían melancólicas y a la vez alegres melodías.

La despedida a la madre de Eva fue muy memorial, nostálgica. Había mucha gente.
-Chicos, no tolero este griterío, iré a caminar un poco, cuiden a su madre- dijo Darío refiriéndose al escándalo que montaba una prima de Eva con un gigante sombrero negro frente al agujero de tierra recién cubierto...

La sala de espera de aquel consultorio estaba casi vacía, Natalia y Carolina eran las únicas que esperaban.   -Es extraño, aunque mamá lo sabe, no logro tranquilizarme- dijo Carolina mientras veía el reloj nuevamente. El doctor había demorado bastante. -No todos los días te enteras que tu hija va a ser mamá, dale tiempo, ¿Crees que no desea tu felicidad? Es un hecho que si, pero no es fácil digerir la noticia. Tal vez por el momento ni tu ni mis papás estén tranquilos, pero recuerda algo, siempre serán tus padres, siempre estarán ahí para ti, y si, tal vez no lo han demostrado como esperabas, pero pase lo que pase te van a apoyar- dijo Natalia a su hermana, era muy común que Natalia diera este tipo de consejos, fuertes y a la vez suaves, maduros pero reconfortantes. La enfermera llamó a Carolina y le pidió que entrara al consultorio.

-Tenía ya algún tiempo sin venir a verte- dijo Darío al trozo de piedra que llevaba grabado el nombre de Corina, así como su fecha de nacimiento y muerte. -Es extraño volver a este lugar, es extraño también que  tu no seas el motivo principal por el que vine... Aun así, no podía evitar venir a verte; mis hijos están aquí; es curioso que nunca les haya contado de ti, cuando pudieron haber sido tuyos, algo me dice que si nos hubiéramos casado seguiríamos juntos, no como con Eva... Dejé de creer que mi vida era a tu lado cuando me enamoré de ella, pero ahora he vuelto a donde empecé y ya no tengo veinte años, no se si valga la pena intentarlo, volver a empezar, tengo miedo de estar solo y a la vez tengo miedo de estar acompañado de alguien que no sea la indicada, cuando la indicada pudiste ser tu... - Darío hablaba sinceramente, sentía que ella le escuchaba, acariciaba la lápida de Corina como si fuera su cabello, como si fuera su mejilla, la cual no había acariciado desde hace más de 20 años... -Papá ¿Quién es Corina?- preguntó Ricardo quien venía al lado de Leonel, ambos habían caminado buscando su padre hasta encontrarlo en aquella lápida con ese nombre. Darío volteó desconcertado, como si lo hubieran sorprendido haciendo algo malo. -Bien, creo que es hora de que conozcan mi historia con Corina, quien, como pueden ver, lleva muerta más de 20 años- Darío tomó el hombro de sus dos hijos y caminaron sin dirección, y entre lápidas y arreglos florales, aquel bello día, Darío contó a sus hijos por primera vez acerca de Corina.

-Lo sabías ¿No es así Flora?- dijo Sofía a su amiga quien se encontraba sentada de el otro lado el escritorio en su oficina. Sofía había citado a Flora para hablar de lo que se había enterado un día antes. -Prometí que no te lo diría, de verdad lamento no poder hacerlo, lo bueno es que ahora ya lo sabes y que puedes apoyar a Carolina- dijo Flora como siempre, tranquila y comprensiva. Sofía estaba apunto de replicarle a Flora cuando Andrea entró a la oficina. -Perdón por la demora- dijo Andrea saludando a sus amigas. Pasaron largo rato platicando de Carolina, de la boda y el embarazo. -Y tú Andrea ¿Cómo has estado?- preguntó Flora a su amiga. -Todo bien, todo normal; con algunos problemas ahora que Aurora entra a la Academia; la música ya no reditúa igual que antes, pero lo importante es que mi niña sea feliz- contó Andrea resignada pero optimista. -¿Es muy costosa la Academia?- preguntó Sofía mientras escribía un correo electrónico.      -Digamos que la cuota de admisión fue bastante significativa y si a eso le sumamos el costo de las mensualidades , tendremos que hacer un par de sacrificios- explicó Andrea. -Vaya, Luis y tu son unos padres fantásticos, mira que cumplir el deseo de Aurora a pesar de su alto precio- alentó Sofía a su amiga. Andrea pensó en Luis, era cierto; Su marido se estaba sacrificando por hacer feliz a Aurora; a pesar de que no llevaran los mismos genes; no había duda, Luis era un gran padre. -Tengo una cita en unos minutos, ¿Les importa si seguimos platicando después?- dijo Sofía mirando el reloj. Flora y Andrea se despidieron de su amiga y salieron de la oficina. -¿Todo está bien Andrea? Creí notarte algo extraña cuando nos platicabas acerca de Aurora y la Academia, ¿Luis y tu necesitan ayuda?- dijo Flora a su amiga mientras el elevador descendía. -Flora, tengo un problema, que no tiene que ver con la Academia, ni con el dinero, pero si con Aurora- y diciendo esto, Andrea contó por primera vez a alguien la historia de el origen de Aurora...

-Es imposible, no hay ningún trabajo que se acomode a mis horarios- dijo Aurora a su amiga Greta. La chica estaba realmente preocupada, pronto iniciarían las clases en la Academia y aun no conseguía un trabajo.      -Debes tranquilizarte, pronto encontrarás algo adecuado- alentó Greta a su amiga. -¿Por qué no hablas con Miguel? El te puede ayudar a conseguir un trabajo en el cine- aconsejó Greta a Aurora. Greta pensaba constantemente en Miguel; de hecho, podría decirse que había comenzado a amarlo en secreto. -¿Estás hablando en serio? ¿Yo? ¿Vendiendo palomitas como aquel? Ni de broma- dijo Aurora en cierto tono despectivo. A diferencia de Greta, Aurora no tenía ningún tipo de trato con Miguel, ni le interesaba tenerlo, el chico no le llamaba la atención en lo mas mínimo. -Deja de decir tonterías y ayúdame a seguir buscando- dijo Aurora a su amiga Greta, quien aun pensaba en lo guapo que era Miguel...

En el consultorio Carolina no había recibido muy buenas noticias; su embarazo era delicado, y debía cuidarse para así cuidar a su bebé; la noticia la derrumbó un poco, pero Carolina era una mujer fuerte y optimista, a pesar de el miedo, algo le decía que su bebé estaría bien... -Quiero que me prometas que no le dirás a nadie lo que dijo el doctor- dijo seriamente Carolina a su hermana al salir de el consultorio. -Tu situación es delicada, es una idea absurda- opinó Natalia. -Sabes queno tolero que me traten como enferma, además estoy segura de que mi bebé estará bien, quiero tener una vida normal- dijo Carolina. - No diré nada, por ahora, pero si algo te pasa no dudaré en abrir la boca ¿De acuerdo?- propuso Natalia a su hermana. -De acuerdo- respondió Carolina complacida.

Después de el velorio de su madre, Eva visitó a Darío en su apartamento. Juntos prepararon de cenar, pasaron una noche como hace mucho no lo hacían. En familia. El ambiente era nostálgico y a la vez alegre. Silencioso pero solemne. -Me quedaré unos días más- dijo Eva cuando terminaron de cenar. - Sabes que puedo cuidar a los chicos cuanto tiempo sea necesario- dijo Darío sinceramente mientras bebía de su copa de vino. -Sólo serán uno o dos días más- respondió Eva a la oferta de Darío. Ricardo y Leonel se levantaron de la mesa y corrieron a la sala a jugar videojuegos. -Supongo que ahora que Ricardo entre a la universidad será más difícil verlos- dijo Darío dando por hecho tal lamentable situación. -Así será, aunque quiero que sepas que me parte el alma separarlos; creo que ya fue suficiente, es complicado que sus padres vivan en países distintos- dijo Eva sinceramente. -Y ¿Qué haremos al respecto?- dijo Darío acercándose un poco más a Eva. -Hay... Hay que ponerle un alto- dijo Eva viendo fijamente los ojos de Darío. Nuevamente, sus rostros estuvieron a sólo escasos centímetros de distancia. De repente, la atmósfera se rompió como una burbuja y ambos se separaron...

Por la noche Ricardo miraba el techo de su habitación, la historia de su padre con Corina aun lo tenía un poco sorprendido. -¿Te molesta si apago la luz? Intento dormir- preguntó Leonel adormilado. -Lo... lo siento. es que estaba pensando...-confesó Ricardo. -¿Pensando en qué? ¿No puedes dejar tus pensamientos para mañana?- preguntó sarcásticamente Leonel. -Pensaba en la historia de papá y Corina, es grandiosa ¿No crees?- dijo Ricardo sinceramente. -¿Grandiosa? Por favor Ricardo, mi papá aun no supera a la muerta esa, por eso no pudo ser feliz con mamá, eso es un hecho- aseguró Leonel malhumorado y acto seguido apagó la lámpara de noche. En completa oscuridad Ricardo siguió pensando en lo trágica pero magnífica que era esa historia...

Secretos revelados, pasiones ocultas, nuevas expectativas, singulares advertencias, inesperadas situaciones; que queriendo o no, estaba escrito que sucederían Un día en el cementerio...

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