domingo, abril 10, 2011

Memorias de Portarretrato... Capítulo 11: Renacer

Es inevitable tropezar; a lo largo de nuestra vida cometemos errores o tomamos decisiones que nos llevan a  fuertes caídas y sufrimos... Perdemos sentido alguno del vivir, y dejamos atrás toda esperanza de levantarlos...Lo bueno de tropezar, es la interesante oportunidad que nos da la vida de volver a levantarnos y al igual que el fénix de las cenizas... Renacer...

El pasillo de aquel hospital se hacía cada vez más largo e interminable para Andrea; no tenía ni veinte minutos que había recibido la desesperada llamada de Flora, informándole acerca del trágico accidente. Lo importante de tener amigos verdaderos; es que, sea de día o madrugada, siempre están ahí. Darío llegó un poco después acompañado de Ricardo y Miguel llevó a su madre para apoyar a Andrea. El estado de salud de las chicas era delicado; Greta tenía una fuerte lesión en la columna debido a las fuertes vueltas y Aurora había sufrido diversas heridas en el cuerpo provocadas por los cristales del auto.



 
Andrea salió unos minutos después de la habitación donde se encontraba su hija. Se desplomó en una silla.   -Está muy grave, debo avisarle a Luis, la atención en este hospital es muy costosa- dijo Andrea llorando e intentando llamar por el teléfono móvil al centro donde su esposo se encontraba internado. -Vamos Andrea, no debes preocuparte por el dinero, lo importante es que Aurora se encuentre bien y se recupere, por ahora dedícate a contactar a Luis, debe saberlo- consoló Darío a su amiga mientras Sofía abrazaba a Flora.
 Alberto llegó al hospital unos minutos después; al ver a su hijo, Paulo se levantó de la silla en dónde estaba sentado y se abalanzó en contra de él. -¡Estás por terminar la carrera de medicina! ¡Eres un prácticamente un Doctor! ¡Salva a tu hermana! ¡Haz hasta lo imposible!- gritó Paulo desesperadamente. Alberto sólo miraba a su padre, todos habían volteado a observar semejante escándalo. Flora se acercó hacia ellos.   
-Como puedes ponerte así Paulo, no seas imprudente, no puedes hablarle así a tu hijo ¡Estás en un hospital!- dijo Flora discretamente. -Mi hijo, él que no cumplió su palabra, el que dejó el altar unos minutos antes de casarse; debería hacer algo para que sintiera orgulloso, debería salvar a su hermana- dijo Paulo secamente. -Iré a pedirle a la enfermera el reporte médico de Greta- dijo Alberto a su madre ignorando lo que recién había dicho Paulo.

Los angustiantes minutos pasaban muy lentamente. El departamento médico del hospital trataba de estabilizar  el grave estado de salud de las chicas. El aire olía a preoocupación, a incertidumbre, a angustia.   -Iré por un café ¿Quieren algo?- preguntó Sofía cuando el sol comenzaba a asomarse por las diminutas ventanas. Nadie pidió nada. -Miguel ¿Puedes acompañarme?- pidió Sofía a su hijo. El chico la miró interrumpiendo su plática con Ricardo y haciendo un gesto de desaprobación. -Ve Miguel, ahora seguimos platicando- dijo Ricardo dando una palmada en el hombro de su amigo. Miguel se levantó y siguió a su madre por el pasillo. -Creo que debemos hablar de lo que sucedió ayer en la agencia- dijo Sofía mientras caminaban. -Mamá, no sé si sea bueno hablar de eso- confesó Miguel secamente. -¡Vamos Miguel! Déjame explicarte ¡Fausto no es más que un compañero de la universidad!- explicó Sofía mientras entraban a la cafetería del hospital. Ambos pidieron un café a  la chica de la barra. Miguel suspiró. -No necesito que me expliques nada, eres mi madre y ante todo mereces mi respeto; sólo quiero que pienses en mi papá, sé que eres el amor de su vida y no es justo para él- dijo Miguel enfadado y salió de la cafetería...

Cuando Sofía regresó a la sala de espera intentando encontrar a Miguel olvidó por un momento a su hijo debido a la dramática escena que ahí se vivía. Andrea lloraba desconsoladamente y Darío hablaba con el médico. Ricardo y Alberto platicaban del estado de Greta y Flora corría al lado de Paulo hacia el pasillo que daba a las habitaciones. -¿Qué sucede?- preguntó Sofía intrigada a Ricardo. -Lograron estabilizar a Greta, ya despertó, sus padres fueron a verla; pero Aurora no corrió la misma suerte, le descubrieron una hemorragia interna, deben intervenirla enseguida, corre mucho peligro- explicó Ricardo un poco angustiado. Sofía se dirigió hacia donde sus amigos. -Aurora te necesita fuerte ¿De acuerdo? Es una chica muy joven y saldrá de esto- dijo Sofía mientras abrazaba a Andrea. -Deben operarla de inmediato pero no puedo firmar la autorización, no tengo dinero, es riesgoso trasladarla a otro hospital ¡No se qué hacer Sofía! ¡No tengo cómo pagar!- sollozó Andrea. -Por favor tranquilízate, por las cuentas no te preocupes, lo que importa ahora es salvar a tu hija, así que firma esa autorización y veremos como nos las arreglamos- dijo Darío mientras acercaba la carta de autorización a manos de su amiga. Andrea firmó la autorización y trasladaron a Aurora al quirófano.

La mañana comenzaba a llegar a su máximo apogeo. Había pasado ya casi una hora desde que Aurora había ingresado al quirófano. Darío se había marchado junto con Ricardo, Miguel no volvió a aparecer y Sofía dedujo que se había marchado,  los demás esperaban ansiosos a que el médico saliera del quirófano a dar una noticia. Andrea miraba hacia todos lados, caminaba de un lado a otro; los nervios la estaban devorando. En una de sus fugaces miradas miró hacia el pasillo y se percató de aquel hombre que se acercaba a ella; era Luis, su esposo, exageradamente delgado, sin rasurar y con el cabello un poco largo. Andrea respiró hondamente, su cuerpo comenzó a temblar; como pudo, logró caminar un par de pasos. Y se encontró con Luis, lo abrazó, lo tomó por el rostro, lo besó una y otra vez. Comenzó a llorar. -Me dijeron que era difícil que salieras- dijo Andrea emocionada. -Cuando me enteré de lo que le había sucedido a Aurora enloquecí, me costó mucho trabajo que me dejaran salir, pero no podía estar ahí adentro mientras la vida de mi hija pende de un hilo- explicó Luis. -Te amo Luis, no sabes lo que me has hecho falta- dijo Andrea mientras lo besaba nuevamente. Minutos después el médico salió del quirófano. Todos se acercaron a él formando un círculo a su alrededor. -¿Cómo está mi hija doctor?- preguntó angustiada Andrea.
-Logramos controlar la hemorragia; se recuperará, pero ha perdido mucha sangre, la trasladarán a terapia intensiva, es urgente conseguir donadores- explicó el doctor. -Yo donaré la sangre que sea suficiente- afirmó Andrea sin pensarlo. -De hecho, lo más probable es que los padres sean donadores, si gustan acompañarme, les harán los estudios para determinar si su sangre es compatible con la de la chica- indicó el doctor. Andrea miró a Luis; sabía que era prácticamente imposible que su sangre fuera compatible
.-Adelante, mientras más pronto hagamos los estudios mejor- dijo Luis determinante, ignorando la aprensiva mirada de su esposa. Ambos siguieron al médico al laboratorio...

A pesar de lo sucedido, Ricardo y Miguel llegaron a clases en la universidad; en un receso de clases platicaban con Natalia acerca del accidente. -Entonces fue algo grave ¿No?- preguntó la chica preocupada. -Así es y justo el día de su cumpleaños, que tragedia- dijo Miguel con cierto tono de lástima.
-Hablando de cumpleaños había olvidado preguntarte si te gustó tu regalo- preguntó Natalia a Ricardo esperando una respuesta positiva. Ricardo la miró y recordó aquel pequeño empaque al que no le había puesto atención y que había olvidado desde aquel día bajo el asiento de su automóvil. -¡Vaya! ¡Claro! Si, fue un fantástico detalle- improvisó Ricardo. -Que bueno que te gustó, pasé horas eligiéndolo- dijo Natalia con una sonrisa. Ricardo se sintió fatal. -¿Por qué no me dijiste que Natalia te había dado un regalo? ¿Qué te regaló?- preguntó Miguel ingenuamente a su amigo. Ricardo se quedó mudo, sólo miraba a Natalia, abría la boca pero sólo tartamudeaba.- No lo abriste ¿Verdad?- dijo Natalia seriamente. -Lo siento de verdad, es que lo olvidé por completo- confesó Ricardo. -Me imagino que no era un regalo tan importante para ti, no te preocupes- fingió Natalia despreocupada. -¡Claro que no! No es que no sea importante, soy tan estúpido ¡Perdóname Natalia!- se disculpó Ricardo abrumado; y sin decir nada abrazó a Natalia. -Lo siento mucho- dijo Ricardo mientras la abrazaba. Inmediatamente sonó el teléfono móvil del chico. Dejó de abrazar a Natalia para poder contestar. -Voy para allá- dijo Ricardo al teléfono y sin decir nada de marchó.

-¿Se puede saber por qué abrazabas a tu amiguita?- preguntó Monserrat quien después de haber visto a su novio abrazar Natalia ardió en rabia y lo llamó desesperada.-Simplemente me estaba disculpando con ella; me porté muy mal, mira el día de mi...- explicaba Ricardo tranquilamente. -¿Sabes qué? pensándolo bien, no necesito explicaciones, quien debe pensar eres tú; tu tienes una novia y esa novia soy yo- reclamó Monserrat enfurecida. -¡Estás celosa!- exclamó Ricardo irónico con una sonrisa en su rostro. -No me hagas reír Ricardo ¿Celosa yo? ¿De ella? Me imagino que sabes muy bien qué soy mucho mejor mujer que esa- aseguró Monserrat desafiante y grosera. Ricardo la miró enfurecido. -"Esa" se llama Natalia y me parece que no soy precisamente yo quien tiene duda de quien es mejor mujer- respondió Ricardo molesto. Monserrat estaba apunto de responder y ahora Ricardo fue quien la interrumpió. -Mi clase está por comenzar, te veo después, cuando estemos más tranquilos- dijo el chico quien después caminó rápidamente por el corredor...

En el hospital aun había mucha tensión. -¡Disculpe señorita! Quiero saber que sucede porque mi hija necesita sangre y aun no nos entregan los resultados de los estudios para saber si mi marido o yo podemos ser donadores- preguntó Andrea desesperada a una enfermera. -Permítame un segundo por favor, en un momento consigo sus resultados- dijo cortésmente la enfermera quien desapareció por el pasillo unos minutos después. Las puertas del elevador se abrieron y apareció en el pasillo una mujer. Andrea y Luis la miraron como si fuera alguien conocida,  pero no pensaban que fuera quien ellos creían. La mujer se acercó a ellos y les habló cordialmente. -¡Andrea!¡Luis! ¡Cuántos años! Lamento mucho lo que le sucedió a Aurora- dijo Bianca al estar a escasos centímetros de ellos. -¿Bianca? ¡Qué coincidencia encontrarte aquí! ¿Cómo te enteraste de Aurora?- dijo Luis sorprendido. -No es ninguna coincidencia Luis, verás, cuando Andrea llamó a La Academia para avisar la tragedia que había sucedido la mayoría de profesores nos enteramos- explicó Bianca sonriente. -¿Tú eres profesora de La Academia? Aurora nunca me ha contado de ti- preguntó Andrea extrañada. -Así es- afirmó Bianca. -Y quiero que sepan que cuentan con todo nuestro apoyo; aunque no lo crean, Aurora y yo comenzamos a tener una muy buena relación y me comentó de los problemas económicos por los que estaban pasando, así que por el dinero no se preocupen, La Academia se hará cargo de los gastos- explicó Bianca. -Un momento ¿Me estás diciendo que Aurora no me contaba siquiera de sus profesores? ¿Pero qué a ti te contaba toda su vida?- preguntó Andrea histérica.
-Vamos cariño eso no importa ahora; muchas gracias por el apoyo Bianca, prometo que pagaremos cada peso que nos presten- respondió Luis a la oferta. -No te preocupes Luis, como te dije, es una atención de La Academia en apoyo a Aurora y a ustedes- dijo Bianca muy tranquila. -De acuerdo, aunque me gustaría de alguna manera devolverles el favor- insistió Luis; Andrea aun miraba desconfiada a Bianca. -De eso hablaremos después, por ahora es importante que Aurora se recupere- alentó Bianca, quien unos minutos después se marchó del hospital no sin antes prometer regresar. -Señora aquí tiene sus resultados- dijo la enfermera a Andrea mientras entregaba un par de sobres. Andrea dio el sobre correspondiente a Luis y abrió el suyo. -Incompatible- dijo Andrea devastada. -¿Qué haremos ahora?- preguntó Andrea desesperada al borde del llanto. Luis la miró y sin decir nada enseñó el resultado a su esposa. Andrea leyó detenidamente una y otra vez. -Eres compatible Luis; no puede ser posible- dijo Andrea atónita. -Supongo que no debes porque estar desesperada, buscaré al doctor para que la donación se haga cuanto antes- dijo Luis convencido. -¡Luis! Es que tu no eres su... Luis el mejor padre, el mejor esposo, te amo- dijo Andrea mientras lo abrazaba. -A pesar de todo Aurora es mi hija, esto es una prueba más de que no debemos llevar la misma sangre para estar conectados- dijo Luis mientras respondía al abrazo de su esposa...

Y así, poco a poco los días comenzaron a traer consigo mejores noticias; había pasado apenas una semana del accidente y Greta ya había sido dada de alta; con la promesa de jamás beber una gota de alcohol.  Aurora se recuperaba a pasos agigantados, si seguía así pronto podría salir del hospital. Bianca la visitaba frecuentemente y en cada visita, entregaba un jugoso cheque para saldar la cuenta del hospital.

Con la inminente mejoría de las chicas, la vida de sus familiares y amigos comenzó a retomar su curso. Miguel había optado por no regresar a la agencia a pesar de los deseos de su padre. Ricardo aun estaba un poco molesto con Monserrat, no hablaban desde aquel día que discutieron. Ese mismo día, el chico buscó entre toda sus cosas hasta encontrar aquel obsequio que Natalia le había dado dos semanas atrás. Lo encontró bajo un montón de ropa desacomodada. Tomó el pequeño regalo en sus manos y lo abrió. Era un librillo pero era bastante curioso; en cada hoja tenía fotografías muy similares, de modo que al hojearlo rápidamente creaba una historia con movimiento acerca de un chico solitario en una gran ciudad que, al final del pequeño libro encontraba a su enamorada. Ricardo lo hojeaba rápidamente una y otra vez, estaba encantado con tal obra de arte; agradeció a Natalia hasta hartarse, pero la chica demostraba la falta de importancia que tenía dicho suceso...

 -Ya no aguanto estar en esta cama- dijo Aurora a Bianca quien la visitaba aquella tarde. -Estás apunto de recuperarte, aguanta un poco más- dijo Bianca mientras acariciaba el cabello de la chica. -Pero yo ya me siento perfecta, necesito bailar, mis piernas me lo piden- dijo Aurora desesperada. -Verás que muy pronto podrás hacerlo; por cierto, creo que después de esto no es pertinente que vuelvas a "Venecia"- aconsejó Bianca muy decidida. -Creo que tienes razón; pero si no fuera por ti, tal vez yo estaría muerta, así que trabajaré en "Venecia" lo que sea necesario para pagarte cada peso- respondió Aurora.-Por favor Aurora, no debes pagarme; te confesé que era yo quien estaba cubriendo los gastos y no La Academia, porque creí que así no de sentirías comprometida y sucedió exactamente lo contrario- dijo Bianca inconforme.
-Discúlpame Bianca, pero no puedo quedarme de brazos cruzados. Te propongo algo, trabajo lo que sea suficiente para pagarte y una vez que te haya pagado me voy para siempre de "Venecia" ¿Qué te parece?- propuso Aurora persuasivamente. -Tendrías que trabajar más de un año- mencionó Bianca intentando hacer cambiar de opinión a la chica. -No le veo problema alguno ¡Por favor! No es que anhele trabajar ahí, pero debo hacerme responsable de mis actos y de sus consecuencias, déjame trabajar en "Venecia"- suplicó Aurora, quien a pesar de no tener el mínimo deseo de seguir trabajando ahí, creía que seria la única manera de pagar lo que Bianca había gastado en ella. Bianca estaba apunto de replicar cuando Andrea entró a la habitación. -Bianca si no te molesta, quiero hablar con mi hija- dijo Andra sutilmente corriendo a Bianca, quien no le inspiraba nada de confianza...

Una vez más, la ciudad se comenzaba a llenar de aroma navideño; una época llena de amor y unión familiar. A principios de diciembre Aurora salió del hospital totalmente recuperada. Sin embargo, no podría volver a La Academia hasta después de las vacaciones de invierno.

Por su parte, Miguel, Ricardo, Natalia y Greta terminaban su primer semestre en la universidad y se encontraban realmente emocionados por ello. El último día de clases en la universidad el grupo de amigos conversaba acerca de las últimas evaluaciones del semestre. -Creo que si los profesores no me hubieran ayudado hubiera reprobado todas las materias- comentaba Greta a sus amigos.-Vamos Greta estas últimas semanas te esforzaste bastante para librar el semestre y nos consta- alentó Miguel, quien desde el accidente había mejorado cordialmente la relación con la chica. Natalia hablaba de unos cuantos proyectos que parecía no interesarle a ninguno de sus amigos; sólo a Ricardo, quien desde el incidente con el obsequio se portaba exageradamente amable con la chica; sin embargo alguien interrumpió su atención jalándolo del brazo. -No quería irme de vacaciones sin antes darte algo- dijo Monserrat decidida.-¿A qué te refieres?- preguntó Ricardo sorprendido. -A esto- dijo Monserrat quien inmediatamente después abrazó al chico por el cuello y lo besó apasionadamente. Fue un beso largo y candente. -Monserrat, creía que nos habíamos dado un tiempo, es más creí que ya no eramos nada- rectificó Ricardo impresionado. -Nunca dije No- respondió Monserrat sin sentido alguno, pero a la vez haciéndole entender al chico que deseaba seguir con él...

-¿Saben algo?- dijo Aurora mientras sus padres adornaban el apartamento con los mismos adornos navideños con los que adornaban su antiguo hogar. -Extraño nuestra casa, el jardín, la cocina, su estudio, el gran árbol de la sala- completó la chica mientras colgaba un par de esferas. -Creéme que no eres la única cielo, pero agradezco de verdad que estemos juntos nuevamente; extrañaba mucho más a mi familia- confesó Andrea. Luis se acercó a ella y besó su cabeza. -Ya verán que pronto la recuperaremos, es una promesa- dijo Luis sinceramente...

Por fin Darío había decidido después de tanto tiempo afrontar la inestable situación con Eva, había pasado ya más de un mes desde aquella cena donde terminaron besándose. Aquel día, después de recoger a Leonel del colegio, se armó de valor. -Hola Eva ¿Te molestaría ir a dar una vuelta conmigo?- preguntó Darío nervioso. -Por supuesto que no, sólo avisaré a Leonel y nos vamos- respondió Eva cordialmente. Comenzaron a caminar por las calles cercanas platicando de temas sin relevancia. -Verás, si quise verte es porque creo que es necesario que hablemos de lo que pasó la noche del cumpleaños de Ricardo- confesó Darío mientras esperaban la luz verde del semáforo. -¡Vaya! Lo había olvidado, han pasado semanas- fingió Eva. -Sólo quiero que sepas que estoy aquí y aquí estaré para lo que necesites, para cuando estés lista- dijo Darío sinceramente. Eva suspiró.- Darío, estoy lista, y voy a necesitar mucho de tu apoyo- dijo Eva seriamente. -¿De verdad? Me da gusto escucharte, juntos podremos comenzar de nuevo...- Eva interrumpió al ilusionado Darío. -No Darío, creo que no me expliqué bien, hablé hace un par de días con Patrick; está preparando una exposición y quiere que sea su colaboradora; debemos tomar fotografías alrededor de todo el mundo- explicó Eva sutilmente. -No entiendo ¿Te irás por el mundo con Patrick? ¿Sólo así?- preguntó Darío consternado. -Es una oportunidad invaluable, sabes que amo la fotografía tanto como tu, además ganaré mucho dinero, con el cual podría no volver a trabajar en años, y debido a mi situación eso ma caería perfecto- respondió Eva intentando justificarse. -¿Me estás diciendo que dejarás a tus hijos sólo por tu pasión a la fotografía? ¿Qué pasará con ellos?- Darío aun no digería la noticia. -Ya no son unos niños, pronto harán sus vidas ¿Y si jamás se vuelve a presentar una oportunidad cómo esta? No quiero arrepentirme lo que me quede de vida; creo que es turno de que te hagas cargo de ellos- explicó Eva. -No logro entenderte ¿Cuánto tiempo dura su expedición?- preguntó por último Darío. Eva no quería responder sabía que a su exmarido no le iba a parecer para nada la cifra, finalmente dijo -De un año y medio a dos años; me iría a principios del próximo- Darío la miró.-Si es lo que quieres no te voy a detener, pero piensa en tus hijos, en tu vida, en lo que puedes ganar y perder aceptando esa propuesta- dijo seriamente; aunque una vez más la esperanza de reconciliación se desvanecía. Caminaron de regreso al apartamento de Eva sin decir una palabra...

Cada familia, a su manera celebró la cena de Navidad. Greta bebió un trago, aunque logró controlar su afición por la bebida,  y sus padres se asustaron un poco. Andrea y Luis dejaron las preocupaciones y celebraban juntos la vida de su hija y de su familia; Sofía se complacía de ver nuevamente a Carolina, quien había regresado de París un par de semanas, la familia nuevamente completa; Miguel esperaba que su madre fuera sincera con ella misma y aclarara todo el desorden con Fausto, de momento celebraban juntos. Darío celebró de la manera más extraña posible, feliz porque después de años pasaba una Navidad con Eva y sus hijos en la misma mesa; a la vez devastado por la inminente partida de Eva... Así era aquella Navidad, llena de expectativas, incógnitas y esperanzas...

Es inevitable tropezar; a lo largo de nuestra vida cometemos errores o tomamos decisiones que nos llevan a fuertes caídas y sufrimos... Perdemos sentido alguno de la vida, dejamos atrás toda esperanza de levantarnos... Lo bueno de tropezar, es la interesante oportunidad que nos da la vida de volver a levantarnos y al igual que el fénix de las cenizas... Renacer...

Sin embargo, somos humanos, cometemos errores y se supone que aprendemos de ellos; no obstante así como renacemos, tenemos la extraña costumbre de mirar los errores pasados y, como si no los hubiéramos vivido... Recaer...

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