miércoles, mayo 18, 2011

Memorias de Portarretrato... Capítulo 13: Una Oportunidad...

Todos rogamos por una oportunidad, por una diminuta luz esperanzadora que ilumine algún momento de oscuridad y buscamos ansiosamente que de la nada, las oportunidades lleguen a tocar nuestra puerta; algunas veces obteniendo respuesta, otras más simplemente esperando... Lo malo es que de tanto esperar una oportunidad, la esperanza se apaga...

Miguel practicaba batería en su habitación, Maximiliano jugaba fútbol en el jardín y Natalia tocaba el piano en la sala de estar...
 -¡Chicos! ¡Intento trabajar! ¿Podrían dejar de hacer tanto ruido?- gritó Sofía asomándose por la puerta del estudio. Natalia detuvo sus manos al instante y se quedó mirando a su hermano jugar por la ventana. Miguel abrió de golpe la puerta de su habitación y se dirigió al estudio. -¡Es domingo mamá! Se supone que estos días la gente puede distraerse y descansar ¡Ah, claro! Y también estar con la familia.- dijo Miguel irónico a su madre. Sofía giró y lo miró. -Se supone que los hijos no le hablan así a su madre- respondió secamente y totalmente ofendida. El chico no dijo nada y corrió de regreso a su habitación y volvió a salir con unacbaqueta en la mano. El timbre sonó y Natalia fue a abrir. -¿Aurora qué haces aquí?- preguntó la chica sorprendida al ver a su amiga. -¿No puedo venir a invitarte un café?- preguntó Aurora inocente. -¡Claro! Es solo que me sorprendió tu visita, subiré por un suéter y vamos a la cafetería ¿Te parece?- propuso Natalia. -¡Claro! Aquí te espero- dijo Aurora mientras se sentaba en un sillón. Miguel descendió las escaleras bastante enojado. -¿Qué haces aquí?- preguntó Miguel de mal modo a la chica. -En primera no me hables así; en segunda vengo a ver a tu hermana, y en tercera te conseguí el empleo en "Venecia"- dijo Aurora con una sonrisa en su rostro. Miguel cambió de inmediato su molesto semblante. -¿De verdad? Vaya que tienes un gran poder de persuasión ¿Y cuándo empiezo?- preguntó Miguel interesado. -Este viernes, ocho de la noche, pero hay una condición- respondió Aurora. -¿Una condición? ¿Cuál?- preguntó Miguel nuevamente. -Verás, mi papá ha estado muy inquieto con mi trabajo y quiere ir por mi todas las noches, claro que si le decimos que tu me llevarás creo que lo convenceremos- explicó Aurora. -Supongo que no habrá problema si te llevo a tu casa pero ¿De qué trata  el empleo? ¿Qué tendré que hacer?- preguntó Miguel. -Aurora no pudo responder ya que Natalia bajaba por las escaleras. -Listo, vámonos- dijo la chica con una sonrisa. Aurora apenas se despidió de Miguel con la mano y salieron de la casa...

 -No quiero ni verla, estoy tan avergonzado- dijo Ricardo a su amigo Miguel a la mañana siguiente en la universidad. El chico había puesto al tanto a su amigo del fallido intento de San Valentín. -Perdóname hermano pero aun no logro entender por qué te detuviste- confesó Miguel a su amigo. -Sonará trillado pero, sentí que no era el momento ni el lugar indicado- confesó Ricardo con la mirada baja. Miguel se rió. -¿De verdad? ¿No estás bromeando? Amigo, mi primera vez fue en los baños de secundaria, en el receso ¿O acaso no te he contado aquella vez que me metí a un probador con una de mis novias? Créeme que  el momento y lugar es lo que menos importa- explicó Miguel irónicamente. -Yo no quería que mi primera vez fuera en ese lugar, estaba fantástico, pero no- dijo Ricardo justificándose.-¡Vaya! ¿¡Tu primera vez!? ¿Quieres decir qué tu no..?.- preguntó Miguel riendo incrédulo -Nunca se ha presentado la oportunidad- evadió Ricardo. -Y ahora que se presentó no la tomaste, no entiendo- Miguel estaba realmente sorprendido. -¿No será que te dio miedo? No saber como...- supuso Miguel. -Dudo que sea la primera vez de Monserrat- confesó Ricardo. -Crees que ella ha vivido un poco más y quedarás en ridículo por no saber que hacer- dedujo Miguel. -Algo así- dijo Ricardo avergonzado. -Pues... Eso podemos solucionarlo- propuso Miguel. -Conozco tus métodos para "solucionar" las cosas, y si tu solución tiene que ver con pagar por sexo o ir a una casa de citas prefiero no hacerlo; me voy al salón, ya te dije que no quiero encontrarla- dijo Ricardo sarcásticamente mientras entraba al edificio de aulas. -¡No la puedes evadir por siempre!- gritó Miguel a su amigo mientras se alejaba...

Al abrir la puerta de su oficina Sofía encontró un ramo de flores en su escritorio, rápidamente se acercó y pensando que eran de parte de Franco, tomó la tarjeta en sus manos: "No quiero agobiarte, se que pasas por tiempos difíciles, Gracias por tu excelente trabajo y perdona por todo lo que provoqué. Fausto" Sofía releyó y corrió a la oficina de el Licenciado Uribe. -Buen día Uribe ¿Cómo va la campaña de Rivapalacio?- preguntó Sofía. -Los últimos resultados son fenomenales, cada vez Fausto se perfila como posible ganador, tenemos un par de entrevistas planeadas- explicó Uribe entusiasmado. -Perfecto, en cuanto venga a verte, dile que pase a mi oficina- pidió Sofía. -No creo que eso sea posible Sofía, verás, Fuasto me pidió arreglar todo por teléfono y correo electrónico, dice que prefiere no crear malos entendidos, por lo sucedido con Miguel -explicó Uribe gentilmente. -Entiendo, y me parece buena idea- dijo Sofía. -¿Quieres qué le diga algo si se comunica?- ofreció Uribe. -No te preocupes, no es necesario- y diciendo esto Sofía salió de la oficina... Al entrar de regreso a la oficina Darío ya la esperaba. -Que bueno que pudiste venir- saludó Sofía a su amigo. -Te noté un poco estresada anoche en el teléfono- dijo Darío a su amiga. -No sabes lo complicado que es trabajar en casa, pero tengo que adaptarme- dijo Sofía resignada. -¿Y para qué necesitabas verme con tanta urgencia?- preguntó Darío a su amiga. -Necesito tu ayuda, nuestro fotógrafo acaba de ser papá y dejó de trabajar un par de días- explicó Sofía mientras revisaba unos documentos. -¿Qué tipo de campaña es? ¿Qué hay que fotografiar?- preguntó Darío interesado. -Más bien es a quien hay que fotografiar- dijo Sofía mirando a su amigo. Darío la miró expectante. -No es nada del otro mundo, son para la campaña de Fausto- explicó. Darío guardó silencio y hojeó una revista que estaba en el escritorio. -¿De verdad no puedes esperar a que tu fotógrafo regrese? ¿Tan urgentes son?- preguntó Darío sarcásticamente. -Se que no es santo de tu devoción y si no quieres hacerlo adelante, pero he visto tu trabajo, y confío en ti en lo absoluto- confesó Sofía. -De acuerdo, lo haré, pero no me pidas que lo trate como mi viejo amigo de la universidad- condicionó Darío. -Sólo toléralo, vamos ¿Quieres un café?- dijo Sofía con una sonrisa. -¿Cómo sigues después de la partida de Eva?- preguntó Sofía mientras servía dos tazas de café de la cafetera. -Aun sigo un poco confundido, pero hoy iré a ver a mi terapeuta- contó Darío a su amiga. -¿De verdad? No pensé que te hubiera afectado tanto- confesó ella. -Lo sé, pero por eso quiero acabar de una vez por todas con mis confusiones y si te soy sincero no se como puedes estar tan tranquila después de lo que sucedió con Franco- confesó Darío. Sofía suspiró. -Aunque no lo creas tengo la fe en que un día, cuando regrese del trabajo, estará ahí- confesó. -¿Has hablado con él?- preguntó Darío. -Casi nada, apenas hablamos cuando va por los chicos- respondió Sofía. -Verás que pronto se solucionarán sus problemas ¿Por qué no dejas de trabajar si es lo que a él le molesta?- preguntó Darío creyendo conocer la respuesta. -Dejar de trabajar por que el me lo pide sería renunciar a uno de mis sueños, a una de mis metas, no sólo es dejar un empleo, es dejar una parte de mi que amo, y de la que él mismo se enamoró hace años- dijo Sofía intentando hacer a su amigo comprender. -Entiendo- contestó simplemente Darío, pensando que tal vez Fausto era una de las principales razones por las que su amiga no dejaría la agencia...

-¿Qué tal la escuela? ¿Ya te acostumbraste a lidiar con niños pequeños?- preguntó Luis a Andrea cuando ella regresó al apartamento después del trabajo. -Todo bien, sólo fue un día un poco agotador- respondió Andrea mientras masajeba sus párpados con sus dedos. -Hoy hablé con la disquera, les propuse me regresaran mi puesto como productor, creo que no están muy interesados- platicó Luis mientras servía un vaso de agua a su esposa. -Calma Luis, pronto encontrarás un buen empleo, no te precipites- alentó Andrea a su esposo. -Bueno, en verdad no les interesa mucho que sea productor, pero tuvieron la loca de idea de proponerme que regrese como cantante- contó Luis entusiasta. Andrea lo miró fijamente y bebió el agua precipitadamente rápido.-¿Estás hablando en serio?- preguntó. Luis asintió sonriente. -¿Y te gusta la idea?- preguntó Andrea aun más sorprendida. -No me parece del todo mala- admitió Luis. -¿De verdad quieres regresar? Pensé que eso había quedado atrás, muy atrás- dijo Andrea no muy convencida. -La próxima semana tengo cita con los ejecutivos, puede ser una buena oportunidad- dijo Luis tratando de hacer cambiar de opinión a Andrea. -Eso espero- dijo ella nada convencida...

Por la tarde Darío llegó al consultorio que no visitaba desde hace ya un buen tiempo, recordaba muy bien la primera vez que había cruzado aquella puerta, abatido, incrédulo y a la vez decidido en olvidar a Corina de una vez por todas; recordaba toda y cada una de las sesiones que lo habían ayudado. Sabía de sobra que ahora las cosas eran diferentes y que no podía estar tan afectado por lo sucedido con Eva, pero sabía también que su terapeuta podría ayudarle a tranquilizar sus pensamientos. -Buen día señorita, vengo a una cita con el Doctor Olivera- dijo Darío a la secretaría, quien buscó en el registro y le pidió que tomara asiento un momento. Pasados unos minutos la secretaria pidió a Darío lo acompañara y entraron al consultorio.
-¿Darío Vivanco?- preguntó una bella mujer de cabello rubio y ondulado, tez excesivamente blanca y mirada imponente que estaba sentada en escritorio del doctor. -¿Nos conocemos? ¿Dónde está el doctor Olivera?- preguntó Darío extrañado. -Soy la doctora Leonora Camargo, el doctor Olivera tuvo un infortunado accidente por la mañana y estoy cubriendo sus consultas- explicó la doctora con una sonrisa en el rostro.
-¿Se encuentra bien?- preguntó Darío preocupado. -Lo está, se recuperará en un par de días, pero no venimos a hablar de él; he leído fragmentos de tu expediente ¿Quieres conversar?- incitó la doctora. Para Darío era una situación incómoda y extraña. -No quisiera molestarla pero, preferiría a que el Doctor Olivera volviera, creo que podré esperar a que se recupere- confesó diplomáticamente. -Puedes tutearme sin ningún problema, y créeme que te entiendo perfectamente- dijo Leonora con una sonrisa mientras miraba el expediente de Darío. Nadie dijo nada. -De acuerdo, un placer conocerla, perdón, conocerte- dijo él mientras le extendía la mano para despedirse. Leonora estrechó su mano y Darío se dirigió a la puerta.
-¿Darío?- dijo Leonora antes de que él saliera. Darío volteó la mirada y puso atención en el bello rostro de Leonora. -No conozco bien tu historia con la chica que murió en el terremoto, pero lo poco que logré leer me resultó exageradamente conmovedor, espero que pronto tu esposa pueda perdonarte- dijo Leonora sinceramente. -¡Vaya! Leíste más de lo que había creído; no es una historia que suela contar a gente que no conozco; pero gracias por tus palabras- respondió Darío. -¿Has hablado con ella? ¿Con tu esposa?- preguntó Leonora estratégicamente. Darío regresó, y sin sentarse, se puso frente al escritorio. -Las pocas esperanzas que tenía se esfumaron hace unos días- confesó Darío pesimista y sin quererlo, comenzó a platicar su historia...

-Tengo que empezar a organizar mi fiesta de cumpleaños, el día está muy cerca- dijo Greta a Natalia al salir de clases. -Me imagino que invitarás a media universidad- dijo Natalia bromeando. -Sólo a los necesarios para que conozcas a alguien- respondió Greta mientras reía. -Hasta cuando entenderás que no necesito un novio- dijo Natalia negando con la cabeza. -No creo que pienses lo mismo cuando veas a todos los galanes que voy a invitar- respondió Greta. En ese instante, el teléfono móvil de Natalia empezó a sonar. La chica buscó rápidamente en su bolso de manta guiándose por el sonido. Sacó una libreta, una bolsita y un pequeño librillo. El teléfono paró de sonar. -Era yo quien estaba marcando, Ricardo me llevará a la casa ¿Quieres venir con nosotros?- dijo Miguel mientras se acercaba a su hermana junto con Ricardo. La chica tomó el librillo y sus demás cosas y las guardó rápidamente en su mochila. -Creo que me quedaré un rato más con Greta, pero gracias- respondió Natalia sonrojada. -Está bien, te veo en casa- dijo Miguel dándole a su hermana una palmadita en el hombro. -¿Cuánto tiempo más piensas evitarme?- preguntó una voz a espaldas de Ricardo. Era Monserrat. -¡Hola! ¿Por qué dices eso?- preguntó Ricardo fingiendo no comprender. -¿Te importa si hablamos a solas? Anda, llévame a mi casa- propuso Monserrat. Ricardo miró a su amigo.
-Adelante hermano, no te preocupes- dijo Miguel comprendiendo lo que su amigo trataba de decirle con los ojos. -Está bien, vamos, te llevo- contestó Ricardo nervioso; se despidió y se marchó con Monserrat...

-En conclusión, esperé tanto la oportunidad, y cuando llegó no pudimos reconciliarnos- dijo Darío después de haber contado su historia a grandes rasgos. -¿Y crees qué ella aun te ama?- preguntó Leonora más como amiga, al parecer la terapia había pasado a segundo plano y se había convertido en una plática. -No lo sé, pero después de Corina, Eva es el amor de mi vida y no me resigno a perderla- confesó Darío. -¿Sabes qué es lo curioso? Según tu, ambas son el amor de tu vida,  no es muy común escuchar algo así- dijo Leonora mientras jugaba sutilmente en la silla giratoria. -Para ser honesto, a veces creo que Corina fue y será mi único amor; en otras ocasiones siento que ni la misma Corina logra superar a Eva; y en el peor de los casos siento que ninguna es realmente el amor de mi vida, si una lo fuera estaría a mi lado y yo no tendría jamás esta conversación contigo- confesó Darío, expresando sus pensamientos más profundos. -¿Y si has creído que ninguna de ellas es el amor de tu vida por qué no sigues buscándolo?- preguntó ella. -No lo sé, simplemente no quiero olvidarlas, no me gustaría que fueran sólo un recuerdo- contestó Darío inconscientemente. -Yo nunca he perdido a alguien tan importante; pero si me permites decírtelo eres muy cerrado- dijo Leonora sutilmente. -¿Si? ¿Eso crees?- preguntó Darío a la defensiva. -Entiendo perfectamente que no puedas resignarte a perder a Eva, ¿Pero Corina? ¿Darle a alguien qué conociste hace tanto tiempo un lugar tan importante? ¿Y Si aquella persona qué estará contigo hasta el fin te está esperando allá afuera esperando que la encuentres? Déjame decirte que mientras Eva y Corina estén en tu mente encontrarás a nadie- Leonora hablaba dulcemente, explicando, motivando. Darío sólo la miraba. -Creo que no eres nadie para decirme todo esto- dijo él un poco molesto. -¿Por qué? Sólo date cuenta que hay más opciones, que Corina y Eva no son las únicas dos mujeres que existen en este planeta- respondió ella mirando fijamente a Darío.
-Será mejor que me vaya- dijo él poniéndose una vez más de pie. Leonora se levantó al mismo tiempo y lo tomó por el hombro. -Creo que eres un buen hombre, mereces que alguien esté a tu lado, pero si no aprendes a cerrar definitivamente un capítulo en tu vida, no podrás abrir otro- dijo ella suavemente. -Tal vez es porque no tengo el mínimo deseo de abrir otro capítulo- respondió Darío zafando su hombro de la mano de ella y acercándose a la puerta. -A Eva le dolió lo que le hiciste, pero siguió adelante y mírala ahora, cumpliendo uno de sus sueños. Te aseguro que Corina hubiera hecho exactamente lo mismo- dijo Leonora desistiendo de todo intento por hacerlo recapacitar. -Disculpa si no tomo en cuenta tus consejos, pero entenderás que no eres mi doctora y a fin de cuentas acabo de conocerte- y diciendo esto Darío salió del consultorio y se marchó...

El auto de Ricardo estaba estacionado a unas cuadras de la casa de Monserrat, llevaban unos veinte minutos conversando. -Para serte sincera me sentí rechazada, y jamás nadie me había rechazado- confesó Monserrat. -Yo jamás te rechazaría, eres hermosa, y me encantaría estar contigo, pero quiero que sea especial- explicó Ricardo mientras acariciaba la mejilla de su novia. -Así sea un muro sucio, una suite presidencial o un simple asiento de coche, el momento será especial para mi- dijo Monserrat dulcemente.
-Es que,para ser honesto, tengo miedo- Ricardo palideció un poco. -¿Qué pasa Ricardo?- preguntó Monserrat. -Olvídalo- dijo Ricardo y la besó apasionadamente, comenzaron a acariciarse, los movimientos se tornaron un poco salvajes. -¡Calma! Estás muy nervioso- dijo Monserrat cuando logró separar su boca de la de Ricardo. -Quiero estar contigo pero yo no...- dijo Ricardo pero no logró terminar la frase. -¡Vaya! Lo entiendo y no hay problema, pero no por eso debes ponerte tan efusivo- dijo Monserrat sorprendida.
-Sólo déjate llevar- dijo ella y lo besó tranquilamente, acarició el cuello del chico, jugó con su cabello, él la tomó por la cintura. Un beso, otro beso, Monserrat comenzó a acariciar el pecho del chico, él hizo lo mismo con la espalda de ella. Las respiraciones de ambos comenzaban a ser más ruidosas, el ritmo de sus movimientos comenzaban a sincronizarse cada vez más. Monserrat bajó su mano hasta la cintura de Ricardo y comenzó a subir la playera del chico; él por su parte metió su mano dentro de la blusa de su novia. Ambos sentían su piel en sus manos. Ricardo comenzó a besar el cuello de la chica y alguien tocó la ventanilla de auto. Se detuvieron al instante y giraron sus miradas para conocer de quien se trataba. El policía pidió que bajaran la ventanilla. -Se supone que no deben hacer lo que estaban haciendo en vía pública ¿Lo sabían?- reprendió el policía. -Disculpe Oficial, tiene toda la razón, nos dejamos llevar pero no volverá a suceder- explicó Ricardo muy nervioso. -Sus identificaciones- pidió el oficial secamente. Ambos chicos comenzaron a buscarlas. -Por lo que más quiera oficial no nos haga nada, de verdad lo sentimos, no volverá a suceder se lo aseguro- imploró Ricardo. El policía hizo caso omiso. -Todo es mi culpa, después de salir del hospital por la terrible cirugía no habíamos intentado hacerlo- dijo Monserrat a Ricardo lo suficientemente fuerte para que el policía escuchara. Ricardo la miró extrañado. -Lo sé, debí esperar a que llegáramos a tu casa, pero después de que tu hermanito de cinco años nos descubriera no creí que fuera buena opción y como en mi casa te odian - siguió inventando la chica. -De acuerdo, váyanse, pero no los quiero volver a ver por ahí haciendo lo que estaban haciendo- dijo el policía devolviéndoles sus documentos. Ricardo prendió el automóvil y arrancó rápidamente. -¿De dónde sacaste lo de la cirugía? ¿Mi hermanito de cinco años?- preguntó Ricardo riendo. -Calla que gracias a eso nos salvamos- dijo Monserrat seriamente. -Tienes razón, gracias por hacerlo, estaba muy asustado- dijo Ricardo sinceramente.-Noté como tu rostro se puso blanco- dijo Monserrat burlándose. -Que graciosa- dijo Ricardo molesto mientras estacionaba el auto fuera de la casa de Monserrat. -Entonces ¿En qué estábamos?- preguntó el chico mientras se acercaba a besar a su novia. -En que no quiero volver a mentir para salvarnos de un policía, ya es tarde y mi mamá está en casa- respondió Monserrat irónicamente. -Te veo mañana- dijo la chica, después besó a su novio y bajó del automóvil...

-¿Qué haces husmeando mi mochila?-Preguntó Natalia cuando vio a Miguel buscando algo en la mochila de la chica. -Sólo buscaba una pluma, sabes que las pierdo cada dos días- explicó Miguel despreocupado. -En el estudio hay miles de plumas ¡Dame mi mochila!- exclamó Natalia mientras jalaba su bolso de un asa, provocando que cayeran varias cosas, entre ellas un bolígrafo y el pequeño librillo que Natalia cargaba constantemente. -Calma, esto era lo que quería- dijo el chico y tomó la pluma en sus manos, observo el pequeño un librillo. -Un momento- dijo tomándolo entre sus manos. -¡Deja eso! ¡Es mío!- decía Natalia mientras forcejeaba. Miguel logró deshacerse de las inquietas manos de su hermana y hojeó el pequeño librillo de fotografías. Era muy similar a uno que él ya había visto, sólo que en este caso, al hojear rápidamente el pequeño libro, era una chica la que vagaba por la ciudad, encontrando al final al chico del otro libro. -Este libro, es el que le regalaste a Ricardo- aseguró Miguel sorprendido. -Por supuesto que no, simplemente se parecen, lo compré porque me gustó- evadió Natalia nerviosa. -Claro, comprendo ¿Desde cuándo te gusta Ricardo?- preguntó Miguel desafiante. -¿De... De dónde sacas eso?- preguntó la chica fingiendo no entender. -Vamos Natalia, le regalaste a Ricardo un libro exactamente igual donde al final el chico encuentra a esta chica- recordó Miguel convencido. -Ricardo no me gusta, y si tengo este libro es porque ya te dije que me gustó, además no tengo porque darte explicaciones- dijo Natalia molesta, tomó sus cosas y subió a su habitación...

Un par de días después Darío esperaba a Fausto en su estudio. Para él, era una situación extraña, puesto que Fausto nunca le había caído en gracia, aun recordaba un par de momentos que habían vivido en la universidad donde estuvo apunto de golpearlo. Alguien tocó la puerta. Era Fausto, quien intentó saludarlo como si fueran grandes amigos que no se veían desde hace mucho tiempo. -Tenemos sólo un par de horas, tengo un trabajo por la tarde- explicó Darío secamente. -El tiempo necesario, soy muy fotogénico- dijo Fausto orgulloso. Darío no dijo nada y lo dirigió a su estudio. -Casi no eres apasionado de tu profesión ¿verdad?- dijo Fausto al entrar al estudio y mirar una pared repleta de fotografías. Una vez más Darío guardo silencio. -Vamos a trabajar- dijo Darío seriamente mientras le indicaba a Fausto donde debía sentarse. Durante un largo rato la situación era bastante tensa, Darío daba instrucciones específicas y ambos hablaban lo necesario. Después de casi una hora Darío comenzó a apagar las luces de iluminación. -Con esas tomas son necesarias- dijo mientras descolgaba la cámara de su cuello. -¿Es todo? ¿Tan bueno eres?- dijo Fausto con el mismo tono irónico usado antes. - Por favor Fausto, nunca hemos llevado una buena relación, termminamos rápido y fue lo mejor- explicó Darío fingiendo acomodar su desbaratado escritorio. 
-Deberíamos intentar llevarnos mejor, al fin de cuentas estaré cerca de Sofía cerca, muy cerca- dijo Fausto haciendo un especial énfasis en la palabra "muy". Darío lo miró fijamente. -Pronto terminará tu campaña, pronto dejarás de verla- dijo Darío en un tono más molesto aun. -¡Claro! pero sabemos que Sofía y yo no somos indiferentes, estoy seguro de que algo podría darse- dijo Fausto con una sonrisa en su rostro.
-Pueden volverse buenos amigos- Darío comenzaba a enojarse bastante. -Si, buenos amigos, y porque no, algo más. Claro, que tal vez tu no lo entiendas, después de enamorarte de alguien que está muerta y del fracaso en tu matrimonio, no te pueden quedar esperanzas para reencontrar el amor- dijo Fausto acomodando su saco. Darío salió de si, lo miró fijamente y lo tomó por el saco. -¡Escúchame bien! ¡Sofía es una mujer casada y sé que ella y Franco se aman! ¡No voy a permitir que le faltes al respeto en mi presencia! ¡Y lo qué sea de mi vida no es algo que te importe! ¡¿Entendiste!?- gritó Darío rojo de furia, sacudiendo a Fausto de un lado para otro. Fausto lo miró también bastante enojado, con ganas de comenzar una pelea de golpes; sin embargo no dijo nada, volvió a acomodar su saco y salió del estudio...

El viernes por la mañana Ricardo sorprendió a Monserrat con un exquisito ramo de flores. -¡Sorpresa!- dijo el chico -Son hermosas- agradeció Monserrat. -Se que lo que pasó hace unos días en el auto estuvo extraño, pero quiero que sepas que me muero de ganas de estar contigo- dijo Ricardo bajando la voz y acercándose al oído de su novia. Monserrat sonrío nerviosa. -Hoy por la noche, lugar sorpresa, pero aseguro que nada ni nadie nos interrumpirá- dijo él tomando la mano de la chica. -¡Ricardo hoy no puedo!- dijo ella desilusionada. -Iré a festejar el cumpleaños de una amiga a un club- explicó. -¿Y por qué no le habías contado?- preguntó el chico decepcionado. -Justo te iba a preguntar si me acompañabas- se justificó Monserrat. -De acuerdo, te hablo en la tarde y paso por ti, espero pronto podamos continuar lo que dejamos pendiente- dijo Ricardo y después besó a la chica. Miguel apareció al lado de ellos y Monserrat se marchó a su clase. -¿Y? ¿Cómo va todo?- preguntó Miguel en cuanto Monserrat se marchó. Ricardo contó a su amigo acerca del incidente con el policía y del deseo que sentía por Monserrat.-¡Vaya! ¿Qué te hizo estar de repente tan seguro?- preguntó Miguel a su amigo. -Nada en si, sólo creí que si no me arriesgaba nunca iba a suceder, amo a Monserrat y es hermosa, no tengo nada que me impida hacerlo- explicó Ricardo...

-¿Me puedes explicar por qué le contaste todo acerca de mi vida?- Darío estaba bastante molesto y aprovechó para hablar con Sofía cuando ella fue a su casa a recoger las fotografías. -Lo siento Darío, simplemente me preguntó que había sido de ti, de Andrea, preguntas sin sentido- se justificó Sofía. -Debes alejarte de Fausto, el no tiene buenas intenciones- dijo Darío desconfiado. -Yo puedo cuidarme sola Darío, no tienes porque preocuparte, te lo prometo. Ahora ¿Vamos por las fotografías?- dijo ella tranquilamente. Darío accedió y caminaron juntos al estudio. Sofía pocas veces había visitado aquel lugar, pero le parecía fantástica la pared repleta de fotografías. Podía verse ella junto a su amigo en la universidad, bellos paisajes de Milán y otros países; donde aparecía Eva,  Ricardo y Leonel de pequeños, y claro, aquel lugar en la carretera. -¿No crees qué tus recuerdos no son suficientes?- dijo ella contemplando una fotografía donde aparecía Corina. -¿De qué hablas?- preguntó Darío mientras acomodaba las fotografías de Fausto. -Se que para tí ha sido muy duro, y se también que la fotografía es tu pasión, pero ¿Por qué te martirizas viendo una y otra vez estas fotografías?- dijo Sofía señalando el rostro de Eva y después el de Corina. -Es lo único que me queda para recordarlas- dijo Darío seriamente. Por eso te pregunto ¿Los recuerdos de tu mente no son suficientes?-preguntó Sofía una vez más...

-¿De todos los empleos del lugar este fue el qué me conseguiste?- preguntó irónicamente Miguel en cuanto le informaron que se encargaría de cuidar el baño en "Venecia". -Fue todo lo que pude hacer por ti ¿O querías salir bailando en ropa interior con lentejuelas?- preguntó sarcásticamente Aurora. -Pues no pero...- dijo Miguel inconforme. -Pero nada rockero, es un lugar para caballeros; por lo mismo no es muy común que aquí trabajen hombres ¿Si entiendes verdad? Bueno, ahora, si no te molesta, me tengo que ir a cambiar, te veo terminando el show- dijo la chica mientras caminaba a los camerinos...

Después de que Sofía se marchó de casa de Darío el tomó una libreta y comenzó a escribir:

"Borrar los recuerdos de la mente... Recordar con fotografías... Recuerdos tristes, intensos que provienen de fotografías... Adiós."

Decidido se puso en pie y corrió a su estudio, miró la pared y comenzó a despegar algunas fotografías, busco otras más en los cajones y tomó las que le había mostrado a Ricardo unos días antes, en todas aparecían Corina o Eva, o cosas que le recordaba a una de ellas. Después de tomar todas las fotografías salió como bólido de la casa y subió al automóvil desesperado...

-Nada más me visto, le aviso a mi papá y paso por ti- decía Ricardo al teléfono al llegar a casa después de ir al cine con su hermano. Al darse cuenta que su padre no estaba en casa y al leer lo que había escrito en la libreta se asustó bastante. Leonel llamó a su padre al teléfono móvil sin lograr contactarlo. -Creo que no podré llevarte, debo encontrar a mi padre- dijo Ricardo unos minutos después; tomó las llaves de su auto y junto con Leonel salió a buscar a su padre... 

-Pensé que nunca iba a regresar, y estoy aquí- dijo Darío hablando a la nada, entre arbustos y árboles, sólo podía verse la iluminación nocturna de la ciudad. -Me encantan las fotografías, han sido mi pasión toda la vida, pero hoy, después de tantos años logré comprender algo que no había entendido- dijo reflexionando.-No necesito una fotografía que me ayude a recordar , para eso tengo mi mente y aunque me vaya de este mundo, tengo la fe en que sea lo único que me pueda llevar, mis recuerdos - finalizó; después sacó de su bolso el montón de fotografías que había seleccionado del estudio, una a una las observó y comenzó a romperlas en pedacitos. El aire se llevaba los diminutos trozos de papel que descendían al bosque, a la ciudad o regresaban hacia la carretera. Darío levemente sonreía, estaba consciente de que jamás volvería a ver esas fotografías, pero para él ya no eran necesarias...

Cuando el espectáculo había terminado en "Venecia" Aurora intentó acercarse a Miguel. -Me acaba de llamar Greta, me invitó a un club que curiosamente está cerca de aquí ¿Vamos al salir?- preguntó la chica animada. -¿De verdad? ¿Quieres que vaya?- Miguel estaba contrariado. -No es que realmente goce de tu compañía pero, sino después quien me lleva a casa- dijo la chica excesivamente honesta. -Bueno, si quieres ir adelante, te acompaño- accedió Miguel. -De acuerdo, recojo mis cosas y nos vamos- dijo Aurora y caminó por el diminuto pasillo que llegaba a los baños; justo antes de salir de dicho pasillo, alguien tomó fuertemente su brazo. -¿Qué te pasa?- dijo la chica intentando soltarse. -¡Tranquila! No quiero hacerte nada, solo quería verte- dijo el chico que la tenía agarrada del brazo. -¿Tú otra vez? Ya te dije que no me interesa conocerte- dijo Aurora molesta logrando soltarse de él. -¡Pero a mi si! ¡Y no permitiré que me rechaces!- dijo el chico, el mismo que la miraba todas las noches, que la asediaba. La tomó nuevamente del brazo y la acercó a su cuerpo. -¡Suéltame!- gritó Aurora asustada. Miguel salió corriendo del baño, tomó al chico de los hombros y lo azotó contra la pared. -Sabes que no puedes tocar a las chicas, no vuelvas a poner tus asquerosas manos en una de ellas, porque puede ser lo último que hagas ¿Entendido? - preguntó Miguel furioso, ardiendo en rabia. El otro joven estaba realmente asustado y simplemente asintió con la cabeza. Miguel lo soltó. -¡Lárgate!- gritó, y el chico se fue corriendo. -Gracias Miguel- dijo Aurora mientras lo abrazaba y lloraba asustada. -Ya se fue, no pasa nada- dijo el chico mientras la consolaba y acariciaba su suave cabello...

Habían pasado casi cuatro horas cuando Darío volvió a casa. -¡Papá! Nos tenías muy asustados, salimos a buscarte ¿Dónde esabas?- dijo Ricardo mientras abrazaba a su padre. -Lo siento, se que fue todo tan extraño, pero tenía que hacer unas cosas- explicó Darío relajado. -Que cosas que no podían esperar hasta mañana- dijo Leonel mientras salía de su habitación y corría a abrazar a su padre. -Esa nota sonaba algo suicida- dijo el chico aun asustado. -Todo está bien chicos, todo está muy bien- dijo Darío mientras con unas sonrisa abrazaba a sus hijos...

Casi a la misma hora, en un fantástico club, Greta y Monserrat festejaban el cumpleaños de  una amiga de su salón de clases. -Creo que ya me voy, esto está terriblemente aburrido- dijo Monserrat mientras tomaba su bolso. -No te vayas, Aurora y Miguel vienen para acá ¡Vamos a divertirnos!- dijo Greta un poco bebida mientras bailaba con un chico de su secundaria que curiosamente había encontrado en aquel lugar. Monserrat accedió  pidió otra copa. Al poco rato Miguel y Aurora llegaron al lugar y se acercaron a las chicas. Pasaron un par de horas y los ánimos comenzaron a subir. Greta se besaba ya apasionadamente con aquel chico con quien bailaba. Monserrat y Miguel bailaban muy divertidos. -Bailas muy bien- dijo ella cuando la canción terminó. -Tu muchísimo mejor- dijo él acercándose un poco a ella. La fiesta siguió casi toda la madrugada... 

A la mañana siguiente Darío tomó decidido el teléfono y llamó al consultorio de su terapeuta. -Me da gusto que ya haya regresado el doctor Olivera, pero quisiera tener una consulta con la Doctora Leonora Camargo
¿Es posible? Perfecto, el lunes a las once, ahí estaré- dijo convencido Darío ansioso por contarle a aquella "Doctora desconocida" lo bien que se sentía por haberse deshecho de las fotografías...

...Su cabeza punzaba bastante, sabía que había bebido mucho la noche anterior. Abrió los ojos y se percató de su completa desnudez. Esa no era su habitación. Alguien dormía a su lado, como pudo logro levantarse y asustada preguntó. -¡¿Qué demonios hago aquí?!-.

Todos rogamos por una oportunidad, por una diminuta luz esperanzadora que ilumine algún momento de oscuridad y buscamos ansiosamente que de la nada, las oportunidades lleguen a tocar nuestra puerta; sin embargo, hay veces que una oportunidad llega de manera extraña y diferente a lo que esperábamos, en nosotros está el tomarla o dejarla pasar...

No hay comentarios:

Publicar un comentario