domingo, marzo 13, 2011

Memorias de Portarretrato... Capítulo 10: Momentos de Cumpleaños

Una divertida fiesta, una tranquila cena en un restaurante, un viaje, un insospechado regalo, una visita inesperada o la simple y pequeña vela titilando en el pastel... Recuerdos y sorpresas que sólo suceden en un cumpleaños. Como aquel cumpleaños de  Andrea  con sus compañeros de la famosa obra de teatro o cómo Sofía que no puede olvidar aquel único cumpleaños que pasó con Héctor, aquel novio que se había obsesionado con ella. Y Darío quien aun sentía el vacío que lo invadió el primer cumpleaños que pasó separado de su esposa, sin sus hijos... Buenos, malos, esperados o sorpresivos, los momentos de cumpleaños se convierten en memorias que difícilmente olvidaremos...

La cocina en el apartamento de Andrea se convertía en un salón de belleza por las mañanas. Ese día no era la excepción, con las prisas Andrea apenas tenía tiempo de hablar con su hija. Pero ese día tenía algo especial que decirle. -Tan sólo en dos semanas- dijo Andrea mientras bebía un trago de café. Aurora la miró desanimada. -No creo que sea un gran cumpleaños; no sin papá- dijo La chica sin emoción alguna por su próximo cumpleaños. -Vamos Aurora, cumples dieciocho años; ya recuerdo cuando yo los cumplí, encontraremos algo especial que hacer y al sábado siguientea iremos a visitar a tu padre- dijo Andrea entusiasta.-Estos meses sin él han sido terribles; y aun falta la mitad de su rehabilitación- dijo Aurora bastante triste. -No seas pesimista, verás que el tiempo se pasa volando; por cierto, tengo algo para ti- dijo Andrea al tiempo que sacaba de su bolsillo del pantalón un pequeño hilo color rojo y lo ataba a la mano de Aurora. -Ahora es un simple y frágil hilo; pero deberás conservarlo y cuidarlo bastante bien; ya que, si sobrevive al día de tu cumpleaños, te lo intercambiaré por un bello obsequio que podrás usar en lugar del hilo- explicó Andrea a su hija y a pesar de que Aurora no entendía muy bien; tenía la firme esperanza de recibir un hermoso obsequio a cambio de cuidar bien el hilo...

En el apartamento de Eva también de celebraba un cumpleaños. -Por fin eres mayor de edad Ricardo; felicidades- dijo Eva mientras abrazaba a su hijo. -Ya estás viejo- dijo Leonel irónicamente y felicitó a su hermano. -Estaba pensando que podemos hacer una cena el sábado para festejar, podrías invitar a tu novia y por fin presentármela- dijo Eva a su hijo mientras servía el desayuno. -¿Puede venir mi papá?- preguntó ingenuamente Ricardo a su madre; sabia que últimamente Darío y Eva estaban distantes y por ello se atrevió a preguntar. -¡Pero claro que puede venir! - dijo Eva sin pensarlo, sabía que no podía negar a su hijo el hecho de festejar con su padre, menos ahora que vivían tan cerca...

Para Miguel trabajar en la agencia era un reto; no disfrutaba para nada estar ahí; definitivamente no era su ambiente. Llevaba apenas un par de semanas asistiendo y las horas le parecían eternas. Sin embargo, unos días después de comenzar a trabajar en la agencia conoció a Uriel, un joven alto, flacucho y bromista que era mensajero de la agencia y con quien comenzó a llevarse muy bien. Miguel llevaba un par de días planeando un regalo muy especial para su amigo Ricardo; así que una tarde antes del cumpleaños del chico pidió ayuda a su compañero. -Verás, Ricardo nunca ha ido a uno de estos lugares de "entretenimiento para caballeros" y quisiera invitarlo a uno; sólo que lo conozco y los sitios a los que yo acostumbro ir no le gustarían en lo más mínimo- contó Miguel a Ulises. El chico guardó silencio como si estuviera pensando en una posible solución. -¡Lo tengo- exclamó Uriel- Hace unos días escuché hablar al licenciado Uribe con un cliente; de un lugar, donde vas a ver a las chicas bailar y cantar en poca ropa; es más como un cabaret según lo que entendí, pero debe ser un deleite ¿No lo crees? ¡Yo los podría acompañar!- explicó el chico a Miguel entusiasmado. -El problema es que el cumpleaños de Ricardo es mañana y no tenemos ni idea de donde es ese lugar- dijo Miguel pesimista. -Ese no es problema; no me llevo muy bien con el Licenciado Uribe; pero sí con su asistente; así que tal vez ella me pueda ayudar a conseguir los datos del lugar; tu prepara a tu amigo y yo mañana tengo lista la dirección- organizó Uriel impaciente. -No sé si esto vaya a funcionar- dijo Miguel no muy seguro de la situación. -Pero mañana a las nueve estaría perfecto- confirmó Miguel planeando una gran sorpresa para su amigo...

-Es fantástico...- dijo Ricardo no muy convencido al abrir el regalo que Monserrat le dio de cumpleaños. Una playera de un color espantoso y una fotografía de la chica lanzando un beso y con un "autógrafo" escrito; "Feliz Cumpleaños Rick". -Que bueno que te gustó; tardé horas buscando la pose indicada- dijo la chica refiriéndose a la fotografía. -Nadie me dice Rick- dijo secamente Ricardo intentando ser honesto.    
-Yo odio que me digan "amor"; estamos a mano, me voy a clase- dijo sarcástica la chica mientras besaba la mejilla de su novio.  -¡Espera!- dijo Ricardo mientras tomaba a su novia por el brazo. -Mi mamá hará una cena el sábado por mi cumpleaños y le gustaría que te llevara- explico Ricardo. -¿Una cena, con tus padres? ¡Qué aburrido! Pero me imagino que a ti te encanta la idea; y quieres que conozca a tus padres, así que te veo en mi casa a las ocho. Porque irás por mi me imagino- ordenó sutil la chica. Ricardo asintió con la cabeza y se alejó pensando que su novia tenía un mal día. Tanto pensaba en Monserrat que no escuchaba que alguien lo llamaba. -¡Ricardo!- gritó Natalia detrás de él.

-Hola Natalia- saludó sin poner atención en la chica. -Me enteré que hoy es tu cumpleaños y te traje algo- dijo tímida la chica mientras entregaba un sencillo paquete. -No era necesario pero Gracias- dijo Ricardo y siguió caminando. -¡Ricardo! ¿Todo bien? ¿no abrirás tu obsequio?- preguntó Natalia ilusionada. -Natalia de verdad te lo agradezco, pero en este momento estoy indispuesto, pero muchas gracias- dijo el chico quien dio la vuelta y siguió caminando. Natalia lo miró hasta desaparecerse del pasillo y se sentó en una banquita a leer calladamente un libro que sacó de su mochila...

Ricardo seguía caminando y encontró ahora a su amigo Miguel. -¿Cómo va tu día?- preguntó Miguel mientras abrazaba a su amigo. -Fatal; estoy molesto con Monserrat, sus actitudes comienzan a enfermarme- confesó Ricardo. -Basta de pensar en ella hermano, hoy festejaremos tu cumpleaños como debe ser. Nos vemos en la noche ¿De acuerdo?- explicó Miguel. -No sé, no tengo mucho antojo de salir- respondió Ricardo pesimista. -Pues saldrás; no puedes arruinar la sorpresa, así que pasó por ti a las nueve- Ricardo observó a su amigo. -No te aseguro nada- replicó el chico.

Cuando Ricardo llegó a casa de su padre no tenía ánimos para nada. -¡Feliz Cumpleaños Hijo!- dijo Darío realmente alegre mientras abrazaba a su hijo. -Ni tan feliz...- contestó el chico que puso a su padre al tanto de las cortantes actitudes de su novia. -Creo que debes hablar con ella y explicarle lo que te molesta; verás que te entenderá, y por otra parte creo que no debes estar así por ella, ¡Es tu cumpleaños! ¡Anímate! No todos los días se cumplen dieciocho años, vamos a comer a donde quieras y por la noche sal con tus amigos. -Alentó Darío a su hijo. -Creo que tienes razón papá- dijo el chico intentando sonreír. -Así me gusta; y antes de que lo olvide quiero darte tu obsequio- dijo Darío mientras sacaba de su bolsillo del pantalón un pequeño costal. Ricardo lo tomó en su mano, jaló del cordel y sacó la llave del automóvil estacionado frente a la puerta; que no había visto por estar inmerso en sus pensamientos. Un imponente y llamativo automóvil azul eléctrico.-Pa... Papá ¡GRACIAS!- dijo el chico mientras se abalanzaba a abrazar a Darío. Después salieron a probar el automóvil; fueron por Leonel a la escuela y comieron en el restaurante favorito de Ricardo...

Por la noche Miguel llegó a casa de Darío con Uriel y sus amigos de la banda. -Diviértanse y tengan mucho cuidado- dijo Darío al despedirlos en la puerta. -¿Me pueden decir a dónde vamos?- preguntó Ricardo impaciente y asustado. -Ya lo verás amigo mío ya lo verás- dijo Miguel mientras le daba una palmadita en el hombro. Cuando llegaron al lugar Ricardo se desconcertó aun más. Una soberbia casa antigua los recibía; el chico pudo imaginar lo que encontraría en el interior; no era muy devoto de esos lugares, pero recordó lo mal que su novia lo trató y decidió divertirse un poco con sus amigos. -Antes de que entremos deben saber unas reglas- dijo Uriel. -Primero; venimos a ver un espectáculo, leí en internet que si tocas a cualquier chica sin su consentimiento, los encargados de seguridad te sacarán del lugar al instante, y segundo, si alguien busca otro tipo de "entretenimiento" más "íntimo" puede subir al primer piso de la casa; ahí hay chicas que si se pueden tocar; aunque en verdad no sé cuanto aumente la cuota-explicó Uriel mientras todos lo miraban atentos.-Pues honestamente no es lo que esperaba para mi cumpleaños pero... Ya estamos aquí, entremos a ver el espectáculo- dijo Ricardo sonriente y todos aplaudieron e hicieron sonidos de emoción. Las puertas de "Venecia" se abrieron para recibir a los chicos...

A unos cuantos metros de la recepción donde Ricardo y los chicos confirmaban su reservación se encontraban los camerinos de las chicas que noche con noche aturdían a los caballeros con sus encantadores espectáculos musicales. Aurora estaba acomodando su rubia peluca y se maquillaba sus rosados pómulos. Cada noche sentía lo mismo al verse al espejo, cada noche se preguntaba si realmente estaba haciendo algo bueno, si de verdad era un trabajo digno; recordaba como tan sólo unos días después de entrar a trabajar a aquel lugar, se enteró de lo que sucedía en el piso de arriba; donde prácticamente no había reglas, los caballeros seleccionaban a una chica y si ella estaba dispuesta; podían subir a una habitación por una atractiva cifra monetaria. Al enterarse de ello, la chica decidió irse del lugar; sin embargo, Bianca le prometió que buscaría la forma de evadir a toda costa que ella tuviera que subir con un hombre. Promesa que hasta ahora había cumplido. Emergiendo de sus recuerdos por el cotidiano pánico escénico, Aurora olvidaba dichos pensamientos; terminó de vestirse y salió al escenario en un diminuto traje brillante...

Ricardo, Miguel y sus amigos ya estaban acomodados en una mesita, con embriagantes bebidas ya servidas y emocionados porque el telón se abriera. Y por fin después de tanta impaciencia, el telón se abrió... Las chicas aparecieron en hilera y comenzaron a bailar sensualmente; con cada cambio de ritmo una chica avanzaba un poco al frente a presentarse al público. Y sucedió... "Ella es... Aura, aplausos por favor" dijo el director del espectáculo. Miguel quedó estupefacto; la chica era hermosa y sensual, por un momento se miraron a los ojos y fue inevitable, Miguel conocía esos ojos, miró a la chica sorprendido. Aurora lo reconoció y miró a Ricardo, no quería que la vieran; se puso muy nerviosa y perdió el ritmo de la coreografía. Ricardo y los demás chicos comenzaron a percatarse de que algo pasaba. Y como un impulso para encubrir a Aurora, Miguel nalgueó a la mesera que iba pasando en ese momento. La chica volteó asustada e inmediatamente gritó a los encargados de seguridad. El espectáculo se detuvo y el telón se cerró; inmediatamente un grupo hombres robustos sacaron a Miguel, a Ricardo y a toda su mesa del lugar. -¡Me puedes decir qué te pasa!- gritó Ricardo descontrolado a su amigo. -Te lo dije claramente ¡No podías tocarlas!- dijo Uriel enojado. -Lo siento chicos; de verdad... Es que no pude controlarme, fue espontáneo- fingió Miguel avergonzado; cuando en realidad ocultaba que lo había hecho para proteger la identidad de Aurora; quien al final de la noche, sentada en su camerino revivía el momento y pensaba si todo había sido coincidencia o si realmente Miguel había intentado protegerla... Esa noche todos regresaron más temprano de lo esperado a casa y Ricardo se sentía un poco frustrado por su pésima celebración de cumpleaños; aunque tenía la esperanza de que la cena del sábado fuera mejor...

-Me acabo de enterar por Natalia lo que le hiciste a Miguel hace unas semanas en el cine- dijo Greta al día siguiente cuando fue a visitar a Aurora después de tiempo sin verla. -Vaya, la información corre de una manera increíble- dijo Aurora sin poner mucha atención y recordando los ojos de Miguel una noche antes. -Aurora, te lo agradezco mucho, pero no debías ser tan extremista- dijo Greta temiendo que su amiga se molestara. -Bueno Greta, sólo intenté defenderte, además ya  lo hice y no puedo hacer nada para remediarlo- dijo Aurora queriendo dar por terminado el tema. -Yo creo que si puedes- respondió Greta incitando a su amiga a componer lo que había hecho. Entonces Aurora pensó en lo que ella le había hecho a Miguel y en lo que Miguel le hizo a ella. Se sintió fatal. -Tienes razón, debo ver a Miguel para arreglar las cosas y pedirle una disculpa- dijo Aurora decidida. -Pero nadie me saca de la cabeza que lo que te hizo fue una grosería- concluyó.

Y llegó el sábado; el apartamento de Eva estaba pulcramente acomodado y había preparado la comida italiana favorita de Ricardo. El chico fue a casa de su novia a recogerla para después asistir a la cena. Monserrat lucía hermosa, había alisado su cabello perfectamente y vestía elegante pero juvenil. -Te ves hermosa- dijo el chico al saludar a su novia. -Yo lo sé ¿Nos vamos?- contestó Monserrat y besó a su novio suavemente. El camino al apartamento de Eva no trató de otra cosa más que de la vida de Monserrat en los últimos días.

Mientras Ricardo conducía su automóvil nuevo, Monserrat hablaba sobre todo lo que podrían hacer ahora que el chico tenía como transportarse; a Ricardo le encantaba su novia y la había comenzado a querer; sin embargo sentía que era evidente la falta de conexión entre ellos. Llegaron al apartamento y Eva los recibió gentil y fresca; les invitó a sentarse y comenzaron a platicar, Ricardo conocía a su madre y sabía que fingía un poco, pero estaba contento al ver lo bien que conversaban su madre y su novia. Minutos después llegó Darío. -Siento llegar tarde pero la fila para pagar en la pastelería era enorme- dijo Darío mientras entraba con un pastel en manos. -Papá, ella es Monserrat, mi novia- dijo Ricardo levantándose y tomando a la chica por el brazo. Darío observó a Monserrat un instante, por un momento sólo observó sus verdosos ojos y su cautivadora sonrisa. -Vaya Señorita, es usted realmente hermosa- dijo Darío tomando la mano de la chica.  -Gracias Señor- dijo Monserrat sonrojándose. -¿Sabes? Tu rostro me es familiar- confesó Darío al observarla un momento más. -¿De verdad? Varias personas me lo han dicho, supongo que parezco a una estrella de cine o de televisión- dijo la chica bromeando. Ricardo la siguió mirando tratando de descifrar a quien le recordaba aquel rostro.

 -Listo, podemos comenzar con la cena- dijo Eva quien salía de la cocina con una cacerola de exquisito olor. La cena fue bastante amena; Monserrat se comportó perfectamente, incluso Ricardo notó a la chica un poco más afectiva con él. La plática entre Darío y Leonel era más cordial que antes, incluso habían tomado lugar juntos. Eva aun estaba un poco distante con Darío; sin embargo ambos habían olvidado por un momento sus problemas y disfrutaban junto a sus hijos.

Terminada la cena siguieron conversando un buen rato; Leonel se marchó a dormir y Ricardo decidió que era momento de llevar a Monserrat a casa. Ricardo y Eva se quedaron solos. Eva comenzó a recoger los platos sucios y Darío se dispuso a ayudarle. -Supongo que me pudiste haber consultado- dijo Eva de la nada. -¿A qué te refieres?- preguntó Darío ignorando de lo que Eva hablaba. -No creo que haya sido completamente atinado regalarle un automóvil a Ricardo- se sinceró Eva. -¡Vamos! Es un chico responsable- se defendió Darío. -Lo sé, pero yo soy su madre y me merecía que mínimo me avisaras- dijo Eva ofendida. -Perdóname, pero no pensé que tuviera que pedirte tu opinión acerca de algo que YO le regalé a mi hijo- dijo Darío con un sutil tono de molestia. -¡Claro! El papá consentidor que puede darle a su hijo lo que sea para verlo feliz- dijo Eva dejando los trastes en la mesa; era ya una discusión. -Esto no tiene sentido; no entiendo porque estás molesta; no tienes porque- dijo Ricardo impaciente. -Soy una mujer de cuarenta y tantos años, que lo único que le puede regalar a su hijo ¡Es una sopa italiana! Y en cambio viene su padre y le regala un coche y no cualquiera... ¡Un auto de lujo!- gritó Eva enfadada. -No puedo creer lo que estoy escuchando- dijo Darío a nada de explotar -Estoy seguro de que Ricardo es lo suficientemente inteligente para saber que esa pasta y el auto valen exactamente lo mismo ¡si no es qué tu pasta vale más!¡Es la más deliciosa que he probado nunca!- gritó. Eva lo miró a los ojos. -Perdóname Darío; tienes toda la razón, es sólo que últimamente mi situación financiera no es la mejor; y eso me presiona bastante- explicó Eva ya más tranquila. -Eva Eva Eva, nunca cambiarás, es increíble, a pesar de llevar unos años separados, aun me doy cuenta cuando te enojas irracionalmente porque tratas de encubrir lo que sientes- confesó Darío mientras la tomaba por los hombros.  -Y tu, aun después de tanto tiempo sabes exactamente lo que debes decirme para hacerme sentir mejor- dijo Eva suavemente. Se miraron a los ojos, y sin pensarlo, se besaron tiernamente...-¿De verdad crees qué mi pasta es deliciosa?- preguntó Eva después del beso. Darío asintió con la cabeza y volvió a besarla...

Habían pasado ya dos semanas de aquella cena en casa de Eva y la relación con Darío era mucho más cordial; sin embargo seguían hablándose como antes; parecía que habían suprimido aquellos besos de su memoria...


En el apartamento de Andrea las prisas matutinas no impidieron que fuera un día diferente. -¡Buen día señorita mayor de edad!- dijo Andrea mientras cocinaba. -¡Buenos días mamá!- respondió Aurora de muy buen humor. -Desperté temprano para cocinar tu desayuno favorito- dijo Andrea después de abrazar y besar a su hija. -Gracias, huele delicioso- respondió Aurora agradecida. -Greta organizó una salida por la noche para festeja mi cumpleaños ¿Puedo ir?- preguntó la chica. -Supongo que si, no iremos a ver a tu padre hasta el sábado así que ve, y diviértete- dijo Andrea con una sonrisa en el rostro. -Por cierto- dijo Aurora estirando su mano para que su madre viera el delgado hilo rojo que aun colgaba de su mano.-¡Es verdad! Lo había olvidado, tu obsequio- dijo Andrea mientras corría a su habitación. Aurora pensaba ya en un brillante brazalete o un lujoso collar. -Fue muy difícil conseguirlo, pero lo logré- dijo Andrea mientras estiraba su mano con una cajita de joyería. Aurora la abrió impaciente y encontró un collar con listones y una bailarina tallada en madera. Lo miró un par de segundos.  -¿Te gusta?- preguntó Andrea entusiasmada. -Si... Es... Bonito- dijo Aurora mientras se lo ponía y fingía irradiar felicidad. El desayuno fue muy rápido y aunque no lo pareciera Andrea se había percatado de la extraña actitud de su hija...

Todo el camino a La Academia; Aurora observó su collar, realmente esperaba un regalo mejor, eran sus dieciocho años. Todas sus amigas habían recibido un gran regalo al cumplir la mayoría de edad, y ella recibía un insignificante collar de mardera. Entró a clases aun molesta; "ni siquiera es bonito" pensó la chica. -Aurora ¡Espera!- dijo Bianca al final de la clase. -¿Qué pasa profesora?- preguntó Aurora distraída. -Hoy es tu cumpleaños ¿cierto?- preguntó Bianca emocionada, la chica asintió. -No soy la gran persona, ni sé como deicir esto, pero quiero que sepas que además de ser una gran bailarina eres una gran chica; valiente y audaz, que es capaz de todo por seguir luchando por sus sueños; te felicito Aurora porque sé que serás una gran mujer- dijo Bianca sinceramente y la abrazó. -En este poco tiempo que te he tratado, he logrado quererte; sé que para ti es difícil hacer lo que haces; pero créeme que mientras estés en "Venecia" te protegeré siempre- dijo Bianca con una sonrisa. -Muchas Gracias maestra Bianca, son palabras muy lindas; debo irme a la siguiente clase- agradeció y se despidió la chica. -Antes de que te vayas quiero darte esto- dijo Bianca estirando la mano. Era un pequeño obsequio. Aurora lo tomó y lo abrió emocionada; era una fina gargantilla plateada con una elegante piedra rosa colgando. -¡Maestra! ¡Es Hermosa! No tenía que hacerlo ¡Muchísimas Gracias!- dijo Aurora emocionada. Bianca ayudó a la chica a ponerse la gargantilla y se abrazaron nuevamente. La chica salió del salón de clase emocionada; contenta, por fin había recibido lo que para ella era un gran regalo, ignorando el gran valor sentimental que ambos regalos valían en sí...

Por la tarde Miguel llegó a la agencia como siempre; observó que en el estacionamiento había un lujoso y clásico automóvil que jamás había visto; se quedó admirado pero lo ignoró y siguió su camino. En estás dos semanas el chico se dio cuenta de que, aunque la publicidad no fuera lo que en verdad le apasionaba, comenzaba a darle gusto trabajar en la agencia, además de que sabía que ayudaba a su madre; a la vez también trabajar ahí le recalcaba más su deseo por ser músico y  se convencía más de que él nunca sería un hombre de oficina. En el camino se encontró con Uriel; platicaron un rato acerca de lo sucedido en "Venecia", Miguel aun no confesaba la verdadera razón por la que había provocado tal escándalo, cuando siguió su camino comenzó a preguntarse porqué Aurora trabajaba ahí, si se encontraría bien, si alguien la estaba obligando, concluyó que debía hablar con ella cuanto antes; sin embargo, por estar tan inmerso en sus pensamientos, no escuchaba los gritos de la oficina de su madre...

En la oficina de Sofía se llevaba a cabo una batalla campal. -¡Ese tal Uribe no sabe lo que hace!- Era Fausto, molesto porque las cosas no salían como él quería. -¡Ya te dije qué es el mejor Publicista que tenemos! ¡No tienes por qué preocuparte!- respondió Sofía defendiendo a su equipo. -Necesito que tu manejes mi campaña, soy tu cliente y te lo estoy pidiendo, no puedes negarte- exigió Fausto de mal modo.
-Discúlpame Fausto pero no puedo hacerlo, si gustas en este momento terminamos con nuestra relación laboral- respondió Sofía fuerte y decidida. Fausto pegó con su puño en el escritorio. -¿Por qué Sofía? Conozco tus campañas; te conozco desde jóvenes, ¿Por qué no puedes estar cerca de mí? ¿Fue lo que sucedió hace años? ¿Fue el beso qué nos dimos en aquel restaurante?...- Franco no pudo terminar; alguien lo jalaba del saco. Sofía abrió los ojos lo más que pudo. Miguel acababa de entrar a la oficina y había escuchado lo del beso, tomó a Fausto por la espalda y lo levantó de la silla, lo azotó contra la pared. Sofía gritaba y los intentaba separar; Miguel estaba furioso, rojo de rabia... -¡Cómo te atreves a besarla! ¡Es una mujer casada!- gritaba Miguel descontrolado. Después de un par de golpes Fausto logró desprenderse de Miguel y salió enojado de la oficina sin decir una palabra...

Por la noche; un grupo de amigos celebraban el cumpleaños de una hermosa chica que vestía minifalda y tacones rojos; era Aurora, quien estaba muy contenta; bailaba con chicos guapos, reía con su amiga Greta  y bebía deliciosas y embriagantes mezclas; por esa noche, sólo por esa noche olvidó su trabajo, la Academia, a su padre, olvidó todo. La madrugada entró en su apogeo, Greta había bebido bastante; un chico se acercó a Aurora y le ofreció un trago. Ella se negó e intentó alejarse, estaba también un poco bebida. El chico la tomó por el brazo. -Por favor, te he visto varias veces, sé donde trabajas, sólo déjame invitarte un trago, eres hermosa- dijo el chico quien también ya estaba algo tomado. Era el mismo chico que la observaba fijamente todas las noches en "Venecia". Aurora lo miró fijamente, su secreto cada vez se derrumbaba un poquito más. -Estás confundido, no sé de que me hablas- fingió Aurora intentando soltarse.
-¡Por favor! Aunque sea dame tu teléfono- imploró el chico. -¡Suéltame! ¡Déjame en paz! ¡Por Favor!- insistió Aurora quien logró soltarse. Estaba muy nerviosa, corrió a dónde Greta y le pidió que se fueran. Salieron del lugar increíblemente rápido. Subieron al automóvil de Greta, quien comenzó a conducir a una velocidad extrema. Aurora subió el volumen de la música, quería olvidarse de esa noche, quería olvidarse de la noche en que Miguel la reconoció, quería sacar a "Venecia" de su vida. Y ocurrió el impacto... Un parpadeo, luces brillantes, otro parpadeo, sonidos escalofriantes; escuchó el grito desgarrador de su amiga Greta, los cristales se comenzaron a quebrar, el auto dio un par de vueltas, Aurora sentía como su cuerpo se movía prácticamente sin su consentimiento, impulsado por la fuerza del choque, comenzaba a sentir dolor en todos lados; Greta seguía gritando. Con su mano logró tomar con fuerza la bailarina tallada en madera que le había regalado su madre y quedó inconsciente... El automóvil de Greta estaba completamente volcado; comenzaron a llegar patrullas y ambulancias, ya era muy de madrugada, y aun así, solitarias personas rodeaban el perímetro del accidente para observar que había sucedido...

Los cumpleaños están llenos de sorpresas; días donde lo inesperado se vuelve realidad, festejos que debemos disfrutar; porque algo es seguro, nuestro próximo cumpleaños no será igual, en un año una familia se puede destrozar, en un año el verdadero amor se puede esfumar, en un año tal vez ya no estemos en este mundo terrenal...

...Buenos, malos, esperados o sorpresivos, los momentos de cumpleaños se convierten en memorias que difícilmente olvidaremos y que, queramos o no, debemos afrontar...

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